El barcelonés Alex Mumbrú (38 años) es uno de esos bilbaínos adoptados que parecen llevar toda su vida en la Villa. Ganador enfermizo, este socarrón de dos metros largos apura y disfruta de su vigesimoprimera y última temporada en la ACB. Debutó en el pasado siglo, días después de que falleciese Lady Di en un accidente de tráfico. Hace un rato, vamos.
Campeón del mundo y plata olímpica, llegó al Bilbao Basket en 2009, a una franquicia en crecimiento. La lideró hasta llevarla a los subcampeonatos de liga y Eurocup, y a una histórica serie de cuartos de final de la Euroliga, la Champions del baloncesto, ante el CSKA Moscú. El efecto Miribilla, fenómeno pasional que trasladan las gradas al parquet, llegó de la mano del efecto Mumbrú. De sus canastas y sus aspavientos reclamando apoyo. Habla como tira.
Debutaste en 1997 con el Joventut y aún aparentas la ilusión del primer día. ¿Cómo has mantenido el ánimo?
Cuando haces algo que tanto te gusta desde pequeño, que te sigue divirtiendo… Soy muy competitivo y, aunque es un año duro por lo emotivo, mi deseo de ganar y dejar lo más arriba posible a este equipo hace que no piense demasiado en la retirada.
Tanto desgaste físico lleva a un dolor permanente desde que uno se levanta de la cama… Y más en el baloncesto por los saltos permanentes.
Todo el deporte profesional, sea más o menos intenso, obliga a convivir con las molestias. Solo los jóvenes, y al principio, se libran de ello. Siempre juegas con algún dolor. He tenido la suerte de no sufrir grandes lesiones, por eso he hecho una larga carrera.
Tienes todo el año para despedirte de las canchas de la ACB. ¿Cómo lo llevas?
Mira, tenía tan claro lo de la retirada que por eso me lancé a anunciarla con tiempo. Al principio, sientes añoranza y, lógicamente, no va a ser lo mismo decir adiós en algunas pistas. Hay sitios muy especiales. Afronto la temporada con la máxima ilusión.
Va diciendo adiós una generación de jugadores increíbles como Raúl López, Juan Carlos Navarro, Felipe Reyes y tú mismo… ¿Supone un antes y después en el baloncesto español?
No sé si es un antes y después, se acaba una generación que lo ha dado todo con grandes éxitos en el baloncesto español y su selección. Ha sido un grupo muy especial y me satisface haber formado parte del mismo. Esto sigue, también ahora hay grandes jugadores.
Has vivido tu carrera en tres grandes ciudades: Barcelona, Madrid y Bilbao, un triángulo mágico. ¿Cómo ha sido tu experiencia en cada una de ellas?
Barcelona es donde nací y me crié. Badalona es mi casa, en el Joventut me lo enseñaron todo y confiaron en mí. Madrid es una gran ciudad y el Real Madrid, muy competitivo. Allí sólo valía ganar todos los días. Luego está Bilbao, mi segunda casa. Me siento muy bien aquí, la gente es increíble, dos de mis hijos nacieron en ella y hablan euskera. Me siento muy querido por la afición y el club. Cuando salí del Real Madrid, tenía otras ofertas, pero aquí había un proyecto dispuesto a crecer poco a poco y me uní a él. Era imposible pensar que seríamos subcampeones de la ACB tras eliminar al Real Madrid y Valencia, llegaríamos tan lejos en la Euroliga y la Eurocup, y todo ello gracias a una comunión con el público que se traslada a la cancha. Siempre está ahí, en los buenos y malos momentos deportivos e institucionales. Nunca nos rendimos.
¿Con qué partidos te quedarías en cada equipo?
En el Joventut, con mi debut. En el Madrid, cuando ganamos el título de la ACB. Y en el Bilbao Basket, cuando derrotamos al Montepaschi en la Euroliga y nos clasificamos para jugar contra el CSKA. Fue una pasada. También quiero acordarme del Mundial de Japón. Nadie creía que aquella selección, un grupo de amigos, iba a ser campeona.
¿Y con qué jugadores te quedas?
Competir con dos amigos de la calidad de Raúl López y Axel Hervelle ha sido increíble, un orgullo.
¿Te queda la espinita de no haber probado en la NBA?
No. Cuando yo empecé a destacar en esto era más complicado ir a la NBA, colarse en un draft, algo que sí hicieron Pau Gasol y Raúl López. Hombre, te queda no haber jugado un par de partidos para saber lo que era…
¿Te gusta más el baloncesto europeo?
Soy un poco crítico con la NBA. Hay demasiados partidos, no diría que el nivel de competitividad sea más alto a diario. Otra cosa son los play off, que son muy duros.
¿Es Michael Jordan el mejor de todos los tiempos?
A lo mejor Michael Jordan ha sido el mejor en todo, pero yo me quedo con Larry Bird, un jugador emblemático.
Llegaste para jugar en el BEC y viviste en primera persona el traslado al nuevo pabellón, todo un acierto. Ahí nació el admirado Efecto Miribilla.
Hablamos de un fenómeno que se fue fraguando poco a poco, a medida de que nos íbamos haciendo fuertes en el pabellón y ganando partidos importantes. Venir a Miribilla era como un infierno para los equipos grandes, el público metía canastas con nosotros. Es una comunión imposible de romper, el gran secreto del Bilbao Basket, el motor de este club tan familiar.
¿Te ves viviendo en Bilbao tras la retirada?
Mi familia está totalmente integrada. No lo sé. Solo pienso en lo inmediato, en rendir lo mejor posible en mi despedida. Me siento a gusto en Bilbao, la gente y el club me quieren.
Eres un entrenador en la pista. ¿Lo seguirás siendo fuera de ella?
Puede ser, no oculto que me he sacado los títulos y que me gusta entrenar.
Estás entre los diez mejores baloncestistas de la historia de la ACB en canastas, partidos, rebotes… ¿Con qué estadística te quedas?
Me quedo con haber podido jugar 21 años en una competición tan importante y creo que al máximo nivel. Lógicamente, tengo mis retos importantes.
Eres una voz autorizada. ¿No crees que la ACB carece de interés hasta los play off por el título? ¿Habría que volver al modelo de liga regular antiguo?
El baloncesto es el único deporte que todos los años va cambiando las reglas en el arbitraje, que busca cada año ser más vistoso. La ACB debe dar un paso adelante, hay que pensar bien el formato porque con tantos partidos de Euroliga, nuestra competición pierde atractivo. Cierto es que lo que más gusta es la Copa del Rey, que se juega en pocos días y desplaza a mucha afición.
Te has hecho muy del Athletic, algo obligado en Bilbao.
Es casi imposible estar en Bilbao y no ser del Athletic. Ves cómo lo vive la gente, cómo va la gente a San Mamés con la camiseta cuando luego hay partido… Me siento del Athletic, es increíble cómo se vuelca la gente para ayudarle en cada momento.