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Rosendo Principal

El adios de Rosendo Mercado

“El único Mercado fiable”, que dice el dicho popular que se refiere a Rosendo, el veterano roquero madrileño sinónimo de virtudes que a otros artistas les vienen grandes, tales como autenticidad, honestidad y modestia. Sin embargo Rosendo, con su rock cerril y su verbo inconformista, decide colgar los guantes justo en el momento en el que el tiempo le da la razón y lo sitúa como el patriarca absoluto del rock urbano estatal.

La gira de despedida de Rosendo se llama “Mi tiempo, señorías…” y le está llevando por grandes recintos de toda la península en lo que está constituyendo un multitudinario, cariñoso y efusivo adiós. “No soy consciente -declara- pero lo tengo que ser. Soy consciente de que quiero hacerlo, pero no sé qué voy a pensar en tres o cuatro años ni cómo me voy a sentir. Lo pienso cada día de estos últimos conciertos que estamos haciendo. Hay un momento que no sé si decir: hasta nunca o hasta siempre, nos veremos o no. No sé qué decir, no tengo muy claro lo que va a pasar. Así es”.

De esta manera, Rosendo deja su carrera en puntos suspensivos, después de una trayectoria vital con más de 45 años ininterrumpidos dedicados a la música y tras haber fundado grupos míticos como Ñu y sobre todo Leño. Sería tras la separación de Leño que Rosendo arrancase una carrera en solitario que, desde aquel “Loco por Incordiar” editado en 1985, le ha llevado a publicar hasta la fecha un total de 16 discos de estudio.

El momento actual de Rosendo pasa por ir despidiendo toda una serie de sensaciones que le llevan acompañando durante décadas: la vida en la carretera o los sempiternos nervios previos a cada show. “La furgoneta la voy a echar de menos, ha formado parte de mi vida durante muchísimos años. A día de hoy, cuando hacemos algunos viajes en tren o en avión, la echo de menos. Nervios sigo sintiendo, los suelo sentir desde el día antes: me voy a mi local de ensayo, incluso yo solo y, como tengo una sesión del repertorio con la música grabada, me quito la guitarra y canto por encima. Lo hago cada semana antes de un bolo. Así durante todo mi vida. Y luego, ya sobre el escenario, estoy cagado hasta que toco la tercera o cuarta canción. A partir de ahí ya me relajo, si puedo, que muchas veces ni eso. Tengo miedo a las gambas y a veces las ha habido casi en el último tema, con los cual no me puedo relajar. El tema me lo sé y te lo puedo demostrar, pero es algo inevitable, el directo es lo que tiene. Para mí el mejor momento del concierto es cuando me bajo del escenario, cuando digo adiós, y veo la cara de satisfacción de la peña, entonces me digo: vámonos, que aquí ya no hay nada que hacer”.

 

EL INVENTOR DEL ROCK URBANO MADE IN SPAIN

Rosendo Mercado Ruiz nació en Madrid, el 23 de febrero de 1954. Se crió en el barrio de Carabanchel y antes de cumplir los 25 años había cubierto el expediente buscándose la vida en bandas amateur o en trabajos esporádicos como el de fabricación de botas de vino. Pero en 1978 formaría el trío Leño que, con apenas tres trabajos en estudio, definiría la forma de hacer rock duro castellanizado. En su primer disco la banda estaba muy influenciada por el blues-rock progresivo, lo que se traducía en largos desarrollos instrumentales, pero a partir del segundo disco Más madera (80), el estilo musical del trío se cerró a composiciones más cortas y directas. Su estilo se aposentaría y culminaría en su último disco Corre, corre (82), que sienta las bases de casi todo lo que se ha hecho en el rock urbano estatal posteriormente.

Durante La Transición, Leño se convirtió en el máximo estandarte del rock de calle y su tema “Maneras de vivir” en el himno de dicha contracorriente social. En el punto álgido de su carrera, tras finalizar una gira junto a Miguel Ríos, el grupo se disolvió a finales de 1983. Rosendo: “Me resultaba fácil componer, hacía tres acordes y ya estaba hecho. Además, sonaba bien y molaba. Pero yo tenía la sensación de que empezábamos a repetirnos”.

La posterior carrera en solitario de Rosendo, obstinada y coherente pero no siempre agradecida, le ha terminado convirtiendo con el tiempo en un clásico: su imperecedera camiseta sin logos y sus gastados vaqueros como símbolo del roquero honesto y sinónimo de una forma de entender la vida. En cada uno de sus discos Rosendo ha hecho divisa de su arte y su persona: su voz arrastrada y de lija; su inconfundible nariz a-una-melena-pegada; la inconfundible y acerada guitarra y su peculiar e incisiva manera de contar historias, llegando a utilizar arcaísmos que él trasforma en jerga de calle, en himnos intergeneracionales. Temas que se muestran unas veces como callejones sin salida y otras se abren a la interpretación del oyente, siempre con un poso de esperanza tras la eléctrica rabia. “Estoy bien con mi ramalazo macarrón y no lo quiero remediar. Me repele la onda roquera blandengue y empalagosa, es algo que, aunque quisiera, no me sale. Huyo de eso. Lo de la crítica social es algo que se va concretando en mis letras con el paso de los años, se concreta en ese cabreo con la clase política, una crítica a la gente que nos controla, a los que nos mandan y que además se lo están llevando. Eso me quema y hay que sacarlo. Así llega a las canciones”.

Para la historia quedan sus trabajos discográficos, poblados por canciones tan imperecederas como “Agradecido”, “Majete”, “Flojos de pantalón”, “Borrachuzos”, “Hasta de perfil” o “Vaya ejemplar de primavera”, razones que avalan el porqué de que merezca la pena introducirse en la sabiduría que ofrece cada uno de sus trabajos. Su público lo sabe, y por eso se suceden las muestras de cariño y respeto a lo largo de una gira que anuncia un paréntesis en su vida artística. Tras casi medio siglo de pico y pala en el obstinado oficio de bardo eléctrico, en el momento más solvente y meritorio de su carrera, hace un alto en el camino. Son maneras de vivir, con eso queda todo explicado.

Texto: Kike Babas & Kike Turrón • Fotos: Cortesía de Warner Music y Rosendo Mercado

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