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BIME 2019

CRÓNICA BIME 2019

Por séptimo año consecutivo, el BIME LIVE llegó al BEC! el 1 y 2 de noviembre, después de haber llenado Bilbao de conciertos gratuitos en diferentes salas durante las dos noches anteriores al festival, además de haber dado lugar a charlas y conferencias para profesionales del sector musical y del espectáculo.

VIERNES 1
Empezamos con Aitor Etxebarria en el Antzerkia -que afortunadamente no era el escenario improvisado del año pasado, sino el mismo de las ediciones anteriores- mucho más agradable. Presentando el disco Nihilism Part I, Aitor y su banda nos transportaron hacia sonidos crepusculares mimados, con un toque de locura, gritos medidos en una atmosfera muy equilibrada, lograda también gracias a la excelente iluminación. Merece hacer un giño especial al público, bastante numeroso por la hora temprana, muy entregado y respetuoso.

Seguimos con la irreverencia de Enric Montefusco, elegantemente acompañado por tres músicos trajeados muy enérgicos, con una estética algo freak pero bien acertada. Las letras post modernas sobre bases de folk hispánico se burlan de manera autocrítica -pero nunca autocomplaciente- de las absurdeces cotidianas de esta sociedad. Resultan originales y atrevidas, se despliegan en cambios de ritmos y melodías poco convencionales.

Nos perdemos el final de su concierto (bajaron al público para terminar a lo grande) para ver el comienzo del de Amaia. En el medio de un jardín de flores blancas estaban dispuestos los componentes del grupo alrededor de la protagonista, en el centro del escenario con el piano y después con la guitarra. Una inconfundible Núria Graham la respaldaba a su derecha acompañándola con coros y riffs de guitarra eléctrica. Sin duda la frescura y la calidad no fallaron, el público no dejó de apoyar cantando y gritando entre canción y canción.

Nos acercamos al escenario Eguna donde estaban a punto de empezar Kraftwerk, pioneros de la electrónica a nivel internacional. Dispuestos en fila cada uno con su mesa de artilugios, calzando unos neoprenos negros con líneas florecientes, desataron una fiesta de una hora y media acompañada por vídeos en 3D a veces poco convincentes. Muy acertado fue colocar Bilbao en el mapa y hacer sobrevolar un OVNI encima del Guggenheim, para aterrizar en frente del BEC!. Los sonidos agudos resultaban algo exagerados y nos hubiese gustado oír un poco más de voz, pero en el conjunto fue un espectáculo mítico, arraigado en los ochenta.

A continuación fue el turno de Foals, desenfrenados durante los primeros temas, que fueron arrolladores y bailongos ¡caña de la buena para los oídos! El cantante no paraba de moverse en el escenario Heiniken y la gente les coreaba bailando a lo loco. Sin embargo, hacia la mitad del concierto bajó notablemente el ritmo, con un par de baladas que apagaron un poco los ánimos y llegaron casi a aburrir. Al parecer, hacia el final volvieron a pisar fuerte, pero otra vez nos lo perdimos para ver el siguiente concierto.

Morgan tiene una propuesta de mucha calidad, con la carismática cantante Nina que pasa de tonos muy suaves y contenidos a potentes y vibrantes rugidos. Quizás al principio nos parecieron poco originales, con su soul blanco demasiado limpio. Pero a medida que transcurría la actuación, su vigor iba creciendo y terminaron de forma apoteósica.

SÁBADO 2

Banpiro Maitaleak (Mursego + Amorante) nos deleitaron con una mezcla de sonidos orgánicos de chelo y trompeta junto con efectos y bases de loops vocales. Un viaje hacia un universo muy personal de estos dos músicos maravillosos.

Pasar de esa propuesta al pop de Carolina Durante fue un poco brusco, de hecho no conseguimos concentrarnos durante su espectáculo, que parecía demasiado planificado para que resultara natural. Está bien para pasar el rato, pero no da mucho más de sí.

Lamentablemente, la anulación del bolo de Michael Kiwanuka por problemas de salud dejó un vacío considerable, puesto que era uno de los músicos que esperábamos con más expectación.

Por suerte, Mark Lanegan Band reemplazaron esa sensación con una oscuridad pasional y visceral, que resultaba aún más evidente por la escasa iluminación. El músico, clavado con su pie de micro en el centro del escenario, serio e impasible, presentó sus canciones con un cariño escondido pero que se volvía presente en cada pieza, por el mero hecho de estar interpretadas magistralmente. Un verdadero gusto.

La única pena fue perderse una vez más el final para asistir al bombazo de Brittany Howard. Una fuerte dosis de funk arrollador, intenso soul y poderío vocal de ella y sus coristas cautivó al público, que no dejó de bailar poseído por las vibraciones sonoras. El repertorio de su último trabajo en solitario “Jaime” resaltó con pasión gracias a la energía brillante que emanaba la cantante.

Tuvimos poco tiempo para descansar, porque pronto iba a empezar el concierto de Jamiroquai, con algo de tensión debido al aviso de que esa misma mañana se le había diagnosticado laringitis al cantante Jay Kay.  Sin embargo, el carismático líder del grupo no se echó atrás y dio lo mejor que pudo. Se veía que no estaba en total forma, pero nadie pudo dejar de moverse y disfrutar del poder revivir los años 90 con su acid jazz. ¡Y las bases funk del bajista fueron tremendas!

Otra vez nos decepcionamos con la decisión de los horarios: Glen Hansard tocaba a la vez que Jamiroquai, y pudimos ver sólo un par de canciones, que aún así nos sedujeron por su gusto y delicadeza.

Finalmente, los compromisos del día siguiente nos dejaron disfrutar sólo de cuatro canciones de Roísín Murphy, que tampoco nos entusiasmaron demasiado. Su actitud de diva y las bases en bucle con melodías mono tonales no nos dieron demasiada pena por marcharnos. Imaginamos que el concierto fuera in crescendo y para las personas más valientes la fiesta iba a seguir todavía mucho tiempo, con djs y más en los escenarios Gaua y Goxo. Nos “conformamos” con la alegría de haber podido gozar de tanta música en vivo de calidad.

 

 
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