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La vida después de la muerte

Nos encontramos con un Julio Medem que trata de encontrar el rumbo que parece perdido desde el desastre que supuso Caótica Ana. Con Habitación en Roma parecía querer tomar distancia respecto a sí mismo, partiendo de un material ajeno y escondiendo sus notorias obsesiones. En ma ma vuelven algunas de sus constantes, aunque parece que el tiempo ha suavizado la vocación simbólica de su cine. No obstante, podemos encontrar mucha poesía en esta historia sobre enfermedades y perdidas.

Y es ese tono poético el que le permite al director afrontar la tragedia desde la belleza. Medem no se recrea en el dolor, sino que busca una perspectiva vitalista desde la que afrontar la desgracia. En este sentido, la construcción que hace Penélope Cruz de su personaje resulta fundamental para la credibilidad del relato. La actriz hace un trabajo impecable, en el que es capaz de encontrar el tono justo que requiere cada momento. Algo que siempre le ha costado mucho a la actriz, durante una carrera llena de interpretaciones irregulares, pero que en este film es capaz de conseguir con brillantez.

La presencia de Cruz también incide en una idea que ronda en todo momento en la cabeza del espectador, y es que nos encontramos ante una película muy almodovariana. En algunos momentos, quizás en exceso. Algunos elementos chirrían en un conjunto con demasiados altibajos. Si en el inicio Medem es capaz de combinar con fluidez realidad y simbolismo, a medida que se acerca el desenlace el film se separa cada vez más de tierra firme, incurriendo en algunos excesos que rompen ese difícil equilibrio. Es ma ma una película con grandes momentos y apuntes interesantes, pero que acaba perdida en su propia indefinición.

A Julio Medem se le podrán reprochar muchas cosas, pero nadie negará su compromiso con una manera de entender el cine que tiene mucho que ver con lo poético y lo simbólico. Con ma ma vuelve a mostrar muchas de las constantes que han caracterizado su cine a lo largo de estas décadas: “Mis historias no parten de la realidad, es una limitación que tengo”. En este caso el germen del film se encuentra en una escultura de Thomas Schütte. El guión que salió de aquello quedó guardado hasta que: “Ocho años después Penélope se interesa por saber si tengo algo para ella. Lo saqué, y le gustó muchísimo”. Ambos comparten labores de producción en el film: “Teníamos un poco de miedo al hecho de ser actriz-director por un lado, pero también productores. Al final ha salido bien”.

La película trata de encontrar un equilibrio entre lo trágico y lo bello, algo que Medem ha cuidado mucho: “Tenía la intención de no subrayar la tragedia, de no irme a un sitio de sombras. Tampoco me quería ir a un sitio demasiado dulcificado. La historia la he medido mucho, porque es fundamental”. A esto ha contribuido la estupenda música de Alberto Iglesias: “Es una música que parte de la tristeza, pero a partir de ahí lo que hace es que va protegiendo al personaje”. Y también había que tener mucho cuidado con los personajes y sus reacciones: “Había que tener cuidado con los lloros. Los protagonistas lloran, pero poco, en los momentos justos“.

El film está rodado en Canarias y Madrid, ciudad esta última a la que el director a vuelto para vivir en España después de su periplo por Los Ángeles. Ante la cuestión de si siente la necesidad de volver a rodar pronto en el País Vasco, Medem afirma: “No sé si volveré a rodar, me encantaría. Creo que quiero volver al País Vasco en el sentido de vivir más, de estar más cerca”. La última vez que filmó en Euskadi fue con el documental La pelota vasca, la piel contra la piedra, un film que provocó reacciones furibundas en su contra. ¿Mereció la pena aquel sufrimiento?: “Asumí un riesgo muy grande, pero nunca me he arrepentido de hacerla”.

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Texto: Manuel Barrero • Fotos: Entertainment One Films Spain

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