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Arantzan, zu!? ¿!En el espino, tú!?

Eran los tiempos de las guerras, entre Oñacinos y Gamboinos, año 1469 y aquí, se inicia nuestra historia. Un pastor encuentra entre los abundantes espinos de un abrupto barranco, la figura de una pequeña virgen con su niño, tallada sobre una piedra singular.

Casualmente, son los pastores los que siempre, o muchas veces, han encontrado los escenarios donde las vírgenes se han representado.

Pero… ¿quién puede tomarse la molestia de abandonar una reliquia en un despeñadero? Hay datos que apuntan que la orden del Temple pudieran ser quienes marcaban los espacios de devoción con estas figuras, cargándolos de contenido místico.

Estos encuentros provocaban una reacción de culto
automático entre los lugareños (muy necesitados de cariños), con la construcción de ermitas, santuarios, procesiones y devociones.

Eran tiempos de guerra y sequía. Este hecho es el origen de monasterio de la Virgen de Arantzazu, en las proximidades de Oñate, y desde 1918, patrona de Guipúzcoa.
Esta basílica, convento, seminario (ya inexistente), museo, está regido por la orden Franciscana desde 1514, seguidora de las enseñanzas de Francisco de Asís.

La iglesia siempre ha sido sabia en su representación, sabiendo elegir el marco para el rito, vistiéndose de arquitectura, música, vestuario, olor y arte.

Todo esto regido por la estricta ley del Arte Sacro. En 1950 la orden lanza la idea de construir una nueva basílica. Renovadora y austera, transformando un espacio litúrgico de arquitecturas clásicas y convirtiéndolo en un gran museo de arte moderno, destinado al culto del espíritu, reverenciador del paraje del hallazgo.

Se abre un concurso de ideas a los arquitectos para su construcción, siendo finalmente seleccionados Sáenz de Oíza y Luís Laorga.
(Sic) – La nueva Basílica revestirá los caracteres de robustez y de sencillez del pueblo vasco. Nada de líneas femeninas y académicas, que respiran a salón romántico. Será robusta, francamente agreste. Dicen los arquitectos.

Jorge Oteíza en la fachada principal, Eduardo Chillída en las puertas de acceso, Nestor Basterretxea en la cripta, Lucio Muñoz en el ábside, Fray Javier M. Álvarez de Eulate en las vidrieras… Pero este proyecto se paralizó, al no tener en cuenta los preceptos del Arte Sagrado.

(Sic) – … dolor de la Comisión Pontificia, de no poder aprobar los proyectos presentados. No se discuten las buenas intenciones de los proyectistas, pero se concluye que han sufrido extravío por las corrientes modernistas.

La apertura del Concilio Vaticano II, levantó el veto para su culminación 15 años después. La visita, no defrauda.

Texto: Pedro Rojo • Fotos: Hibai Agorria

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