Hay artistas a los que es muy difícil decir adiós. Una, quizá porque ha crecido viendo el desarrollo de su carrera, asume que son personajes que siempre van a estar ahí.
Que su estilo y su creatividad inconfundibles van a seguir alimentando ese ser ansioso de color y de irreverencia que llevamos dentro, ese factor sorpresa que caracteriza cada una de sus obras. Y, de repente, una noche de primavera se nos quitó el sueño a todos los que alguna vez habíamos vivido la experiencia de ver por primera vez a un mago de las pasarelas, justo cuatro meses después de que su musa le abandonara.
El mundo de la moda no admite favoritos, pero cuando se publican los horarios de los desfiles, todos en nuestro interior buscamos a ese que siempre consigue llamar nuestra atención, a ese que estás deseando fotografiar porque sabes que la sorpresa será infalible, ya sea con orejas azules, motivos geométricos, bufandas futbolísticas con su nombre, colores infinitos o patrones aparentemente imposibles. Él conseguía eso: llenar los podios de fotógrafos y las gradas de espectadores. Transmitía una anarquía creativa que se hacía única cada temporada. Y nos ha dejado.
Y de qué forma. Esta edición de la MBFW Madrid se vestirá de luto, otra vez, para decir adiós al delfín que hacía moda con las emociones.
Texto: Paloma Canseco