La historia de la lasaña de anchoas empieza con la historia del Restaurante Etxanobe, un restaurante que nació hace 15 años, en un lugar en un tiempo diferente. Un restaurante que estaba en las alturas y no a pie de calle, un restaurante que ha viajado en volandas, ayudado por la magnífica gestión del Palacio Euskalduna con Jon Ortuzar, el mejor gerente del mundo, al frente.
En sus inicios, nos propusieron ir a Hong Kong, donde se encuentra uno de los Palacios de Congresos más grandes del mundo, para dar la cena final que anunciaba que el año siguiente iba a ser en Bilbao, cena que también dimos acompañados de todas las estrellas Michelin de Euskadi.
Nos pidieron un plato internacional en el sabor. En ese momento nació la lasaña, luego se fueron haciendo combinaciones y pruebas, hasta dar con el plato de mayor éxito de los últimos años de la cocina vasca. Fue tal el éxito, que tuvimos que hacer una página web que se titulaba así: Club de Fans de la Lasaña de Anchoas del Etxanobe. En esa página, nuestros clientes nos dejan comentarios de satisfacción.., pero nada comparado como la respuesta emocional in situ que hacen nuestros clientes. La lasaña, testigo de lujo de nuestro paso por el tiempo, ha visto pasar platos y platos por nuestras cartas, y ella ha sido la reina sin competencia. Hoy en día, es tal su éxito y su consolidación, que es difícil que la gente no la pruebe. Su filosofía y su sabor son los siguientes:
A partir de un tomate, que como todos los frutos es ácido y dulce, quitamos sus pepitas ácidas, y en su lugar ponemos unas anchoas marinadas en vinagre. Pero para darle textura y profundidad a un plato de una armonía de dulce y ácido perfecta, introducimos pasta que le da persistencia y una crema cocinada que le otorga profundidad. Es, por tanto, un tomate con sabor a mar. El comentario general al comerla es… “me comería otra”.
Cuando nuestro mejor embajador, Jon Ortuzar, viene con sus invitados de lujo, no puede fallar nuestra lasaña, un plato que entusiasma al 99 por ciento de personas que lo prueba. Una anécdota divertida de nuestro plato es que, como todos los grandes platos, tiene cientos de imitadoras. Un día, en el casting de master chef, uno de los aspirantes cocinó nuestra mágica lasaña. Todas las copias nos honran, pero la auténtica es única y es que, como la música de Mozart, para hacerla, un principiante la puede lograr, pero para bordarla se necesita toda la vida.
Gracias Hong Kong, gracias Air Cargo, y gracias Jon Ortuzar, por la visión para traer el Etxanobe al Palacio de Congresos. La lasaña viaja ahora por los paladares de todo el mundo.
Texto: Fernando Canales • Fotografías: Restaurante Etxanobe
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