Jesús Matia es un hombre inquieto, elegante en las formas. Tiene una voz grave y profunda, podría haber sido barítono si se lo hubiera propuesto. Su conversación es pausada y didáctica.
Ocupa un pequeño despacho en un antiguo edificio del siglo XVIII ubicado en el Casco Viejo bilbaíno, frente a la ría, a unos metros del puente de la Merced y el mercado de La Ribera. Se encuentra, junto a su hermano Enrique, unos años más joven que él, al frente de un negocio, Joyería Matia, fundado en 1952 por su padre, Laureano Matia, que en la actualidad cuenta con 16 trabajadores. Más de seis décadas dedicadas a la fabricación de las joyas más apreciadas de la villa. Un negocio que nació como taller y que con el paso del tiempo se ha convertido en una de las referencias de la fabricación de joyas en España.
Jesús, que acaba de cumplir 60 años, creció jugando entre las máquinas que había en el local del Casco Viejo. Estudió en el colegio Trueba, en Artxanda. Una época en la que, además de aplicarse con los libros, le daba al balón. Y no lo hacía nada mal. Llegó a jugar en los equipos infantil, juvenil y de Preferente del Arenas, equipo histórico del fútbol vizcaíno. Fue Javier Clemente, entonces su entrenador, quien le aconsejó que dejara su práctica. “Dedícate –me decía– a cantar o al cine”. Jesús acabó cantando en el coro de la universidad mientras cursaba sus estudios en la Escuela de Comercio y Empresariales de la calle Elkano. En 1980, con apenas 24 años, se incorporó plenamente a la joyería, que desde entonces es su gran pasión.
En el año 2003, los hermanos Matia decidieron abrir en la calle Ercilla de Bilbao, al lado del hotel del mismo nombre, “MATIA LÍNEA DIAMANTE”, un local especializado en diamantes. “Nuestros productos –afirma Jesús– deben de tener buen diseño, calidad, el mejor acabado y un precio razonable”. Sus clientes, la mayoría jóvenes, les han permitido continuar manteniendo su ADN en joyería. “Nuestro concepto de fabricación es de una joyería moderna –se reafirma–, una joyería de vaqueros”. Sus clientes son personas con paladar refinado y sensibilidad. Para ellos elaboran cada año dos producciones diferentes de joyas con diamantes, una en primavera y otra en Navidad. En el mes de agosto ha concluido la colección de primavera del 2018 y en el mes de septiembre comenzará a pensar en la de Navidad del próximo año. “Hace años, cuando empezamos, había muchas dificultades para conseguir materiales. Hoy, sin embargo, tenemos medios técnicos para fabricar joyas en 24 horas”.
Jesús crea sus propias joyas. “Lo nuestro es un lujo silencioso. En empresas pequeñas como la nuestra hay que hacer de todo. Estás en la cama durmiendo y si tienes una idea te levantas y la apuntas o la grabas en el teléfono. Este trabajo tiene una parte creativa que nos permite estar permanentemente atentos y frescos”. El proceso de creación de una joya parte de una idea, que surge de la observación o de la inspiración. Esa idea se desarrolla, por lo que hay que realizar un boceto inicial; se desarrolla, para lo cual hay que hacer varias pruebas; y, por último, hay que supervisar el producto terminado. “Para crear joyas –asegura Jesús Matia– hay que tener cierta sensibilidad artística y observar las tendencias del mercado. Todo ello se mete en una olla y se le da el toque bilbaíno”.
Los tiempos han cambiado una barbaridad, van muy de prisa “no sirven los mismos productos que hace 30 años. Hoy hay que innovar, crear tendencia continuamente, crear nuevos productos”. Eso sí, los clientes, además de ir a comprar las novedades, también continúan acudiendo a su joyería a comprar piezas tan clásicas como el anillo de pedida o la alianza de aniversario.
Los tiempos, debido a la crisis económica, no son los mejores. El comercio en general, las joyerías en particular, no están pasando su mejor momento. “La crisis económica –reflexiona– afecta a nuestra actividad. Antes teníamos carreteras grandes, pero no teníamos vehículos. Hoy tenemos Ferraris para conducir por carreteras estrechas. Contamos con los mejores medios técnicos para fabricar, pero hay un cambio de tendencia en la gente, que no ve las joyas como algo prioritario”.
A pesar de todo, Jesús es optimista, al fin y al cabo el placer por adornarse ha existido desde que el hombre es hombre. Matia es uno de los pocos fabricantes de joyas que quedan en activo. Hay muchas relojerías que tienen joyas pero muy pocas joyerías que se dediquen a fabricar joyas. “Los que sólo nos dedicamos a la joyería somos unos románticos. Quedamos los viejos rockeros, que mantenemos los mismos criterios que nos han hecho llegar hasta aquí. Creemos en lo que hacemos y lo hacemos bien”.
Jesús Matia, que ha dedicado su vida a la fabricación de joyas, no sabe cuando se cansará de esta profesión. Su padre se jubiló a los setenta años, así que aún le queda una década por delante para pensarlo. Tal vez, si tuviera más tiempo libre, jugaría todos los días al tenis, deporte del que se confiesa un enfermo, “mis amigos me llaman Rafa. Veo todos los partidos que puedo por la televisión y juego todos los fines de semana”. Probablemente, sería un sueño cumplido, se acercaría de cuando en cuando a París para disfrutar viendo in situ el torneo de Rolland Garros.
Texto: Txema Soria • Fotos: Hibai Agorria