Hay libros, y luego están los textos sagrados. Este es uno. No porque lleve bendición divina, sino por ser el camino hacia la confirmación o resurrección de quien quiere ser “de Bilbao de toda la vida”. Este libro está en proceso de elaboración y será editado en octubre de 2025.
Basta con seguir los pasos y recomendaciones que humildemente, si eso es posible en el Botxo, les ofrecemos a través de este manual de autoayuda. Recordar cómo hemos sido para que luego cada cual siga siéndolo, vuelva a serlo o se niegue a continuar el camino.
Empecemos por el nacer
Llegar a este mundo no se elige. Ni siquiera alguien de Bilbao. Normal, por tanto, que se proclame con orgullo:
— Hola, soy fulanito. ¿Y usted?
— Soy Benganito, de Bilbao.
— ¿Pero de Bilbao Bilbao?
— Nacido en la clínica tal o en el hospital cual, y del barrio pitorrez. Todo ello con naturalidad, como un monarca desgranando sus títulos. Esto debe hacerse en ese primer contacto. De hecho, no contentos con indicar cuna, añadimos pupitre.
— ¿Así que naciste en Bilbao, en la clínica X?
— Sí. ¡Y del colegio XX! En nuestro caso, Tomás fue a Santiago Apóstol y servidor a Jesuitas, lo que me lleva a lo anteriormente dicho. Cuando el colegio o la escuela no existen, se puede añadir al dato un aura de misterio.
— Tú no sabes lo que era aquello. Y, tras decirlo, el bilbaino y la bilbaina se van dejando un interrogante en el aire.
Pasemos ahora a los fundamentos
1. Para alguien de Bilbao hay tres cosas que son sagradas: el Athletic, la cuadrilla y la amatxu de Begoña. Esto también incluye a aquellos que aborrecen el fútbol o son ateos.
2. Lo de no ser del Athletic solo puede perdonarse si es consecuencia de una enfermedad infantil mal curada o un golpe en la cabeza.
Cosas que debe hacer alguien para poder decir que es de Bilbao de toda la vida
1. Nacer o renacer en el Botxo.
2. Pisar una baldosa suelta en día de lluvia y mojarse hasta la cintura y más allá.
3. Visitar a los patos del parque en algún momento de la existencia.
4. Si tiene más de 50 años y es del centro de Bilbao, deberá mostrar cicatriz de caída de uno de los triciclos del Parque de los patos.
5. Y ya que mencionamos ese lugar… Alguien de Bilbao de toda la vida llama Parque de los Patos al Parque de Doña Casilda, Plaza Elíptica a la Plaza Moyúa, a Licenciado Poza se le dice Pozas y al Casco Viejo lo llamamos Siete Calles. Esto que les contamos no admite discusión.
Hay más, pero si quieren conocerlos deberán hacerse con el libro de autoayuda.
Sobre la imagen
En el vestir, lo de ella impecable y él como si fuera a jugar un partido de solteros contra casados es, además de machista, cosa propia de otras tierras. Ambos bien vestidos, pero no conjuntados. Eso es de horteras. Salir en bañador desde casa es una guarrada. Se cambia en la playa. Si no hay lugar, se deja la ropa en el coche o se usa la toalla. Tú me tapas, yo te tapo. Por cierto, uno de Bilbao de toda la vida usa calcetines en verano.
El único chándal masculino aceptable en Bilbao es el compuesto por chaqueta de color azul marino, camisa azul clara o blanca y pantalón gris. Perfecto para ir al trabajo, a una boda o a un funeral. La bermuda está prohibida, salvo que vayas a por cangrejos.
Sobre dineros
Será el primero en pagar la ronda o lo que haga falta, aunque suponga quedarse sin un euro hasta fin de mes.
En Bilbao se juega al Euromillones. Un premio de menos de 17 millones de euros no es dinero.
Se deja bote sí o sí, pero sin aspavientos. Como algo normal.
Lo gastronómico
Barra, antes que mesa. Se trata de potear, no de montar asentamientos.
