Hay espacios hechizados que, curiosamente, están ahí. Cerca. A nuestro paso. De la misma forma que las cavernas de los dragones irradiaban una fosforescencia estremecedora, había y hay templos que irradian conocimiento. La Hagia Sofía. Un templo de esa condición es la librería Boulandier.
En su interior, un hierofante, Javier Boulandier (un mezclum de Bellas Artes y Periodismo), ofrece sacri-ficios rituales a la cultura. A diario. Las librerías ‘de viejo’ o de segunda mano, son siempre templos. A veces la Estética, diosa soberbia, convive con la diosa Ética, también orgullosa y exigente. En Boulandier ambas diosas comparten el espacio repleto. Y ese convivio da resultados fenomenales. La puerta se abre y se contempla un bizarro altar. En primer plano, Javier. Detrás, como sobre la colina Aventina una figura casi a tamaño natural de El Dante. Tranquilo pero severo, Alighieri parece leer -muy probablemente- algo de Aristóteles, quizás la Poética. Javier me explica que -y yo colijo- la cultura no repudia al comercio, máxime cuando de libros tan peculiares se trata. Desde el 85 al 87 Javier tuvo una tienda de material de segunda mano (incluidos TBO’s y libros ‘a la fortune du pot’) en las Calzadas de Mallona. Encontrado un espacio, Boulandier, considera que su comercio ha de cumplir ciertos parámetros: un cliente para cada libro, conocimiento profundo de libros de referencia, manejar el arcano de los fondos ajenos y un profundo saber de los propios. Él -y no me sorprende, ya que es un hierofante- considera que su comercio es más ‘esotérico’ que el de una librería al uso, a las cuales respeta profundamente. No voy a desvelar -éste no es el sitio indicado- cómo llega a llenar sus estanterías (y sus suelos y sus rincones y su… esfera) pero es una labor ingente. ¿Cuál es la temática de la Librería Boulandier? Temas vascos (Carlismo entre otras muchas cosas), arte, viajes, leyes, religión… Al exterior, Boulandier ha colocado unos muy atractivos expositores con libros a un euro (Mein Gott!) donde la narrativa cobra más protagonismo que en el interior del templo. La belleza de los lomos de los libros, con sus nervios, sus florones, sus tejuelos, que forran -literalmente- esta librería, le confieren un aspecto sacro. Javier edita unos catálogos razonados de su fondo editorial. Tales catálogos son un brillante trabajo de erudición. Recuerdo las notas descriptivas de un texto de Cayo Julio César, datado en 1511, o la descripción experta del “Voyages Tres-Curieux & Tres-Renommez faits en Moscovie, Tartarie et Perse” (1727), ilustrado, mejor dicho, bellísimamente ilustrado. En todos los templos hay un ‘efod’, una joya. Como muy “raro y estimado” califica nuestro librero al “Hieronymi Osorio lusitani. De gloria libri V (De nobilitati civilii liber II; eiusdem De nobilitate cristiana libre (sic) tertius…)”. Siguiendo las indicaciones del hierofante-librero, el “excudebat Mathias Mares” que acompaña al texto antedicho, indica que fue el primer impresor de Vizcaya. Siendo un libro que despertaba un animoso interés en la época, ya que la nobleza de los vizcaínos llegó a ser proverbial, estamos ante el primer libro impreso en Bilbao. Hablamos de 1578. Javier Boulandier, hombre discretísimo, guarda una última sorpresa. Es un dibujante fresco, alegre, bueno. Sus catálogos -ya mencionados- se complementan con unas portadas “ex novo”. Delicadísimos dibujos a lápiz o con otras técnicas, tomados de su brillante imaginación o del entorno. Humildes de intención, pero gigantes de contenido espiritual. ¡Tan honestos! Era un día brillante, la hierba del parque refulgía como una esmeralda encantada cuando dejé a Javier Boulandier a cargo de su espacio alquímico. En mi mano lucía, como un lucero, un ejemplar de las “Opiniones del gato Murr sobre la vida” de E.T.A. Hoffmann. Y digo que lucía como un lucero pues es -era- de la colección “Aldebarán” (1944). Nada es casual.
Texto: Antonio Terán y Pando • Fotografías: Hibai Agorria
[gmedia id=109]