La pasada navidad se cumplió un cuarto de siglo desde que Marea publicase su debut, La Patera. Poco hacía presagiar en aquel 1999 que aquel quinteto navarro, deudor de un rock estatal en su pleno apogeo y con sus mayores referentes en plena catarsis creativa —léanse los ya fuera de circulación Extremoduro, Barricada, Los Suaves, Rosendo o Platero y Tú—, iba a terminar convirtiéndose en el último eslabón de esa cadena de bandas que, haciendo rock and roll anglo-setentero, pero en lengua cervantina, han llenado plazas y pabellones y sus logos han sido tatuados en miles de pieles.
Aun sin salirse del guion, en el caso de Marea, a la pétrea uniformidad musical ha habido que sumarle una lírica desbordante y abigarrada, propia de un voraz lector de poesía, lo que ha marcado distancia y diferencia frente a sus maestros. Y, ciertamente, esa seña de identidad ya estaba en su primer disco, ese que reeditaron hace casi un año y con el que llegaron al top de ventas discográficas. Hablamos de ello con el cantante y letrista, tantas veces tildado de poeta y no sin razón, Kutxi Romero.
Si nos ceñimos de manera tajante a los hechos cronológicos, el 25º aniversario de Marea, que celebrasteis con la gira pasada, debería en verdad conmemorarse con la reedición de este disco debut, pues los dos primeros años, aunque erais los mismos, os llamabais La Patera y el cambio de nombre a Marea llegó precisamente con este primer disco.
Bueno, es posible… Sí, el veinticinco aniversario, con el nombre de Marea, sí, se ha cumplido ahora. Es verdad, antes del disco hicimos pocos conciertos, doce o quince, y fueron con el nombre de La Patera. Antes del disco no sé si llegamos a hacer alguno como Marea, lo tendría que mirar, pero antes de sacar el disco igual no.
El disco llevaba años descatalogado, lo editó la extinta RCA, que pertenecía a BMG pero que luego se fusionó con Sony… En medio de aquel baile discográfico vuestro debut se perdió en el limbo.
En una época en la que puedes encontrar a un primo tuyo que no ves desde el 77 en diez segundos, pues nos costó localizar a alguien que pudiera ayudarnos a realizar este proceso, porque acá la RCA ya no existía, el Cámara, que fue el que nos fichó, falleció, y de los trabajadores que estaban ahí no quedaba ninguno. No sabíamos dónde estaba el disco, o sea, de quién era… Al fin, tras un trabajo titánico de Alén, encontramos a alguien y le contamos que queríamos que existiese este disco para los coleccionistas, ya que en vinilo no se había editado nunca, y queríamos hacer una edición simplemente para esos seguidores de Marea que quisieran tenerlo todo… Nuestra única misión era que este disco estuviese físico, no iba más allá, porque todos los demás existían físicamente, pero este no y, por fin, veinticinco años después, se consiguió.
Yéndonos al origen, hace ya más de un cuarto de siglo, cuando mandasteis a RCA la grabación, ¿a cuántos sitios más la enviasteis? ¿Respondió algún otro sello?
Sí. La historia es que este disco se grabó, mezcló y masterizó en cinco días, porque era el dinero que teníamos, 300.000 pesetas, que daba para una semana de estudio. Entonces salimos del estudio con el disco, felices… Y el ingeniero del estudio, Javier San Martín, nos dijo: «Chicos, no hagáis el ridículo, no lo editéis como disco, esto es una maqueta para enseñar por ahí». Y nosotros le decíamos: «¿Tú qué dices? Esto es un disco que alucinas. Lo vamos a mandar ahora mismo, pero no para que nos fiche una discográfica y nos meta en el estudio, no, queremos que saque esto». El tío flipaba: «Hombre, ¿cómo vais a hacer eso? Esto es una maquetilla…» El caso es que de aquellas estaba justo empezando Internet y, en casa de Alén buscábamos direcciones de discográficas, la mayoría en Madrid. No sabíamos cuál era ninguna y mandamos a varias. E, inmediatamente, o sea, a la semana o así, nos llamaron de Gor, de aquí de Pamplona, y de BMG, vamos, de RCA, que era… ¡La discográfica de Elvis Presley! Yo con eso estaba muy contento. Y nos dijeron que nos mandaban a dos tíos de Madrid para ficharnos, la frase de Cámara por teléfono fue: «Van dos personas a Pamplona mañana para que fichéis con nosotros, chicos, se os acaba de aparecer la Virgen». Con ese aire de: chavales, lo habéis conseguido. Y así fue, nos mandaron a dos tíos y los tuvimos tres o cuatro días por aquí, porque el Cámara les había dicho que no bajaran sin los contratos firmados…
Y se bajaron sin los contratos firmados….
