En su enciclopedia Naturalis Historia, Plinio el Viejo cuenta que unos mercaderes que se dirigían hacia Egipto con natrón (carbonato de sodio) se detuvieron para cenar a orillas del río Belus, en Fenicia. Pusieron algunos trozos de este mineral al lado del fuego para apoyar los pucheros, calentaron los alimentos, cenaron y se durmieron. A la mañana siguiente, vieron que el natrón se había fundido con la arena (rica en sílice), y en la reacción se había producido un material duro y brillante, el vidrio.
En el mundo romano se empezó con el uso de pequeñas láminas de vidrio como cerramiento de ventanas y los ejemplos mas antiguos se encuentran en Pompeya. Con los años, este invento transformó la arquitectura y con ella el paisaje. Se crearon vidrios soplados a pulmón cada vez más grandes y de diferentes colores y de esta manera, la vidriera, entendida como composición de vidrios de colores unidos con plomo, se lanzará a la conquista de la luz.
En el periodo románico la vidriera ya estaba asociada al cristianismo, pero no alcanzaría su esplendor hasta el gótico, donde la vidriera obedecerá a la desmaterialización de los elementos constructivos del edificio y se potenciará el ámbito espiritual alejado del mundo banal a través de la metamorfosis de la luz. Conseguir un ambiente misterioso, para propiciar la experiencia mística, fue su principal misión.
A finales del siglo XVI, la vidriera irá languideciendo en España. La nueva arquitectura favoreció los interiores iluminados con luz natural y, por lo tanto, contraria a los efectos simbólicos de la luz en el gótico. San Carlos de Borromeo en sus Instrucciones Fabricae et Supellectilis, escritas poco después de 1572, dice: “Recomendar que las ventanas se cierren con cristales transparentes”. Esta nueva forma de entender la religiosidad tendrá un carácter retroactivo y en muchas iglesias y catedrales se quitarán las vidrieras. Esta inac-tividad provocará la pérdida de técnicas, procesos y maestros vidrieros en la península.
No obstante, este efectivo sistema de cerramiento tan complejo y laborioso ha conseguido resistir al tiempo, y muchas vidrieras medievales se conservan hoy en día gracias a él. En Bizkaia, debido a la dejadez del clero y a los problemas socioculturales de tiempos no tan remotos (finales del siglo XVIII y hasta bien avanzado el siglo XIX), se perdió todo vestigio que pudiese quedar de este patrimonio.
Luces delicadas en Bilbao
Sin embargo, a finales del siglo XIX y acompañada del florecimiento de las artes decorativas, la vidriera resurgirá con fuerza en Europa. En Bilbao se darán dos hechos fundamentales que contribuirán a su desarrollo; por un lado, que en 1876 la Constitución española declarase el catolicismo como religión de estado favoreció la restitución de vidrieras en las antiguas parroquias, como es el caso de la Catedral de Santiago, donde se optó por un programa sobrio basado en la disolución del color a través de las vidrieras de grisalla, estableciendo una atmósfera nebulosa y misteriosa. Tenemos que tener en cuenta que cuando Pierre Gustave Dagrand proyectó las vidrieras de esta iglesia, no había luz eléctrica en ella, con lo cual las humaredas tenían que ser constantes y los rayos de luz campar a sus anchas por las naves, “todo un espectáculo visual”. También se construyeron nuevas iglesias como la de San Francisco de Asís, popularmente conocida como la “Quinta Parroquia”, equipada con vidrieras neogóticas de la casa alemana Mayer&Zetter, que contienen escenas iconográficas de vivos colores dentro de marcos arquitectónicos rodeados de frondosa naturaleza. Es como si a través de la penumbra nos acercásemos a un claro del bosque en primavera, preámbulo de acceso al prometido Edén.
Por otro lado, Bilbao se convirtió en un importante centro comercial y financiero que necesitaba crecer urbanísticamente. En esta nueva andadura fuera del ámbito religioso, la vidriera se irá adaptando a los diferentes espacios que la reclaman como un arte distinguido. Se desarrolla una vidriera costumbrista e historicista como la que tenemos en el Palacio de la Diputación Foral. Anselmo Guinea hizo los bocetos en 1900 y el artista vidriero Antonio Rigalt la realizó. En ella se representa a un lado la antigua tradición rural, agrícola y ganadera, con los humos que brotan de los caseríos y al otro el nuevo porvenir, representado con grandes chimeneas industriales. Es magistral el tratamiento de la luz, ésta se encuentra principalmente en el pasillo central que las alegorías abren a la figura de Bizkaia, protagonista total de la composición, gracias a la claridad de la luz que transmite la túnica que la envuelve.
Sin embargo, tenemos otra vidriera en Bilbao en la cual la luz no esta fija en un punto, sino que es como si estuviésemos ante una gran pantalla que muestra Bizkaia en sus caseríos, deportes, iglesias y tradiciones. Me refiero a la vidriera más popular de Bilbao, a la que está en la estación de Abando. Fue ejecutada en los talleres de Maestros vidrieros de Irún en 1947 y en ella se omite intencionadamente el progreso.
La vidriera se amolda a todo tipo de arquitectura y ha dejado testimonios tan bonitos como el art nouveau de las vidrieras de Bidebarrieta; el ensueño de la cúpula que se encuentra en La Bilbaína, que como dice el crítico de Arte Maurizio Fagiolo, “la cúpula es la apertura infinita al cielo y a la vez circulo mágico que guarda y protege los secretos de la humanidad”; las evasivas vidrieras en blanco y negro del Hotel Carlton y otra multitud de vidrieras más que no caben en este reportaje. Todas ellas forman un importante legado de vidriera civil equiparable al de Barcelona o Madrid. No quiero terminar este escrito sin hacer una mención especial a las cientos de vidrieras que hay en los portales del Ensanche, donde es representado sin tregua nuestro amado caserío como símbolo principal del alma vasca.
Hombres en busca de la luz
Recomendamos visitar:
• Museo de Reproducciones: estas vidrieras son normandas, el artista en cuestión se formó en la escuela de Bellas Artes de Rouen.
• Mercado de la Ribera: la luz de las vidrieras son fundamentales para entender el espacio.
• Catedral de Santiago: Dagrand de Burdeaux, su autor, fue un verdadero artista que puso la vidriera al servicio de la espiritualidad. Apasionantes.
• Biblioteca de Bidebarrieta: es anónima y derrocha romanticismo y exotismo. Es fabulosa por bonita y por poseer varias técnicas de ejecución.
• Kiosko de El Arenal: art nouveau y clasicismo.
• Estación de ferrocariles de Abando: la vidriera como gran cartel propagandístico del régimen de Franco.
Para saber más: Vidriera de Bilbao / Paula Mónica Betanzos, Diplomada en Nuevas Técnicas Aplicadas a la Vidriera Contemporánea / www.paulamonicabetanzos.com