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FOTOGRAFO FERNANDO CASADO

Modesto Lomba. Construyendo el volumen

Continuando con nuestro afán por descubrir qué hay detrás de las mentes creativas de la moda, en este número nos recibe en su estudio Modesto Lomba, con el que charlamos acerca de su influencia de la arquitectura, la importancia del patronaje, el dilema del fast-fashion y la asociación ACME.

¿Cómo empezasteis en el mundo de la moda?

Nosotros comenzamos por separado y coincidimos. Yo empecé en una sastrería en mi ciudad natal, en Vitoria, en la que hacíamos los uniformes del Deportivo del Alavés, cuando las sastrerías se podían sostener, y esa fue mi primera formación. Después me trasladé a Barcelona, donde hice patronaje técnico. Luis, nacido en Argentina, estudió Arquitectura. Él se quería dedicar a la moda, pero le impusieron estudiar una carrera y eligió Arquitectura porque decidió que era lo que más se le acercaba, ya que no había estudios universitarios de moda. Nunca se dedicó a la arquitectura, y se vino a trabajar en la moda. Y así fue cómo coincidimos en Barcelona y cómo empezamos como Luis Devota y Modesto Lomba.

¿Y qué te inspira?, ¿qué influencias más directas tienes?

Nuestra inspiración, por llamarlo de alguna manera, es el mundo de la arquitectura. Con Luis siempre hemos trabajado esa línea de ensamblar moda y arquitectura. También porque yo manejaba muy bien la técnica y el patronaje, y eso nos permitió trabajar con el volumen, que es característico en todas nuestras colecciones. Aparte de que partimos del minimalismo, del menos es más, y todas esas filosofías, pero sumándole el patronaje y nuestra forma de investigar el volumen.

He visto que también tenéis un estudio de arquitectura.

A nuestro estudio se incorpora hace 22 años Felipe Santa María, que es otro arquitecto y compañero de Luis, y de alguna forma ha sido su relevo con la continuidad de la fusión entre moda y arquitectura. Empezamos un poco por algunas peticiones de algún cliente, algunos amigos y nosotros mismos, que nos hicimos nuestra casa, y ahora no es nuestro principal negocio, pero es una forma de seguir fusionando. Hacemos una labor contraria, el conocedor del oficio de la maestría de la arquitectura es Felipe y yo hago de profano más atrevido.

¿Y cómo es vuestro proceso creativo?

Nuestro proceso creativo es investigación, es volúmenes. Los que saben de patronaje, ven que tratamos de salirnos del rigor de la pinza en su sitio, del corte en su sitio y buscar formas y volúmenes diferentes. No es solo lo que a veces entiende la gente por moda, que es hacer un dibujo bonito, nuestro trabajo va mucho más allá, más técnico, me atrevería a decir, más sesudo. Prácticamente, enganchamos una colección con la siguiente, una nos da información sobre la otra. Cuando hablas de investigación, cuando has descubierto algo, eso te lleva a otro proceso de investigación y a continuar, y para nosotros es lo mismo. Cada colección tiene su identidad y su propia personalidad, pero si ves nuestra trayectoria de colecciones, al final hay un hilo conductor que es la consecución de un trabajo creativo y de investigación. Nosotros primero seleccionamos tejidos y colores, vamos dibujando a la vez y van saliendo cosas con la información que ya tenemos de la anterior, y cuando el trabajo madura suficiente, hemos conseguido la identidad de la colección. La identidad de nuestra última colección era, sobre todo, trabajar con tejidos clásicos de la sastrería, paños, cuadros, por ejemplo. Hacemos las maquetas, lo que se llama patrón, toile, prueba-error; y cuando ya tenemos la maqueta, como la que estaba haciendo ahora mismo para el uniforme del Coro y Orquesta Nacional, lo aprobamos, cortamos y pasamos ya a taller, que ahora lo tenemos externalizado, que hacen las pruebas finales que saldrán en desfile.

¿Y tienes alguna anécdota o alguna historia de alguna prenda que te haya resultado más difícil o curiosa?

No especialmente. Ahora no estoy tan metido en el tema del patronaje… pero sí podría acordarme de nuestras primeras colecciones, que había una falda que era una única cremallera que resultó difícil. Pero todos nuestros patrones tienen un punto de dificultad, porque en el momento en el que no queremos una pinza aquí o que el corte no vaya donde estaba establecido, te provoca complejidad. Ves colecciones de compañeros de España y fuera de España, que están muy bonitas pero yo, como técnico, digo que están jugando con otro código, porque su conocimiento del patronaje no les permite hacer lo que nosotros hacemos, pero porque es otra filosofía. Claro, porque parten del diseño y no del patronaje… O más desde el estilismo, desde los colores, tejidos… Para nosotros es nuestra principal identidad, a parte del minimalismo. Con lo cual complejos, todos. Nosotros acabamos una colección y al día siguiente empezamos otra, porque si no sería inviable, al ser muy compleja la parte técnica.

En 1998, varios diseñadores fundáis ACME, ¿con qué propósito? ¿Cuál es el objetivo principal?

