Hacemos un repaso cronológico de algunos de los más destacados discos registrados en directo en diferentes y variopintos recintos del Gran Bilbao. Cuatro décadas de grabaciones que atestiguan la querencia bilbaína por la música en vivo, fehacientes pruebas sonoras de unos músicos entregados ante un público que aplaude, corea y celebra el siempre mágico aquelarre de ver, vivir, sentir, bailar y cantar a sus artistas preferidos encima de un escenario.
El año más fructífero del malencarado trío punk de Santurce fue 1986. De aquellas, la adicción a la heroína aún no había hecho estragos en la salud de sus líderes, Iosu Expósito (guitarra y voz) y Juanma Suárez (bajo y voz), que morirían apenas seis años después. Aunque por aquel entonces ya arrastraban una merecida fama de indómitos e ingobernables, no se casaban con nadie. Habían prometido sacar tres discos para ese año, y lo cumplieron: su segundo LP, Anti Todo, que se considera el mejor disco de punk estatal de todos los tiempos; la casete, Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones; y el doble en directo, Impuesto revolucionario, grabado en varias tomas (de las que se seleccionaron las mejores) ante doscientas personas en el instituto de su pueblo, Miguel de Unamuno. Lo editó la discográfica DRO, que hubo de pagar a Discos Suicidas una compensación, ya que estos tenían un contrato previo firmado con la banda. Más espinosa sería la edición del siguiente trabajo, pues Eskorbuto vendería el mismo máster a las dos disqueras, con lo que se publicó dos veces.
Ciertamente, este disco captura al grupo en su cénit, interpretando imperecederas canciones de punk rock paridas con malsanas dosis de rabia, nihilismo y genialidad: Os engañan, Ratas de Bizkaia, Antes en las guerras, ¡Cuidado!, Mucha policía, poca diversión, Historia triste…
Pertenecían a la primerísima ola de grupos vascos de punk, junto a Zarama, La Polla Records y Eskorbuto, todos ellos formados entre el 77 y el 80. Sin embargo, corría ya 1987 y los bilbaínos MCD (acrónimo de Me Cago en Dios) no tenían un trabajo largo propio. Su discografía se reducía a una cinta casete con el minidisco Empezamos un 23-F y la descolorida participación en el recopilatorio Condenados a luchar. Para solventar la tardanza, se editó la grabación de este correoso directo en el Gaztetxe de Bilbo, en pleno Casco Viejo.
La formación de la banda, siempre tendente al cambio y cuyo line-up es realmente tortuoso de seguir a lo largo del tiempo, la componían entonces Rockan (voz), Niko (bajo) —ambos autores de casi todas las composiciones—, Joakin (guitarria) y Bernar (batería). El repertorio se centró sobre todo en sus canciones más combativas, incómodas, incorrectas y políticas, dejando de lado sus loas de bar y juerga, que también las tenían. No más punkies muertos, Puta cerda, Pánico en las calles, Bilbao, mierda, rock and roll, 35 millones de borregos, Squatters o M.C.D. son auténticas declaraciones de intenciones en formato de escupitajo punk, destacando también No hay libertad de expresión, macarra adaptación de Stepping stone de The Monkees, que Rockan presenta como original de Sex Pistols, pues estos habían hecho un cover.
Grabado en la plaza de toros de Bilbao en 1988, la neoyorquina —leyenda viva de la canción protesta norteamericana y probablemente la cantautora más conocida de la época del combativo jipismo folk— desembarcó con una fornida banda de siete músicos que registraron un repertorio con media docena de canciones en inglés, entre ellas: Diamonds & rust, de la propia Baez, y versiones de No woman, no cry (Bob Marley), Famous blue raincoat (Leonard Cohen) y Let it be (The Beatles); donde se hizo acompañar de un coro de Los Ángeles.