Nunca pedirá un cubata o gin-tonic sin más. Vaso ancho, como uno de sidra si es posible, con buen hielo, corteza —no rodaja— y el alcohol justo.
Elegirá una mesa grande. Que haya espacio para el picoteo previo al plato serio. Probará y comerá de todo, pero sabiendo que, siendo de Bilbao, siempre irá a peor.
Fuera del mapamundi de Bilbao
Si viaja, lo comparará todo con el Botxo; la Estatua de la Libertad y el Empire State con el Sagrado Corazón y la Torre de Iberdrola o la Gran Muralla China y el Everest con San Juan de Gaztelugatxe y el Pagasarri.
Si decide formar pareja con alguien de Bilbao
1. Por la iglesia. Oficiada por el párroco si no puede el obispo. Un cura es poco. Al organista se le paga lo que sea, pero el himno del Athletic suena.
2. Por lo civil. Es más frecuente ahora. Hubo que abrir para tal efecto el Salón Árabe del Ayuntamiento. Si no es allí y ante el alcalde, no tiene gracia.
3. Los matrimonios del Botxo que hayan cumplido las bodas de oro pueden ir agarrados del brazo. El resto camina como si saliera de patrulla. Juntos, a la par, pero que corra el aire.
Todo lo que quiso saber sobre el sexo para ser de Bilbao
La bilbaina, ante un acercamiento excesivo, no mira, sospecha. Demasiados años aguantando a torpes en Pozas o en el Casco. De ahí que su rictus sea mitad a la defensiva, mitad expectante. El hombre por su parte, si es abordado, también sospechará. Conozco a bilbainos que, ante una propuesta sexual, han salido por patas, pensando que era un truco para dormirles y quitarles un riñón.
El idioma del Botxo
Pongamos un ejemplo: Les dejo, que voy para el Botxo. Tengo con la cuadrilla una jamada del copón y luego parranda. Invita Javi, el chico viejo que deja de ser birrotxo. Tiene una potxolada de txoko, llamado Los Txirene, en una lonja de las Siete Calles con los del otxote. Antes, unos potes. Dos rondas de txikitos y zuritos, y una espuela rápida, que el pastor del Gorbea dice que va a hacer fresco. Absténganse los pichicomas, txotxolos y sinsorgos. Para los trompalaris, que pisan iturri enseguida, prohibido llegar perfumaus. Y el que ande kili-kolo, tranki. Tenemos porrusalda, agua de Bilbao y el teléfono del igualatorio. Ah, y nada de katxis. De coger castaña, que sea con fuste. En fin, pitxines, agur sin más.
Que traducido sería: Les dejo, que me voy para Bilbao. Tengo con mis amigos una suculenta y abundante comida, y después habrá una fiesta. Invita Javier, el madurito sin pareja que dejará de ser soltero. Tiene un precioso club gastronómico que comparte con una pequeña coral compuesta por ocho miembros en un local situado en el Casco Viejo, llamado “Los excéntricos, divertidos y, por ende, personajes perejil de todas las fiestas”. Antes tomaremos algo. Dos rondas de vinos y de cortos de cerveza, y una última ronda breve porque Jacinto Sagarna, el pastor de Zeanuri, en el Valle de Arratia, que analizaba las témporas, predice que van a bajar las temperaturas. Absténganse los gorrones, los simplones y los que se creen graciosos, pero no lo son. Para los borrachos que se emborrachan pronto, se les insta a que de ninguna manera lleguen ebrios. Quien esté delicado del estómago, que no se preocupe, disponemos de un menú a base de caldo de puerros gruesamente troceados, cava con etiqueta de una empresa bilbaina o, en su defecto, un buen champán francés y el teléfono de la empresa de asistencia sanitaria nacida en Bilbao y llamada IMQ. Ah, y nada de litronas. De beber más de la cuenta, hagámoslo con criterio y sin vulgaridades. En fin, pichoncitos (queridos amigos), tras lo contado, me despido.
Infórmate de la preventa, prevista para finales de verano, en: https://editorial.baobilbao.com
Texto: Jon Uriarte • Ilustraciones: Tomás Ondarra