En el mismo cruce de caminos que el pionero del blues Robert Johnson vendió su alma al Diablo, estos blanquitos ingleses se trajinaron otro trato y quién sabe si no le han hecho la trece catorce al Maligno y han salido ganando. Encontramos razones de peso para adorar a sus satánicas majestades.
Por sus canciones y sus discos
El tándem compositivo que hacen Mick Jagger y Keith Richards ha dado grandes, emblemáticas e imperecederas canciones a la historia del rock and roll o, más globalmente, a la cultura popular. Su relación, cruce de amistad y negocio, abarca más de medio siglo y se ha sostenido a base de un pique necesario, una compresión a prueba de bombas y la certeza de que les hubieran ido peor las cosas por separado. Keith, que es el “auténtico”, llama a Sir Mick Jagger la primma donna y bien es cierto que la vara de mando de los Stones y el concepto de espectáculo los maneja el cantante. Para poder acometer su penúltima gira, Keith tuvo que pedirle perdón a Mick por haber presumido en su autobiografía de poseer una mayor virilidad… Cuando se es amigo desde niño, se conservan ciertas niñerías.
Si hablamos de su relación artística, avalada por casi 250 millones de discos vendidos, corresponde empezar por “(I Can’t Get No) Satisfaction”, el tema que les abrió la puerta grande de la comercialidad en América y en Europa en 1965 y que les aupó a un carro del que ya no se han bajado nunca. Un riff soñado por Richards en un hotel (se despertó para grabarlo) que cuadraba Jagger en ese himno de anhelo y frustración juvenil. Solo con “Satisfacion” ya se hubiesen ganado el Olimpo (por curiosidad y buen gusto escuchen la versión que hace Otis Redding). Pero todavía les quedaba por parir el dúo “Sympathy For The Devil”, el homenaje a Satán más conocido y coreado por la humanidad, con ese endemoniado ritmo tribal de fondo y el rock hecho carne pecadora en labios de Mick Jagger. Y “Gimme Shelter”, contra la guerra de Vietnam, y “Street Figting Man”, inspirada en las revueltas callejeras de finales de los sesenta, y la irreverente y tórrida “Brown Sugar”, la triste y emotiva “Wild Horses”, la sedosa “Sister Morphine”, la coral “You Can’t Always Get What You Want”, la voluptuosa “Honky Tonk Women”, etc… Pero The Rolling Stones no solo ha sido banda de éxitos sueltos, tiene en su haber cuatro discos consecutivos que son piedra angular del género: Beggars Banquet (68), Let It Bleed (69), Sticky Fingers (71) y el doble Exile on Main St. (72).
Por sus actuaciones
Son “the biggest band in the world”, los reyes del rock entendido como gran espectáculo de masas, con sus pantagruélicos montajes de fuegos artificiales, hinchables y pantallas gigantes. Pero lo que más se le puede agradecer a los Stones actuales es que mantengan el repertorio vivo y bien, muy bien conservado. Saben que lo tienen y lo demuestran. Son cuatro forajidos resabiados con todos los secretos del rock a sus espaldas: Mick Jagger, el hombre que no suda pero hace sudar, cargado de magia sexual, incombustible animal de escenario entre gacela y leopardo, que mueve a las masas como quien remueve azúcar en el café; Keith Richards, el riff-man, la pose, el sentimiento y esa afinación abierta en sol que crea un peculiar zumbido base en las canciones; Ron Wood, adalid pirata de las seis cuerdas, gitano blanco que hace blues-rock negro; y Charlie Watts, el baterista de jazz metido a roquero, el contrapunto old-gentleman del grupo. Además, una pléyade de increíbles músicos les secunda en directo, haciendo de cada uno de sus conciertos un opulento banquete de rock and roll de sonido sin domesticar y avasalladora e insolente actitud.
El modelo de tour de estos últimos años ha sido mes y medio de corrido y descansos cortos. Las cifras que se manejan en sus giras son absolutamente astronómicas: Billboard confeccionó una lista con los músicos que más habían ganado en gira de 1990 a 2014 y The Rolling Stones, con 1.565 millones de dólares, se hicieron con el primer puesto. Solo la gira Bigger Band Tour (05-07) fue certificada por Guinness como la más lucrativa con 558 millones de dólares recaudados. Ojo, que muy de vez en cuando bajan a la Tierra y ofrecen un concierto sorpresa en una pequeña sala a precio irrisorio, como ya lo hicieron en París, Toronto y, recientemente, en Los Ángeles.
Por su longeva supervivencia
El grupo nació en 1962 bajo la instrucción musical del teclista Ian Stweart y la visión glamorosa del guitarrista Brian Jones. El despertar de Jagger/Richards, sin embargo, fue paulatino. Ian, aunque fue colaborador del grupo hasta el final de sus días, se quedó fuera de la banda por desentonar estéticamente. Fue bajo las indicaciones de un manager, Andrew Loog Oldham. Manager que sería decisivo en su alzamiento como grupo de éxito. Así, alimentó, por ejemplo, la falsa rivalidad con The Beatles, que les daría muy buenos réditos publicitarios. En 1969, con el grupo en la cresta de la ola, Brian fue expulsado por poco profesional y, atiborrado de drogas y con el orgullo hundido, apareció ahogado en una piscina.
