Adolfo de Andrés

Adolfo de Andrés. La reinvención de un hombre corriente

Adolfo de Andrés, nacido en Gallarta, cuna de las minas de hierro que alimentaron durante gran parte del siglo XX a las industrias siderúrgicas de Bilbao, parecía destinado a trabajar como ajustador, al igual que su padre y sus hermanos.

Texto: Txema Soria • Fotos: Hibai Agorria

La vida, cuyas líneas se escriben derechas con renglones torcidos, le ha obligado a reinventarse continuamente. Ha sido ajustador, camionero, conductor de autobuses, tabernero, hostelero y, sobre todo, un hombre feliz. Su mujer, Begoña Rueda, a la que conoció cuando ambos eran unos adolescentes, y su hija, Maitane, son el motor que le ayuda a levantarse cada día con una sonrisa en los labios.

Adolfo sigue siendo un hombre apegado a la tierra. Cada mañana sube al monte, donde tiene un pequeño terreno en el que alberga 68 gallinas —que cada día ponen 50 huevos— y patos; donde acude a respirar aire puro, a disfrutar del cambio de las estaciones, el paso del verde de la primavera al ocre del otoño, y ver el mundo con una perspectiva diferente. La naturaleza y los espacios grandes, con horizonte, le resultan vitales para poder evadirse de la tensión que produce el día a día de su trabajo y olvidarse del ruido constante de la gran ciudad.

Desde ese promontorio, desde donde puede observar la desembocadura del Abra, piensa que la vida le ha llevado por caminos que jamás hubiera imaginado transitar y que lo único que hay que hacer es encontrar las mejores soluciones para cada problema. Adolfo de Andrés, cuando era un joven que soñaba con su futuro, nunca hubiera imaginado ser hostelero. Hoy, sin embargo, el restaurante Gure Kabi, local que regenta en Particular de Estraunza desde marzo del año 2014, es uno de los templos de la gastronomía vizcaína.

Adolfo es divertido, simpático y buen conversador. Un hombre apegado a la tierra y, al mismo tiempo, un gastrónomo avezado, un sumiller con un gusto exquisito y un dandi atrevido. Hijo de Constantino de Andrés, natural de Gallarta, que trabajó durante toda su vida en la Naval de Sestao, y Begoña Zaballa, nacida en Galdames. De niño, comenzó a estudiar en la escuela de Galdames, donde se fue a vivir con 5 años. Continuó sus estudios en el Colegio San Viator de Sopuerta, adonde iba y venía cada día, hasta que a los 12 años se mudó a Trapaga. En su adolescencia, estudió para ser ajustador, oficio que le preparaba para la vida, en Ortuella y en la Escuela de Maestría de Barakaldo. “En esos años –afirma Adolfo– no era fácil para una familia numerosa que los hijos hicieran una carrera universitaria”. Fueron años duros. Cada mañana, con apenas 15 años recién cumplidos, se levantaba a las seis para ir a trabajar en una fábrica de válvulas para barcos en Erandio. Cada noche, después de haber estudiado en la escuela de maestría toda la tarde, llegaba a su casa a las once.

En la adolescencia, época intensa y feliz, conoció a Begoña Rueda, con la que se casó a los 25 años y de la que no se ha separado desde entonces. Once meses después de la boda, nació su hija Maitane. “Para mí siempre han sido muy importantes mi mujer, Begoña, compañera de trabajo, penurias y alegrías, que me sigue gustando lo mismo que el primer día que la conocí, y mi hija Maitane”.

Ellas han sido la fuerza vital que le ha ayudado a reinventarse continuamente. En 1983, año en el que una gran crisis económica arrasó con gran parte del tejido industrial de la margen izquierda y situó a la comarca en índices de paro superiores al 50 por ciento, Adolfo, con 28 años recién cumplidos y sin saber nada de hostelería, se hizo cargo de la cafetería Happy 2 en Trapagaran. “Yo no era hostelero –asegura De Andrés–. Confió en mí Herminio León, dueño del local, y así mi familia pudo salir adelante”. Fue una época de gran actividad. En ese periódo de tiempo, también se hizo cargo del Batzoki de Trapagaran, que es donde de verdad aprendió todo lo que sabe de cocina.

La familia De Andrés, tras dos décadas regentando el Happy 2, decidió hacerse cargo del Club Náutico de Castro Urdiales. En el 2003, con 45 años recién cumplidos, Adolfo decidió abandonar la hostelería, hasta entonces su sustento, y comenzó a trabajar como conductor de Bizkaibus, en las líneas de Mungia, Gernika, Bermeo y Lekeitio. En el 2007 decidieron volver a la hostelería y hacerse cargo del Batzoki de Indautxu. Su comida casera, platos tradicionales, cocidos y guisados triunfaron entre la clientela que les visitaba cada día.

En el 2014, Adolfo, Begoña y Maitane se hicieron cargo del restaurante Gure Kabi, en Particular de Estraunza. El salto, una apuesta de mucho riesgo, era de los que produce vértigo. Sin embargo, contra todo pronóstico, el Gure Kabi se ha convertido en una de las referencias gastronómicas de la Villa, donde reciben cada día a decenas de personas. El boca a boca de los clientes ha funcionado.

Tel.: 946 004 843 • C/ Estraunza, 4 – 48011 Bilbao • www.gurekabi.com • Facebook: @gurekabi

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