En castellano, revisó temas que ya había versionado con anterioridad, como El preso número nueve (Hermanos Cantoral), Llegó con tres heridas, el poema musicado de Miguel Hernández, Ellas danzan solas (Sting), el tradicional No nos moverán y un enorme Gracias a la vida (Violeta Parra), interpretado junto a la gran Mercedes Sosa. Para meterse al público definitivamente en el bolsillo, se atrevió con el himno Txoria txori del inmortal Mikel Laboa.
La banda bilbaína fue un buque insignia del folk vasco durante sus cuatro décadas largas de existencia. Alrededor de Natxo de Felipe (fundador, vocalista y trikitilari) fue pululando una serie de músicos que, en formación de octeto generalmente, dio forma a una seminal discografía de música popular en euskera; carrera que arrancó con el mítico debut Gabriel Arestiren Oroimenez, a mediados de los setenta. En 1996, en el frontón de Getxo —dentro de la programación de su conocido festival de folk y retransmitido por EiTB— Oskorri ofreció el concierto con el que celebraba su cuarto de siglo de trayectoria, que salió al mercado en formato de disco doble y revisaba de manera impecable sus himnos más antológicos con selectos invitados: compañeros de las músicas tradicionales europeas, como Gwendal (Tirauki), Gabriel Yacoub (Kalera noa ihesi) y Martin Carthy (Nafarroa); pesos pesados de la música de autor y el folk euskaldun, como Ruper Ordorika (Ostatuko neskatxaren koplak), Mikel Laboa (Aita-semeak), Juan Carlos Pérez de Itoiz (Mode) y Joseba Tapia (Furra, furra); estrellas del rock vasco, como Fermin Muguruza (Euskaldun berriaren balada); y francotiradores del resto del estado, como Pedro Guerra (Guretzat), Albert Pla (Euskal Herrian euskaraz) y Antón Reixa (Bizkaiko aberatsak).
Originalmente registrado los días 26 y 27 de noviembre de 2006 en la imprescindible sala Kafe Antzokia, dos años después —en el que sería su décimo trabajo y el segundo directo de su extensa carrera— el cantautor oñatiarra publicaba una ejemplar selección de lo ofrecido aquellos dos días. Le secunda su habitual banda de acompañamiento de entonces, los solventes Mugalaris, y desgrana en el disco un repertorio que hace hincapié en las composiciones propias más celebradas hasta la fecha (Etzanda, Zaindu maite duzun hori, Egin kontu, etc.), picoteando puntualmente en sus reconocidas adaptaciones de poetas vascos coetáneos: Martín Larralde, de Joseba Sarrionandia, además de Herdoilarena y Zenbait bertso xelebre, de Bernardo Atxaga; amén de cerrar con su conocida reinterpretación del tradicional Labexomorro. En el 2019, con motivo del 25.º aniversario del Antzokia, la propia sala publicó un doble vinilo en edición limitada con otra de las actuaciones de Ordorika sobre sus tablas, Gaur hamar t’erdietan Kafe Antzokian, precisamente porque “no hay artista que haya pisado nuestro escenario más veces”.
La banda nodriza del heavy metal estatal, liderada desde siempre por los hermanos Castro —Armando (guitarra y voz) y Carlos (voz y guitarra)—, celebró su 25.º aniversario un 23 de agosto de 2007 con una gira que pasó por Botica Vieja en plena Aste Nagusia. Los acompañaban Ángel Arias (bajo) y José Martos (batería), que ya habían estado con anterioridad en las filas del grupo y que, tras este disco, se fueron. En el doble directo de potente sonido, se aprecia la solvencia técnica del cuarteto, aunque la voz de Carlos jamás haya podido llegar al registro del cantante original, Sherpa. Contiene muchos de sus temas imperecederos: Hijos de Caín, Resistiré, Siempre estás allí, Larga vida al rock & roll, etc. No obstante, llama la atención la inclusión de versiones totémicas del rock unidas a sus creaciones: Cuerdas de acero con Another one bites the dust (Queen), Con botas sucias con Land of 1000 dances —popularizada por Wilson Pickett y Ted Nugent— y Day tripper (The Beatles), Los rockeros van al infierno con Smoke on the water (Deep Purple) y Highway to hell (AC/DC). En la reedición que hicieron tres años después, incluyeron la balada También por ti y una revisión del estándar de blues Crossroads, pero a la manera de sus adorados Cream.