El objetivo es muy simple, es el que tiene cualquier asociación sectorial, defender, liderar, representar… son tantas expresiones las que podemos utilizar. Lo primero en lo que trabajamos fue la creación del Museo del Traje. Después, el Ministerio de Cultura daba un premio a las Artes y nosotros trabajamos para que también hubiera un reconocimiento en el mundo de la moda, como con el Premio de las Bellas Artes de la Comunidad de Madrid, que este año se va a dar el primero en moda y a Elio Berhanyer. Además, hace unas semanas presentamos la asociación desde un punto de vista de cuentas, de forma que sin perder la identidad de que somos creadores, demostramos que detrás de nosotros hay cifras, porque si no, sería insostenible. Yo no podría decir, Devota y Lomba lleva 30 años subido a la pasarela sin interrupción, solamente por nuestra constancia y dedicación, sino porque somos una marca que facturamos.

¿Y cómo es que anteriormente no existía ninguna asociación de esta índole siendo algo tan necesario?

Primero porque es un sector creativo, que suelen ser poco corporativos. También piensa que el origen de nuestra profesión data de la Alta Costura, donde el hermetismo y el recelo de los diseñadores y creadores, como Balenciaga con Chanel o Dior, eran excesivos, ¿no? Y eso se hereda. Como que no se entendía además como una profesión lo suficientemente corporativa. Esto surge en un momento de la Fashion Week y hubo una serie de diseñadores que decidimos formar eso: Jesús del Pozo, Roberto Verino, Antonio Pernas, Ángel Schlesser, Elio Berhanyer, y yo. Y hasta ahora…

 

Y con tanto aluvión de moda low cost, de compra online… Parece que hemos entrado casi en una dinámica de moda de “usar y tirar”, ¿no? Parece que todo cambia muy rápido…

Yo creo que ahora estamos viviendo tres fenómenos. Nos hemos hartado a decir en los últimos años que con el Prêt-à-porter la alta costura ha muerto, y no. Yo creo que hay que decir que se ha refusionado y recolocado. Evidentemente, no funciona como antes, que solo vivían de eso, ahora hay menos grandes clientes, pero tienen su gama de cosmética perfumería, y de Prêt-à-porter que significa un pulmón financiero. Y con el Prêt-à-porter ha pasado un poco lo mismo con la aparición del fast fashion. Los creadores hemos ido cambiando a raíz de la aparición de Inditex, sobre todo en cómo organizábamos las pasarelas. En los 80 organizábamos desfiles de 40 minutos y con 150 salidas, y ahora son 15 minutos y 30 salidas. ¿Por qué? Porque ahora un creador ya no muestra lo que quiere vender sino su identidad, su colección. La moda consumida, lo que se llama el fast fashion, es lo que tú dices, algo pensado rápido. Que te lo compras, está de moda ese color, esa hechura y dura casi lo mismo que te dura la prenda. Quienes sabemos de patronaje, cuando tocamos una chaqueta de sastrería de 50 euros, hay una serie de cosas técnicas que le faltan que hacen que eso sea, efectivamente muy barato, pero te va a durar lo que te va a durar. Yo tengo clientas que llevan comprando en Devota y Lomba 30 años y que siguen comprando y vienen vestidas con lo que compraron entonces, y están impecables, pero no quita que compren en ZARA, lo que pasa que la rentabilidad es diferente. Hoy en día, los diseñadores de pasarela no hacemos moda, hacemos creación, que es otra cosa.

Eso se nota cuando se presentan pasarelas internacionales como Nueva York, por ejemplo, y al día siguiente ya se han establecido las tendencias, mientras que en España es diferente, cada diseñador presenta más una identidad propia que una moda.

Claro. En los 80 cuando terminaban las pasarelas de Nueva York, París, Madrid, etc., los periodistas lo primero que hacían era decir: la próxima tendencia va a ser los pantalones campana o los pantalones pitillo. Eso ya no se dice ni se ve. Porque un diseñador, te puede sacar ambos en un mismo desfile, eso antes era impensable. Y eso pasa porque antes hablábamos en términos del “¿qué está de moda?”.

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Y cambiando un poco de tema, ¿Crees que te han influido tus raíces en tu obra?

Indudablemente. Mira, cuando nos preguntan si existe realmente la identidad de la moda española, a mí me sale decir que no, pero no es cierto. Yo no puedo evitar haber nacido y formado personal y profesionalmente en un entorno con unos colores y con un ambiente… Yo que nací en el campo, y habiendo pasado mis veranos en Ondarroa, para mí eso es parte de mi identidad y seguro que está ahí. No es lo mismo que si yo hubiera nacido en Sevilla, a mí cuando hago volantes me salen de otra forma.

 

Y Bilbao, ¿lo frecuentas?, ¿lo conoces?

Sí, sí. Porque además soy miembro de la Fundación Balenciaga y las reuniones suelen ser en Bilbao.

 

 

¿Y hay algún lugar que te encante o que recomiendes?

¿De Bilbao? Todos. Yo soy un eterno enamorado de Bilbao. Me encanta el País Vasco en general, pero Bilbao me gustaba hasta cuando era fea y sucia, con el oscuro, el gris, lo industrial, y me encantaba. Siempre ha sido una ciudad muy viva e interesante, y ahora es maravillosa, espectacular. Vayas por donde vayas.

 

 

Texto: Paloma Canseco

Fotos: Ugo Camera y Paloma Canseco

Foto portada: Fernando Casado

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