ESPECIAL ATHLETIC CLUB TXAPELDUNAK 25
Texto: J. A. Pérez Capetillo • Fotos: Athletic Club
Lista de reproducción recomendada para la lectura de este reportaje.
CAMINO A LA FINAL. En la carretera de nuevo
“Ya me puedo morir”, dijeron algunos athleticzales tras la anhelada victoria de Copa ante el Mallorca en Sevilla, después de 40 largos años desde la última vez. Venga, que no, les desmontamos aquí esa frase hecha. Lo que hace falta, y lo bueno, será volver a vivir episodios mágicos como los que van a descubrir en estas 28 páginas repletas de imágenes para una hermosa historia. Vamos a evaporar ese dicho de la primera línea. A partir de aquí, van a disfrutar con un relato que ha traspasado fronteras para enaltecer la grandeza del Athletic, que es, como cantaba el grupo Boston, “Más que un sentimiento” (More than a feeling). A partir de ahora, les proponemos recrear una banda sonora para el 25º título de Copa conquistado por los leones. Todo comenzó ante el Rubí, un equipo de Barcelona en la sexta categoría del fútbol español. El Athletic, como tarareaba Willie Nelson, estaba “en la carretera de nuevo” (On the road again) en “su torneo”. En noviembre, en aquella primera ronda copera, el Athletic superó por 1-2 al Rubí, con dos goles de Adu Ares. Ya en diciembre, la carretera puso al Athletic rumbo a Cantabria, donde superó en El Sardinero al modesto Cayón por 0-3, con dos tantos de Villalibre y uno de Nico Williams. A principios de este año, los de Valverde vencieron en Ipurúa al Éibar por el mismo resultado, con dos dianas del “Búfalo” y una de Muniain. Pocos días después, en octavos de final ante el Alavés en San Mamés, Villalibre volvió a desenfundar, como se ve en la imagen inferior de la izquierda, y marcó los dos goles de los rojiblancos. En cuartos, el Athletic apartó del camino al Barcelona en un partidazo celebrado en La Catedral, que acabó 4-2 y propulsó a los rojiblancos a las semifinales con los tantos de Guruzeta, Sancet y los hermanos Williams, los de estos últimos en la prórroga. Ya en semifinales, a doble partido, los leones ganaron 0-1 al Atlético de Madrid en su estadio (gol de Berenguer de penalti) y llegaron a la gran final tras provocar el éxtasis en La Catedral con un marcador de 3-0 (Iñaki Williams, Nico Williams y Guruzeta). Ni el mismísimo Nostradamus iba a poder predecir algo tan sobrenatural como lo que veremos en las siguientes páginas.
SEVILLA ES UNA MARAVILLA. Llamando a las puertas del cielo
Ya estamos en la capital andaluza. Hasta allí fueron miles y miles de corazones, llamando a las puertas del cielo (Knockin’ on heaven’s door), como cantaba Bob Dylan en la banda sonora de aquel peliculón que fue Pat Garrett y Billy the Kid. Podíamos haber empezado con esa tonadilla de “Sevilla tiene un color especial”, lógicamente rojiblanco desde varios días previos a la gran final del 6 de abril. Pero no, queríamos acercarnos al cielo. Tocarlo. Durante aquella primera semana de ese mes se produjo una peregrinación asombrosa de la afición del Athletic hacia Sevilla. Se dice que cerca de 75 000 aficionados del Athletic se desplazaron en coches —muchos de ellos tuneados con distintivos rojiblancos—, en autobuses —uno de ellos de dos plantas, estilo inglés—, en motocicletas, en avión y hasta en bicicleta, y ¡en barco! Este masivo desplazamiento, con alrededor de 15 000 personas que acudieron incluso sin entradas, demostró una vez más la grandeza de este club único. La fidelidad y pasión de los aficionados fueron transmitidas en cada rincón de Sevilla, sorprendiendo al mundo. Muchos pueden decir eso de “yo también estuve ahí”. La fan zone rojiblanca, la llamada “Athletic Hiria”, resultó una fiesta increíble, como se comprueba en estas imágenes. Muchos habían soñado alguna vez estar en una final. Querían vivirlo. Otros ya lo habían disfrutado y deseaban repetir. Más episodios de oro para el palmarés de un club sin igual. Generación tras generación, miles de almas en una… Todo tan especial… ¿Miles de corazones decíamos al principio? No. Solo uno. Y enorme.
LA AFICIÓN. Somos una familia
Una familia, única en el mundo, como se lee en la fotografía de abajo. Los athleticzales conquistaron Sevilla. Fueron mayoría en el estadio de La Cartuja. Muchos habían hecho lo imposible para estar ahí dentro, para sufrir, animar, cantar, reír, llorar y disfrutar. La invasión en la ciudad andaluza se dejó notar en el campo, donde la afición del Athletic derrotó por goleada a la del Mallorca. En el césped fue todo más ajustado. Sister Sledge cantaba aquello de (We are family) y eso es lo que transmite ser del Athletic. Everyone can see we´re together, dice la letra. Efectivamente, todo el mundo pudo ver que estábamos juntos. Cada persona, allí en Sevilla y aquí en Bilbao, en toda Bizkaia… con su historia, con sus recuerdos, con sus sonrisas, con sus lágrimas, con su ilusión. Alegría compartida. La gran familia rojiblanca se unió en torno a una celebración que se demoraba demasiado. A partir de ahora, les contamos un relato repleto de tensión. Con un final casi surrealista.
