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Principal Islandia

El glaciar más grande de Europa

Vatnajökull

La palabra islandesa para los glaciares es jökull.

Vatnajökull es el mayor glaciar de Europa en volumen (unos 3000 km³) y el segundo en área, sólo superado por Austfonna en Nordaustlandet, en Noruega. Se encuentra situado en el Parque Nacional de Skaftafell. Cubre aproximadamente el 8% del territorio nacional y el espesor promedio del hielo es de unos 400 metros, pudiendo llegar a un máximo de 1000.

Islandia es una especie de laboratorio de la tierra donde el hielo, el agua, la fuerza magmática y los vientos se entrechocan y luchan para predominar los unos sobre los otros. Un paraíso para los fotógrafos, para los amantes de los recorridos por la naturaleza y los montañeros. La variedad de paisajes, las modificaciones de luz y la meteorología provocan cambios increíbles que sólo se pueden observar unos momentos.

Algunos glaciares no se mueven, otros se desplazan a una velocidad de hasta 0,3 kilómetros por año. En promedio, se mueven a milímetros en un período de 12 meses.

 

 

Jökulsárlón. El lago glaciar de Islandia

Viajando con la mar a la derecha, apareció de repente a mi izquierda el lago glaciar de Jökulsárlón, pleno de icebergs procedentes del Breidarmerjökull (una de las lenguas del Vatnajökull), como el más bello regalo de la naturaleza.

Jökulsárlón (literalmente, «lago del río glaciar») es una gran laguna glacial en el sureste de Islandia, en los límites del Parque Nacional de Vatnajökull. La laguna se ubica a 1,5 km de la orilla de la mar y tiene una superficie de unos 18 km2. Se trata de un gran lago de deshielo glaciar que tiene hasta 200 km de profundidad. Toda la superficie está plagada de icebergs que se desprenden del glaciar, por lo que las vistas son espectaculares.

El lago ha crecido variablemente debido al derretimiento de los glaciares en Islandia. Allí, fui testigo de cómo el hielo antiguo se movía estoicamente a cientos de metros desde la cima de las montañas hasta que era arrastrado hacia el océano en forma de icebergs flotantes. Un pintoresco desfile de témpanos blancos y azules luminosos moviéndose lentamente. Los bloques de hielo chocaban entre sí con un estruendo antes de seguir su camino hasta la mar, a tan solo 500 metros de distancia, en icebergs de menor tamaño. Las focas los acompañaban en su recorrido.

Este espectáculo de la naturaleza generó una fascinante musicalidad de hielo y agua que me provocó una serena y desmedida emoción interior.

 

Texto y fotos: Mariano Remiro del Hoyo

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