El aguerrido y poético quinteto de Berriozar ha protagonizado uno de los lanzamientos y una de las giras del año. El azogue, el disco, es el mejor homenaje que la banda se podía hacer así misma, un afortunado acto de pleitesía al género del rock estatal.
El azogue, la gira -que acaba en Bilbao el 28 de diciembre-, ha llenado mucho más allá de las propias expectativas: había más hambre de Marea de la esperada. Nos reunimos con el grupo al completo y hablamos de todo un poco.
Hace un par de años tuve ocasión de veros en la bajera preparando este disco, que ya tenía música, pero le faltaban letras.
Alen: Más o menos la música estaba. Las estructuras no han sufrido ningún tipo de variación. Alguna vueltita mínima. Había más canciones entonces. Pero musicalmente los arreglos eran parecidos.
Kolibrí: En el proceso de producción nos metimos dos meses en el estudio, teníamos los temas arreglados del local, pero al grabar todos juntos y escucharnos y sincronizarlo todo perfectamente, metimos algún cambio mínimo. La gente podría escuchar lo del principio y luego como han quedado finalmente y bueno, los cambios solo los notamos nosotros, porque íbamos más finos, realmente llegamos al estudio con todo muy avanzado.
¿En ese proceso de arranque ya estáis todos o Kutxi llega al final?
Kolibrí: Se hace todo a la vez, quizá las letras no son explícitamente las que van al final en el disco, pero Kutxi canta siempre cosas sobre las melodías, y todo eso sirve de vehículo de unión en cada tema: las partes, la estructura. Las melodías van cogiendo forma y, cuando él ya tuvo claras las letras, nos metimos en el estudio.
Alen: Conforme va surgiendo la composición musical, Kutxi va dirigiendo la estructura, él está como estamos todos, compone la música también, desde el principio estamos los cinco. Encima es guay porque Kutxi es a la vez un espectador y se da cuenta enseguida de cosas, tú estás engorilado, tocando para que salga bien en vez de estar pensando en la estructura y la canción, pero él está viendo el global.
Cesar: Tenemos que estar los cinco. Necesitamos que esté Kutxi en el ensayo. Los cuatro vamos hasta un cierto minuto de la canción, pero luego Kutxi tiene que estar para dirigirnos: vete para aquí, vete para allá. Hemos de estar los cinco.
Y el proceso no acaba hasta que llega Kutxi con una letra que considera definitiva.
Alen: Si él dice que aún no están las letras… sabes que ya le saldrán. La verdad, yo le he visto hacer una canción en menos de diez minutos y bien hecha. Pero hay que estar tranquilo, él tiene que estar convencido.
Kutxi: Bueno, yo puedo escribir un disco en un fin de semana, pero luego está la altura emocional de las cosas, luego tienes que cantarlas y, como decía la cantaora La Piriñaca, la boca te tiene que saber a sangre cuando cantes las palabras. A nivel literario las haces, si es puramente literatura tenemos oficio como para hacerlas en un día y no se iba a enterar nadie que las has hecho en una tarde, pero no es el plan. La movida es que la altura emocional sea la misma que la lírica. La lírica la puedes buscar por oficio, la emocional no, y es un putadón, porque claro, eso viene cuando viene.
El pozo era en origen el título, que terminó en El azogue.
Kutxi: Sí, la idea original era esta, pero pasó lo del chaval de Huelva, lo de Julen… Teníamos la portada preparada (cuyo dibujo ha quedado en el interior del disco) y entonces decidimos no sacarla, nos dio fatiga. Y sacamos esta otra.
Hay canciones como “Ocho mares” o “Pecadores” que definís como marca de la casa ¿Sabéis perfectamente a qué os referís?
Kolibri: Sí. Hard rock como entendemos nosotros el hard rock, de la escuela de AC/DC. Ese riff de guitarra que empieza el tema y al que luego se unen todos… y meneamos la cabeza como si no tuviéramos cuello.
¿Diríais que hay temas intercambiables con discos de antes?
Kutxi: “El temblor” es una canción que podría haber ido en alguno de los primeros discos, pero ¿Los otros de este disco? No creo.
En uno de los temas más coreados del nuevo trabajo, “Jindama”, cantáis: La ciencia llegó de Plasencia y de Carabanchel. En estos ocho años que habéis estado en barbecho, Robe Iniesta sacó discos en solitario y Rosendo se despidió de los escenarios… Se sobreentiende que estáis atentos a todos estos movimientos de vuestros maestros.
Alen: Sí. Robe creo que nunca se había permitido un capricho y tenía todo el derecho del mundo a disfrutar y hacer otra cosa diferente. Y no se lo había permitido nunca por la responsabilidad hacia Extremoduro y por un montón de cosas, pero creo que eso lo tendría que hacer todo músico, investigar por su cuenta. Lo que Robe haga luego con Extremoduro va a ser mejor, una visión mejorada. En nuestro caso han sido los proyectos en solitario de Kutxi, de Piñas, lo mío con Ciclonautas o las producciones de Kolibrí, eso es una formación que te hace llevar más recursos a tu banda madre. Son necesarios. Y está muy bien airearse la cabeza haciendo otras cosas sin tanta presión. Yo soy muy partidario de eso. Fíjate el Kutxi la cantidad de colaboraciones que hace, es una pasada. Hay que relacionarse, salir del armario, del gueto.
Kutxi: El adiós de Rosendo decir que tiene toda la puta razón. Entiendo su postura. Bajarte tú del escenario y que no te baje él, que no sea el escenario el que te diga: ya no te puedes subir encima de mí.
Alen: La despedida de Rosendo en Madrid fue tremenda. Vino a decir: lo siento, nos hacemos mayores, nos tenemos que ir. Encima ¡cómo se ha despedido de bien! ¡Cómo ha cantado! ¡Cómo ha tocado! Con nivelazo. Arriba.
Ese pensamiento de retirada a vosotros se os queda todavía muy grande ¿no?
Kutxi: ¡Que va!
Alen: Pues con la entrada en los cuarenta que tuvimos (los problemas de Kutxi con la garganta y yo con el corazón) estuvimos a punto de jubilarnos antes que Rosendo…
Piñas: Esta gira es la última. Nos ha encantado lo de Rosendo por eso, es una señal. Como cuando ves que el tipo del telediario es más joven que tú. Son señales.