Los Stones son ahora una venerable marca, pero hubo un momento en el que fueron sinónimo de peligro y simbolizaron mejor que nadie esa trilogía que se entendía como sagrada: sexo, drogas y rock ’n’ roll. Vivieron dos décadas rodeados de grupies y camellos en los camerinos, jets privados y mansiones. Las conquistas de Mick son tan antológicas (de Briggit Bardot a Carla Bruni) como la toxicidad arrastrada de Keith, heroinómano durante años, vicio que no ocultó jamás. Que Mr. Riff esté vivo se considera un milagro. Ron Wood, guitarrista definitivo desde 1976, llegó a someterse a electroshocks para dejar la heroína, aunque su caballo de Troya siempre fue el alcohol, del que tardó muchos años en estar limpio. Hasta Charlie Watts inauguró los ochenta enganchado y, paradójicamente, fue Keith el que le dio el toque y le ayudó a salir.
Existen cientos de bien documentados libros sobre la vida y milagros de The Rolling Stones, a destacar Viajando con los Rolling Stones de Robert Greenfield, La verdadera historia de los Rolling Stones de Stanley Booth y Los Rollling Stones: los viejos dioses nunca mueren de Stephen Davis. Jugosas son también las tres autobiografías publicadas por miembros de la banda: Life de Keith Richards, Memorias de un Rolling Stone de Ron Wood y Stone alone de Bill Wyman, el bajista que abandonó el grupo en 1993 y que no ha tenido sustituto oficial. Hasta el dealer, el español Tony Sánchez, publicó Yo fui el camello de Keith Richards. Mick ha declarado que aún no hay editorial que le pague por escribir sus memorias, pero ha consentido y propiciado que se exponga la muestra retrospectiva Exhibitionism, que cuenta con 500 objetos personales de la banda y que se puede visitar en Londres hasta 2016.
Por saber vender la marca
Tienen el logo más conocido del rock and roll: los labios con lengua, obra del diseñador canadiense John Pascher que se inspiró en “Morritos Jagger”. De lo que dicho logo significó a lo que hoy significa cabe un abismo, la banda ha ido vendiendo su piel de serpiente al postor más conveniente. Ha sido patrocinado por coches, perfumes, cervezas, empresas de telecomunicaciones y proveedores de hipotecas, y son asiduos practicantes del cobranding (dos marcas que se unen para vender más). Recientes ejemplos son el Jeep Renegade The Rolling Stones 14 Onfire, el Volkswagen Golf Rolling Stone (Vodoo Lounge Tour), el reloj Zenith 1969 Tribute to The Rolling Stones o la tirada especial de la cerveza Quilmes. También sus canciones se han asociado a marcas en diferentes anuncios “Complicated” (Lexmark), “I’m Free” (Chase Bank), “Jumpin’ Jack Flash” (Chevy), “Let’s Spend the Night Together” (Sheraton y Apple), “She’s a Rainbow” (Sony), “Start Me Up” (Microsoft y Omega), “Symphathy for the Devil” (Mercedes-Benz) o “You Can’t Always Get What You Want” (Coca Cola)…
¿No iría por aquí lo de vender el alma al diablo?
Encuentro en Twitter con The Rolling Stones
Para rubricar que están en activo y acordes a los tiempos, Mick (71 años), Keith (71), Ron (67) y Charlie (73) celebraron este año un primer encuentro con sus fans a través de su cuenta de Twitter, antes de comenzar su gira veraniega por los estadios de EE. UU. He aquí lo que respondieron ante determinadas cuestiones:
#La longevidad de la banda @Richards: “El secreto es ir a misa todos los domingos; y estar limpio y saludable”.
#La evolución tecnológica @Watts: “No tengo celular ni cuenta de Twitter”.
#La muerte de B.B.King @Jagger: “Estaba mirando una foto de mí y de B.B. en los camerinos en el Madison Square Garden (en 1969). Cantó con nosotros un montón de actuaciones en ese tour. Tocamos juntos por última vez en un concierto de blues en la casa blanca. Es triste, tenía una enorme y larga carrera. Es triste que no lo vayamos a escuchar en vivo de nuevo”.
@Richards: “Uno de los grandes. B.B. era un gran tío. Era un auténtico caballero, y lo echaré mucho de menos. Al menos tenemos sus discos. Adiós, B.B”.
#La muerte de Bobby Keys (saxofonista de los Stones) @Richards: “Lo extraño, man, pero él diría: El show debe continuar”.
#Giras por estadios @Richards: “Los estadios no son tan diferentes de los lugares techados. Son sólo más grandes, y está el tema del clima. Dios se acopla a la banda de una forma u otra”.
#La forma física y vocal de Mick @Jagger: “Hago crossfit, y mi entrenador me dice: ‘Intenta cantar al mismo tiempo’. Pero es imposible hacerlo en un gimnasio frente a otras personas. Hay que practicar. Tienes que hacer ejercicios de calentamiento y cuidar de ti mismo. La regla es clara: Hay que calentar antes de un show y ensayar todos los días durante un mes antes del inicio del tour”.
#El nuevo disco de Richards en solitario @Richards: “Los Stones hemos estado trabajando tanto que tuve que guardármelo hasta que encontremos un momento razonable. La idea está. En general, cuando saco un disco, hago un par de recitales”.
#Retirarse @Jagger: “No pienso en retirarme”.
@Richards: “Quiero ver cuán lejos puede llegar la banda. Mientras tenga ganas de hacerlo, y haya gente que nos escuche, lo seguiremos haciendo”.