LA FINAL. Sigue soñando
Quien escribe estas líneas estuvo en el año 2012 en Old Trafford, en el partidazo donde el Athletic se impuso por 2-3 al Manchester United en los octavos de final de la Europa League. Mientras los dos equipos saltaban al campo por una de las esquinas del estadio, sonó el This is the one de los Stone Roses. “Este es el elegido”, le cantaban a su equipo. El nuestro, el rojiblanco, este que se ve aquí arriba con los rostros de los leones llenos de esperanza, era el elegido en la final de Sevilla. En La Cartuja había un sueño global. El de volver a ser campeones. Dream, until the dream comes true. Dream on (“Sueña hasta que tu sueño se convierta en realidad. Sigue soñando”), entonaba Steven Taylor de Aerosmith.
Así que, aunque el Mallorca se adelantara en el marcador, los jugadores y cada uno de los athleticzales que estaban en el estadio siguieron soñando.
EL GOL. El calor del momento
Observen este bello golpeo de balón de Oihan Sancet. Es el minuto 5 de la segunda mitad. El Athletic perdía por 0-1 desde el minuto 21 de la primera parte. En ese intervalo, el fantasma del desencanto planeó sobre el estadio de La Cartuja. Hubo instantes en que la afición rojiblanca enmudeció. Sí, confiaba en los leones, pero las dudas asomaron. Por eso, este disparo tan plástico del navarro, después de un gran pase de Nico Williams, fue tan importante. Subió el empate al marcador y elevó de nuevo esa confianza para levantar otro título. Como sonaba una canción de Asia, ahí llegó el “calor del momento” (Heat of the moment). El estribillo de este tema dice que “ese calor del momento brilló en tus ojos”. Y eso es lo que propició el zapatazo de Oihan Sancet, que se iluminaran los de todos los aficionados del Athletic. No solo de los afortunados que consiguieron una entrada en el sorteo previo y de aquellas personas que pudieron comprarla por otros medios para presenciar en directo este gol, sino de todos quienes siguieron la final por la televisión.
LOS PENALTIS. Miedo a la oscuridad
Fear of the dark (“Miedo a la oscuridad”) es un temazo de Iron Maiden. Desde que el árbitro de la final, Munuera Montero, decretara el final de la prórroga con empate a uno, en los jugadores y en los aficionados se notaban semblantes de cierto pánico, de fobia a un nuevo tropiezo en el momento decisivo. Cara o cruz. Nadie quería sumirse de nuevo en esa negrura que recubrió al Athletic en las anteriores finales de Copa perdidas. Solo ellos, los que están arriba en la imagen, pueden describir lo que le pasa a uno por la cabeza en ese instante. Lean estas declaraciones de Iker Muniain días después de marcar su penalti: “Los que estuvimos ahí, no hemos pasado tanto miedo en un campo de fútbol en la vida. Fue terrorífico, un momento de angustia muy grande que, finalmente, tuvo un final feliz. Pero, de esos momentos que estuvimos en el césped, tengo un recuerdo de terror”. El delantero kosovar del Mallorca, Muriqi, fue el primero en lanzar. Gol. Después, marcó Raúl García —comprueben su gesto de rabia y las venas en sus brazos—. Julen Agirrezabala detuvo luego el disparo de Morlanes y Muniain venció a ese miedo atroz para colocar con ventaja al Athletic. Radonjic, en el tercer disparo de los de Javier Aguirre, tiró alto. Vesga, a pesar de resbalarse, colocó el 3-1. Seguido, marcó Antonio Sánchez. Si Álex Berenguer marcaba después, el Athletic sería campeón. Vean su mirada en la fotografía de la izquierda. El terror cubre su rostro. Sus ojos están a punto de saltar, pero… ¡No falló! Esta carrera de abajo lo verifica. Volvió la luz. Por fin, desapareció ese miedo a la oscuridad.
“¿Cuántas veces has visto repetidos esos penaltis?”, le preguntaron a Muniain. “Muchísimas. Y me sigo poniendo nervioso”. Nosotros también.
TXAPELDUNAK. Tiene Bilbao un gran tesoro
Del gol de Endika al Barcelona en la final de Copa de 1984 al definitivo penalti de Álex Berenguer pasaron 40 años. Deportivamente, en la final de Sevilla, no fue sencillo que volvieran las lágrimas de felicidad, que se reescribiera una de las historias más especiales del mundo del fútbol, que el romanticismo se impusiera. Estas imágenes han tardado demasiado tiempo en volver a repetirse. La de Iker Muniain a hombros de Dani García, muy parecida a la de cuando Eneko Arieta levantó a Piru Gainza; la del manteo de Ernesto Valverde; la del beso de Iñaki a Nico; el fuerte abrazo de Sancet al trofeo. Tanta espera… Cuatro largas décadas. Desde que una leyenda como Dani recogiera la Copa en el Santiago Bernabéu tras ganar la final contra el Barcelona de Maradona y Schuster en 1984. Hubo un tiempo en el que el Athletic fue el Rey de Copas. Una época en la que se presentaba en tantas finales que llegó a ser “su torneo”. Hasta el gran Piru Gainza se despedía del dictador Franco con esta expresión: “Bueno, hasta el año que viene”. Una perspicacia de la que se acordó otro grande, José Ángel Iribar —a la derecha con la Copa—, al despedir al Rey Felipe VI, ya con la tranquilidad de haber sumado otro título después de tanto tiempo. “Nos vemos el año que viene”, le dijo.
A los campeones se les honra ahora con el We are the Champions de Queen, pero en nuestra banda sonora, además del actual Altza Gaztiak, vamos a recordar el anterior himno del Athletic, el que decía aquello de “Tiene Bilbao un gran tesoro que adora y mima con gran pasión. Su club de fútbol de bella historia, lleno de gloria, mil veces campeón”. Y así, campeones, se vieron los jugadores en comunión con su extasiada afición. Ya sin nervios, todos jubilosos después del desasosiego de esa incerteza tan poco aconsejable.