Los tuvimos unos días por aquí, con ese rollo del diente afilado y el ojo torcido, a ver qué nos venían a contar esos… Éramos unos críos, teníamos 22 años, pero hemos sido bravos toda la vida. Luego nos la metieron, evidentemente, claro que sí, nos engañaron como a chinos, pero bueno, por lo menos tres o cuatro días los tuvimos con la incertidumbre de saber si íbamos a firmar.
El clásico de los grupos nóveles es firmar el contrato sin leerlo, entregarse sin reservas a la posibilidad de grabar un disco.
No, no fue nuestro caso. Todavía negociamos algunas cosas. Aunque, como suele pasar en los contratos, las cláusulas más importantes son las que menos te importan a ti y, luego, al tiempo, te das cuenta y dices, mierda, estuve negociando estupideces y las cosas importantes, por ejemplo, firmar por cinco discos, pues les dijimos: como si quieres poner treinta, o luego el tema de la editorial, que no sabíamos ni lo que era una editorial y tus temas terminan en una editorial que gestiona para siempre los derechos de autor a cambio de un tanto por ciento, pero, como soltaban un adelanto, que fue de medio meloncillo (de pesetas) y nos venía bien, no supimos ver que era un préstamo con un 40% de intereses para siempre… En fin, que esas cosas no las piensas en el momento, no estábamos pensando que eso iba a ser para toda la vida, no veíamos las ataduras…
¿Qué tiene de especial en cuanto a contenido esta reedición?
Nada, o muy poquito. No hay extras, no hay remezcla. Lo mandamos a Nueva York para masterizarlo y después lo normal, sacar el disco en digipack y en vinilo. También le hemos dado un repasito al diseño, porque el original era un pliego y ahora hemos hecho un libreto con fotos de la época. Luego hay unas ediciones un tanto especiales, con un sobrecito con las láminas con las portadas de todos los discos, las fotos de entonces, una pegata… Lo típico, algo para los seguidores que les gustan las chorradillas.
En cualquier caso, su salida generó revuelo: Nº1 en ventas cuando salió en Navidad y eco en los medios. Parece que el tiempo os ha dado la razón o, como dijo Cela: “En España, el que resiste, gana”.
Sí, lo he dicho muchas veces, el rocanrol no es competitivo, gana el que sobrevive.
Bueno, esos medios que antes os miraban, digamos, por encima del hombro, o simplemente no se habían enterado de vuestra existencia, a día de hoy, reeditáis un disco que tiene un cuarto de siglo y llaman a vuestra puerta diciéndose: «Mira estos, todavía duran, aun resisten… y llenan».
Así es. Somos una rara avis, y más en estos tiempos en los que el rocanrol tiene menos visibilidad que en toda su historia. También es cierto que al rocanrol lo llevan matando desde el día siguiente de nacer. Pero bueno, los chavales están hoy a otras cosas y es normal, el mundo evoluciona y, si no te adaptas, pues pierdes y hay que estar dispuesto a aceptar la derrota, a jugar sabiendo que vas a perder, ¿no?
Pues no sé…
Ya, eso está de puta madre y es muy literario y romántico, pero luego es una putada el rollo del malditismo, todas esas cosas, que tan bien quedan en los libros, los discos y las biografías, no dejan de ser una puta mierda. El malditismo solo es aceptable para el que lo ve desde fuera.