¿Cómo es posible que en una zona de interior y alejada de la costa exista sal? Esta es la pregunta que se hacen muchas de las miles de personas que cada año visitan el Valle Salado de Añana, un paisaje único en el mundo en el que se lleva produciendo sal desde hace más de 6.500 años. La pregunta encuentra rápida respuesta en cuanto se adentran en él y participan de la experiencia de recorrerlo en una visita guiada.
La primera imagen que se lleva el visitante resulta impactante: un paisaje completamente blanco entre los meses de mayo y septiembre, compuesto por miles de terrazas, y surcado de canales de madera que, a modo de arterias, reparten el agua salada desde los manantiales hasta los pozos y eras o plataformas de evaporación.
Ubicado en el sudoeste de Álava, en la localidad alavesa de Salinas de Añana y a 30 kilómetros de Vitoria-Gasteiz, el Valle Salado es un espacio en el que conviven de forma armónica paisaje, arquitectura, arqueología, geología, biodiversidad y, por supuesto, producción de sal.
El descenso de la producción durante la segunda mitad del siglo XX provocó un progresivo deterioro del paisaje, que a punto estuvo llevarle a su desaparición. El Valle Salado está ahora inmerso en un ambicioso proyecto de recuperación integral que abarca su paisaje, su arquitectura, su medioambiente, la actividad salinera y sus tradiciones, pero también de forma global al conjunto del territorio.
La recuperación integral de las salinas es, sin lugar a dudas, uno de los proyectos más importantes del País Vasco. Tiene tres objetivos fundamentales: recuperar y conservar la cultura material y medioambiental del paisaje para garantizar su sostenibilidad; producir con técnicas tradicionales, de forma sostenible y respetando el “saber hacer” milenario de los salineros una sal de excelente calidad, la Sal de Añana; y desarrollar, bajo un planteamiento de recuperación abierta a los ciudadanos, iniciativas turísticas y culturales que están siendo motor de desarrollo social, económico y turístico de la región.
Con un planteamiento de recuperación abierta al público, la Fundación Valle Salado de Añana, responsable de la recuperación y puesta en valor de las salinas, organiza visitas durante todo el año. Los recorridos, talleres y actividades están adaptados para todos los públicos y edades, y son la propuesta ideal para quien quiere disfrutar de una jornada en familia o con los amigos en un lugar mágico.
En el Valle Salado, el visitante puede conocer sus orígenes, su historia y su singular arquitectura de madera, piedra y arcilla; entender por qué hay sal en este lugar; apreciar su fauna y flora únicas; aprender a producir y catar una de las mejores sales del mundo; aprovechar los efectos beneficiosos del agua hipersalina en el spa salino…
Sal de Añana, una de las mejores del mundo:
El Valle Salado produce, además, una de las sales más apreciadas del mundo: la Sal de Añana. Su calidad natural y su valor ecológico están avalados por su producción tradicional y por el reconocimiento de grandes cocineros. La sal es fruto de la evaporación natural de la salmuera procedente de los manantiales y en su producción intervienen tres factores: el sol, el viento y las técnicas tradicionales empleadas por los salineros.
Cocineros de prestigio internacional como Martín Berasategui, Eneko Atxa, Pedro Subijana, Joan Roca, Andoni Luis Adúriz, Dani García, María Marte, Francis Paniego, Patxi Eceiza o Diego Guerrero emplean la Sal de Añana en sus restaurantes y contribuyen a promocionar en el mundo no sólo un producto de gran calidad sino también el proyecto de recuperación del Valle Salado.
Los interesados pueden reservar sus visitas en: Tel.: +34 945 351 111 • www.vallesalado.com
Texto y Fotos: Fundación Valle Salado de Añana