Este año, el Premio Pritzker, también conocido como el premio Nobel del mundo de la arquitectura, ha recaído en las manos de Arata Isozaki, el genial arquitecto japonés responsable de la transformación del paseo Uribitarte de Bilbao.
Muchos conocen su obra a través de edificios tan significativos como el Palau Sant Jordi, diseñado para los juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, una de sus 10 piezas arquitectónicas más conocidas en España. En el extranjero destacan edificios ejemplares como el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles de 1986 o el Museo de la Academia Central de Bellas Artes de China (CAFA) de Pekín, que abrió sus puertas en 2008.
Arata Isozaki nació en 1931 en la prefectura japonesa de Ōita, en la isla de Kyushu, escasos años antes del inicio de la segunda guerra mundial. Tenía 14 años cuando las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeadas, y en sus inicios diseñó edificios con una clara intención de transitoriedad. “Cuando empezaba a tener edad para entender el mundo, mi ciudad natal fue arrasada. En la orilla de enfrente, la primera bomba nuclear fue detonada en la ciudad de Hiroshima, así que crecí muy cerca de la zona cero. La devastación era total, no existía arquitectura, ni edificios, ni siquiera ciudades. Me encontraba rodeado únicamente de barracones y refugios. Así que mi primera experiencia con la arquitectura fue el vacío de la misma, y de ahí empecé a considerar como reconstruiría la gente sus hogares y ciudades”.
Los primeros éxitos del arquitecto tuvieron lugar durante la ocupación de Japón por el bando aliado, en el proceso de restauración del país tras su casi total destrucción durante la Segunda Guerra Mundial. “Quería ver el mundo a través de mis propios ojos, así que viajé por el mundo al menos hasta en 10 ocasiones antes de cumplir 30 años. Quería sentir la vida de la gente en los distintos lugares de Japón, pero también dentro del mundo islámico, de los pueblos de las montañas en la China profunda, en el sudeste asiático o en las grandes metrópolis de los Estados Unidos de América. Durante mis viajes siempre tuve en mente la pregunta ¿qué es la arquitectura?”.
La respuesta a esta pregunta ha ido evolucionando con los años, debido a su constante voluntad de indagación que refleja su espíritu inquieto, siempre tratando de entrelazar la arquitectura con la filosofía, la historia, la teoría y la cultura. Su estilo híbrido, imposible de encajar, combina técnicas tradicionales japonesas con occidentales para tratar de solventar problemas situados en posiciones dialécticas opuestas.
Isozaki Atea, construida en 2008 sobre el antiguo depósito franco de Uribitarte durante el proceso de transformación de la ría Bilbao, fue concebida como una puerta para abrir el ensanche de Bilbao a la Ría. Es un espacio de convivencia ciudadana donde se fusionan espacios residenciales, comerciales, de ocio y arte. Desde su construcción se ha convertido en una puerta que abre a Bilbao al resto del mundo situando a la ciudad en el punto de mira del arte contemporáneo.
Biblioteca de la prefectura Oita. ©