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Julen Principañ

Julen Guerrero. El guardián de la filosofía

El mejor producto de Lezama dio una lección en su día al no marcharse del Athletic pese a sus mareantes ofertas. Hoy no sucede lo mismo. El seleccionador Sub-15 de España disfruta como un niño de su nuevo cargo, con ambición y lecciones de vida para los jóvenes internacionales. Conoce de sobra la casa: fue 41 veces internacional (13 goles).

En tiempos de zozobra deportiva y discutida fidelidad en el Athletic, consuela recordar tiempos mejores. Julen Guerrero López (Portugalete, 45 años el próximo 7 de enero) fue el mejor producto de la historia de la cantera de Lezama. Debutaría bajo el manto de Jupp Heynckes, con la mayoría de edad reciente, para marcar 31 goles desde la mediapunta en los dos años del alemán. Le quisieron el Real Madrid, el Milán, el Barcelona… Toda Europa.

 

Es ‘El Beatle Vasco’, le decían. Las niñas se agolpaban en las puertas de los hoteles para retratarse con un rubio pecoso, con cara de no haber roto un plato y un hambre voraz en su llegada al área. Pero no, no se fue del Athletic. Desoyó los cantos de sirena, lo que no hicieron otros futbolistas amamantados en la factoría. Fueron vendidos Rafa Alkorta y Aitor Karanka. Fernando Llorente se marchó gratis. Y Kepa Arrizabalaga dejó este verano un jugoso talón de 80 millones por su cláusula que nadie del Athletic quería porque veían en él al heredero de Iribar. Todo un torpedo en la línea de flotación del club y su particular filosofía.

Hoy más que nunca, se puede decir bien claro que Julen Guerrero es el guardián de la filosofía, un One Club Player Award sin galardón, el premio a la fidelidad que inventó Josu Urrutia para condecorar a jugadores como su ex compañero Julen que nunca quisieron salir de sus clubes. Matt Le Tissier (2015), Paolo Maldini (2016), Sepp Maier (2017) y Carles Puyol (2018) se han llevado el trofeo. El primero de ellos, el ídolo del Southampton, es quien mejor representa la idea. Milán, Bayern y Barça se lo daban todo, dinero y títulos, al resto. Como para mudarse de casa. El portugalujo firmó un magnífico contrato con José María Arrate en 1995. Tenía 1.200 millones de cláusula en su contrato. Rubricó diez años más de los dos que le quedaban, hasta 2007. Jorge Valdano, el instigador de su fichaje, se quedó con un palmo de narices. Y el entonces presidente evitó que le quemasen vivo en Ibaigane. Todo el mundo lo celebró.

Julen no levantó trofeo alguno, pero sí el de la fidelidad. Y eso no se olvida. Por ello, San Mamés siempre fue comprensivo cuando su rendimiento deportivo fue cayendo, cuando las suplencias en el tramo final se repetían… ¡Había dado tanto y apostado tan fuerte! Todo el mundo hablaba y no paraba de su cuesta abajo final. Un expediente X envuelto en especulaciones más allá del rodar del balón, de una trayectoria descendente de un chaval que rompió con 18 años y estaba ya en los 32.

El caso es que aún sigue como décimo león con más partidos (430 en 14 temporadas). Hizo nada menos que 116 goles sin ser delantero. Cuando cansado de su ostracismo dijo basta en una rueda de prensa llena de lágrimas en 2006 y pasó a entrenar en las categorías inferiores del Athletic, nadie pensó que jamás saldría del club. Llegó a dirigir en juveniles a Mikel San José y Ander Iturraspe. Tuvo que lidiar contra su forma de vivir el fútbol del entonces irresponsable Yuri Berchiche, a quien Txema Noriega, director de Lezama, llegó a poner a barrer la tribuna principal de la factoría.

El caso es que se marchó a Málaga y le llegó la opción de entrenar a sus jóvenes canteranos. Y allí echó raíces, hasta el punto de que su hijo Julen Jon (el segundo nombre debido al padrino del chaval, el difunto ex jefe de prensa Jon Larrea) creció sin parar con la pelota. Y le fichó la temporada pasada el Real Madrid. La familia se desplazó a vivir a la capital de España, entre otras cosas para estar cerca de su otra hija, ya con estudios mayores. Y de repente, los ojos de Guerrero han vuelto a brillar con la pelota. No sólo por su hijo, al que ha seguido con pasión por todos los campos. La Real Federación Española le ha contratado como técnico de las inferiores: guía la Sub-15 y es ayudante de, entre otros, Luis de la Fuente en la Sub-21.

Guerrero se ha apartado del foco mediático en el Athletic. Dejó de escribir en los medios, no quiere entrevistas con las elecciones ahí y desde su actual cargo. Le duele la situación rojiblanca, pero tiene el tiro centrado en Las Rozas. Valiente como es, no ha tenido en reparo en llamar a su hijo a sus entrenamientos. “Si volvéis a los clubes de estrellitas pensando que lo tenéis todo hecho y que llegaréis al primer equipo, estáis muy lejos de la realidad. No queremos que los clubes nos llamen diciendo que después de esta convocatoria, vuestra actitud ha bajado, sino lo contrario. Tenéis que ser más responsables y los primeros en ayudar a vuestros compañeros”. Es su manera de recibir a los jóvenes que recluta.

Está feliz como una perdiz. Se refleja en su ilusión en cada llamada a estos chavales que “vienen a darlo todo”. “La Selección tiene hambre de conseguir cosas, se viene a trabajar, aprender y competir”. El Julen entrenador tiene “una mentalidad parecida a la de jugador, la de venir con hambre y ganas. Cuando eres futbolista, el trabajo es más individual, aquí hay que lograr que todos se integren, la visión es más global”. “Soy ambicioso, mi mentalidad es la de querer más. Es un reto apasionante, muy bonito, tengo ganas de transmitirles mi manera de ver y vivir el fútbol”.

Este es el nuevo Julen Guerrero, un icono que algún día volverá a ser importante por su aportación al Athletic. Ahora no toca, pero se está curtiendo. Ojalá algún día San Mamés vuelva a corear el “¡Julen, Julen!”.

Texto: Nika Cuenca

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