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Bilbioteca de La Sociedad Bilbaina

Fue en 1839 cuando un grupo de bilbaínos fundó un club social, cuya sede estuvo durante 75 años en el número 5 de la Plaza Nueva antes de ocupar en 1913 su actual ubicación de la calle Navarra, y entre cuyos fines se establecían la lectura y el recreo. Y eso explica un fondo bibliográfico que supera las 35.000 obras, con algunos incunables, un millar de impresos del siglo XVI y cerca de 700 cabeceras de revistas y periódicos en su hemeroteca. 

El auge industrial y mercantil de la Villa favorecía un modo de vida burgués en el que la lectura ocupaba un espacio cada vez más destacado, de ahí el interés que despertó su sala de lectura, que, a la luz del catálogo de su bibliografía, en 1882, contaba con cerca de 4.000 volúmenes y más de 1.500 folletos. A ella acudían muchos intelectuales a buscar las novedades que se editaban en Europa. De los más de dos centenares y medio de periódicos y revistas de su hemeroteca, un centenar eran extranjeros. Pero fue el periodo posterior a la Gran Guerra el más activo, gracias a la presencia en sus salas de autores como Basterra, Mourlane Michelena o Sánchez Mazas. En 1953 la biblioteca contaba ya con 40.000 volúmenes, entre ellos varios incunables, el primer libro impreso en la Villa en 1578 por el impresor Matías Mares y una edición del Fuero de Vizcaya de 1528. A mediados del siglo XIX, cuando se inauguró su biblioteca, Bilbao quedó algún tiempo sin bibliotecas públicas, motivo por el que la Sociedad Bilbaina abrió las puertas de la suya al uso público y fueron sus socios quienes impulsaron la creación de una pública para la ciudad. “La biblioteca, a pesar de ser de una institución privada, jamás ha cerrado la puerta a un investigador. Es más, la primera biblioteca pública que tuvo Bilbao con el fin de instruir a las clases más humildes, llamada “Biblioteca de Instrucción y Caridad” (ubicada en la calle Sombrerería), fue creada en 1870 por la iniciativa de un grupo de bilbaínos, miembros en su mayoría de la Sociedad Bilbaina, y ese espíritu ilustrado de entonces de sus socios ha ido transfiriéndose hasta hoy”, nos dice su actual responsable, el historiador José Antonio Larrinaga, quien siguiendo los pasos de su padre, que fuera vocal de la Junta Directiva con cargo de bibliotecario, se ocupa hoy tanto de registrar, clasificar y prestar los libros a los lectores de la Sociedad, como de orientar a aquellos otros investigadores del exterior que acuden a documentarse en sus fondos. La Biblioteca Vascongada de la Sociedad Bilbaina Entre otros autores que componen la formación de la Sección Vascongada destacan por la importancia de sus obras dos extranjeros: el inglés Edward Spencer Dodgson y, especialmente, el príncipe Luis Luciano Bonaparte, sobrino de Napoleón III. Su famoso mapa dialectal de 1863 preside el vestíbulo de entrada de la Biblioteca. El año 1909, levanta Dogson una gran polvareda entre los intelectuales de toda Europa al descubrir en la Biblioteca Provincial unos manuscritos cómicos que son la envidia de las grandes bibliotecas europeas y americanas, y que procedían del archivo del Príncipe Bonaparte, el cual vino a parar a Bilbao gracias a Resurrección María de Azkue, quien medió ante el Duque de Mandas, embajador entonces de España en Londres, para que los adquirieran las tres Diputaciones vascas. A la de Vizcaya correspondieron esos manuscritos cómicos. Y cuando Dogson ingresó en la Sociedad Bilbaina, regaló algunos de sus libros euskéricos, que constituyeron parte del primer fondo de la biblioteca vascongada de la Bilbaina. Por su parte, del Príncipe Bonaparte, vascófilo que brilla con luz propia entre los extranjeros volcados en la lengua vasca, hoy preside la sala central de esta biblioteca su famoso mapa de los dialectos vascos.

 

Texto: Seve Calleja • Fotos: Sociedad Bilbaina

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