Es uno de los más finos y elegantes cantautores de rock urbano que ha dado Nueva York. Sus discos clásicos empatan en calidad y literatura con los de Lou Reed y Bruce Springsteen. Sin embargo, hace décadas, cambió la Gran manzana por la Ciudad del amor, afincándose de manera definitiva en París, desde donde visita habitualmente la Península ibérica. En Bilbao, tiene una tradicional cita en el BBK, ante un público que le conoce, le respeta y envejece con él. Este directo fue grabado en dicho escenario un 15 de enero de 2015, donde le acompañó su sempiterno escudero, el incisivo Oliver Durand. Un concierto a dos guitarras, cálido e íntimo, sólido y cercano, donde Murphy repasa su extenso cancionero, desde el entonces reciente EP Intime (Benedict’s blues, Sweet honky tonk) a emblemas de su repertorio esencial, como Hangin’ out, You never know what you’re in for, Last of the rock stars o Just a story from America, empalmada esta con una versión del estándar Twist and shout; y pone el acento en una triunfal Green river, tema dedicado a la Ría y compuesto en Bilbao.
Celebrando su cuadragésimo aniversario, Metallica se embarcó en una gira mundial que, a su paso por el Viejo Continente, tomó el nombre de Return Of The European Summer Vacation. Era la primera gira de la veterana y venerada banda angelina de trash/heavy metal tras la pandemia del COVID. De hecho, cuatro días antes de su concierto en Bilbao, tuvieron que suspender en Suiza, cuando un miembro del equipo dio positivo.
Actuaron en San Mamés, en el marco del Bilbao Bizkaia Rock Day, y ofrecieron un concierto donde la nostalgia, la leyenda, la potencia y la épica se fusionaron de la mano del cuarteto formado por James Hetfield (voz y guitarra), Lars Ulrich (batería), Kirk Hammet (guitarra solista) y Robert Trujillo (bajo). Era la segunda vez que tocaban en la ciudad, la anterior había sido quince años atrás.
El disco doble formó parte de una serie de directos exclusivos que la banda hizo en cada uno de los conciertos de dicha gira y contiene muchos de sus temas más conocidos, como Creeping death, Enter sandman, Harvester of sorrow, Wherever I may roam, Nothing else matters o un intenso Master of puppets de más de un cuarto de hora de duración, con el que cerraron.
Aunque los alaveses de Yécora hayan cumplido dos décadas de existencia —con su ska pop festero y emocional, pegadizo y emotivo, que con el tiempo han ido abriendo a otras sonoridades— no ha sido hasta hace poco más de un lustro, coincidiendo con el uso en exclusiva del euskera como vehículo comunicador, que se han consagrado entre el público de manera imbatible y arrolladora.
La mejor prueba de ello es este 20 Urte Zure Eskutik, para cuya grabación llenaron tres veces el enorme recinto del Bilbao Exhibition Center, vendiendo todas las localidades en apenas unas horas y convirtiendo la celebración de su vigésimo aniversario en el mayor evento musical en euskera de la historia.
Los de Iñigo Etxezarreta (guitarra y voz) se dieron un baño de entregadas y fervientes multitudes —a lo que se sumó la retransmisión en EiTB— ante las que desgranaron su repertorio más conocido: Zurekin batera, Musikaren doinua, Abuela maitea, Gu geu garena, Heldu da garaia, Aurkitu genituen, etc.; alcanzando una treintena de coreadísimos temas y ofreciendo un espectáculo audiovisual acorde con estos exigentes tiempos. Tras la gesta, la banda se encerró en el estudio y acaba de publicar su nuevo disco, Konkista.
Texto: Kike Babas y Kike Turrón
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