macaco

Macaco. La piel marcada por el viaje.

Macaco es el apodo de Dani Carbonell, un barcelonés que se presentó en la floreciente y novedosa escena mestiza que surgía al final de los noventa en la Ciudad Condal. Se presentó arropado por un grupo, pero pronto se reveló con el carisma suficiente como para ser absoluto ‘frontman’ de su proyecto, con el necesario talento como para trabajar con diferentes colaboradores según el calado de sus creaciones.

El mono en el ojo del tigre (1998) fue su puesta de largo, un primer disco fresco, hiperactivo, que aportaba chispa a una escena, la mestiza, que

admitía de buena gana, en aquellos tiempos, muchas manos expertas que la moldeasen. En ese disco ya asomaba la esencia del Mono Loco (este fue su primer alias, cuando correteaba por las callejuelas barcelonesas buscando vibra y ritmo entre los músicos callejeros, para poder rapear encima de sus improvisaciones), su manera de cantar, esos distintivos agudos tics que emite como remate a sus fraseos, su forma de moldear versos cargados de imágenes sugerentes o explícitas del mundo que le rodea. Esa visión se fue haciendo mayor al tiempo que Macaco se mezclaba con otras culturas, mientras viajaba y sentía otras realidades, aprendiendo del planeta tierra.

Tras varios trabajos publicados que le traen y llevan por medio mundo, es con el disco Puerto presente (2009) con el que logra el gran éxito mediático, convirtiéndose en el artista internacional que hoy conocemos. A lo largo de esta carrera que le ha traído hasta este nuevo disco, Historias tattooadas, Macaco ha recibido galardones y reconocimientos por su labor como creador de canciones, ha llenado arenas con miles de almas coreando sus estribillos, y además ha publicado el libro de poemas Amor a lo diminuto (2012). A día de hoy, sus giras se extienden a lo largo y ancho del globo ofreciendo un colorido show que aboga por la paz entre personas, el final de las guerras, el amor por los niños, el respeto al medioambiente y la visión de un mundo donde todos reímos un poco más.

Dani Macaco nos atiende recién aterrizado de un viaje promocional por Sudamérica, está en Barcelona presentando con fuerza su nuevo disco, Historias tattooadas.

– Podríamos empezar por el librito de poesía que publicaste en el 2012, Amor a lo diminuto, ¿Cómo te dio por ahí?

Ha sido otra manera de enfrentarse al trabajo, otro modo de afrontarlo. No es un libro de viajes, pero me salió estando de viaje. Había estado leyendo mucha poesía, y pensé que se me había pegado algo (risas). No sé, quizá llamar poesía a lo mío es un término que viene grande, pero es mi manera de expresarme. Me salió de una forma natural y le puse todo mi trabajo y esfuerzo, mis ideas. Eran textos pequeños, quizás era ese el concepto y, por eso, quedaron unidos bajo ese título, Amor a lo diminuto, no sé, al ser algo pequeñito, no me daba tanto apuro mostrarlo. Esa bandera, ese paraguas, me dio comodidad, y fui juntando poemitas con fotografías que hice a cosas diminutas. Y las fui buscando un nexo de unión. A las editoriales les gustó. Y ahí está.

– En este nuevo disco, los textos de tus canciones van un poco más allá que en otras ocasiones. Se percibe cierta maduración. ¿Puede ser?

Así es, me alegra que lo aprecies. Con esto no digo que los textos de mis anteriores discos no estuviesen trabajados, pero sí es verdad que en este disco he tratado de jugar más con las palabras, buscar, como dice Saramago, el olor de las palabras, no tratar de hacer un jeroglífico. Pero sí buscar el juego de las palabras… Es cierto que he estado en el mundo de los Dylan, Cohen o Sabinas, sin perder mi norte, el de los estribillos, esa fuerza que tiene el estribillo en la rumba o en el reggae, que me ha marcado mucho. Quería unir esos dos mundos a mi manera, y me ha hecho darle muchas más vueltas a todo ese proceso compositivo a la hora de hacer las canciones de este nuevo disco.

– Un disco que has grabado aquí, sin viajar fuera, sin buscar esa prof­­­esionalidad guiri…

Una de las consignas que me puse para este disco fue hacer las cosas con mi equipo. Soy un cronista social, a fin de cuentas, que narra las historias que le caen cerca o que yo mismo vivo. Hablo de mi alrededor en la mayoría de los casos y, en toda esta actualidad, está la realidad de la gente que se tiene que ir de su lugar para poder encontrar un trabajo y tirar adelante con la vida. Algo que ya ha ocurrido en otras épocas y que seguirá sucediendo, aquí y en cientos de países. Justamente, quería aportar algo ahí, y por ello quise hacer el disco aquí y con mi gente. Era llevar a la práctica ese asunto: si yo puedo proporcionar trabajo, que sea para bien de mi gente, de mi equipo, gente que lo necesita y que son muy profesionales. Era parte de la filosofía de este disco.

– ¿Eres de los que utiliza el estudio para limar composición o llegas con todo muy claro y solo grabas?

Este ha sido muy de guitarra en casa. Y hasta que no he tenido quince o dieciséis canciones ya bien armadas, no he querido ir al estudio. Cuando estaba todo bien construido, que yo lo podía defender con la guitarra y la voz, es cuando hemos empezado a armarlo. No soy un buen guitarrista, pero sigo componiendo con la acústica, el lápiz y la libreta, y hasta que no he tenido ese esqueleto, no he ido. Ya con eso claro, he grabado en el estudio esa estructura y sobre ello hemos trabajado, sobre la canción en sí, sin perder esa esencia. El trabajo fuerte ha sido en casa.

– Un artista como tú, con responsabilidad internacional, ¿qué echa de menos de la inconsciencia inicial? Cuando no eras aún tan famoso y no tenías tanta presión mediática…

Los años no pasan en balde. La madurez debe servir para que uno no se pierda al trabajar, no se deje llevar por caminos que no son útiles o son innecesarios. En mis primeros discos, muchas veces me he perdido en la producción de la propia canción, querer poner muchas cosas y terminar por enterrar la esencia… sí que me ha pasado. Y la madurez y la experiencia me sirven para verlo, aceptarlo y no volver a caer en ese aspecto. Por lo demás, la frescura y la ilusión con la que me enfrento a la composición o grabación de un disco, es la misma que al principio.

– Llevas tiempo viajando a Sudamérica, ¿cómo la disfrutas?

En efecto, he realizado una intensa gira promocional de dos meses. Siempre ha sido algo natural, tengo un montón de amigos de allí, músicos con los que toco mucho. Ahora regreso por Colombia, Chile, Puerto Rico, México, incluso giro por Estados Unidos, me pierdo. La conexión siempre ha sido muy buena.

– Y ahora, más cerquita, ¿qué recuerdos guardas de tus visitas por Euskadi?

Siempre he disfrutado muchísimo el norte, además de músicos como Fito o Fermín, a los que admiro y disfruto, y que siempre han sido muy cariñosos conmigo. La gente de allí es abierta, y disfruta el mezclarse. El País Vasco siempre ha sabido tener los sentidos abiertos. Tocar allí es disfrutar y pasar por allí siempre es una delicia: buena comida, buena gente, un mar fantástico… el norte es salud.

Texto: Kike Turrón & Kike Babas • Fotos: Sony Music

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