Paul Urkijo Alijo junto a Yune Nogueiras, Iñake Irastorza, Elena Irureta y Ane Gabarain. © David Herranz
Criaturas como Inguma o Gaueko se mezclan con brujas y aquelarres en Gaua, que puede verse en cines desde el 14 de noviembre, tras estrenarse en Sitges e inaugurar la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Una historia inspirada en el caso real de Kattalin Belauntzakoa y Maritxu Oiartzungoa, dos mujeres ajusticiadas en el siglo XV por ser amantes. El culpable de todo no podía ser otro que Paul Urkijo Alijo.
Paul Urkijo Alijo (Vitoria-Gasteiz, 1984) es ya uno de nuestros grandes directores de género, gracias a su estilo genuino, donde —grabando siempre en euskera— mezcla el cine fantástico con la mitología vasca. En 2018, debutó con Errementari (el herrero y el diablo), inspirada en el cuento tradicional de Patxi Errementaria. En 2023, siguió explorando la mitología vasca con Irati, en la que llevó a la gran pantalla a seres como Mari, el Basajaun o las Lamias; y que, a día de hoy, es la película en euskera más vista en salas de cine. Sus filmes han ganado ya más de 130 premios nacionales e internacionales y más de 400 selecciones en todo el mundo. Desde el otro lado del teléfono, atiende a nuestras preguntas sobre su nueva obra.
Sí, creo que mis pelis ya lo demuestran. Desde niño, siempre yendo al monte, nos contaban historias de esos seres fantásticos. En este caso, en Gaua he querido representar ese mundo de la noche de la mitología vasca.
Bueno, en este caso ubico la película en el siglo XVII, en plena “brujomanía”, en plena época de la Inquisición. Por un lado, la película es un compendio de muchas leyendas vinculadas a la noche, como el dios de la noche, Gaueko, o demonios y espectros vinculados a enfermedades o males nocturnos, como Inguma. Luego, también todo lo que es el mundo de la brujería, los aquelarres y demás, que realmente fueron creados o inventados por los inquisidores para reprimir a ciertos colectivos o ciertas zonas.
Todo ese universo ha llegado hasta nosotros. Yo cojo todo eso desde el punto de vista de una persona de hoy en día y lo utilizo para hablar sobre la historia de Kattalin, una chica que vive en el siglo XVII y se fuga de su baserri, de su caserío, para escaparse de la situación de tristeza en la que vive. Huye, adentrándose en la oscuridad del bosque. Si se supone que tenemos que seguir la senda de la luz, la senda recta que nos marcan, pues Kattalin se sale del camino, se adentra en la oscuridad, que es lo que se supone que no se ha de hacer; y por ahí encontrará su camino, porque a veces hay que enfrentarse a la oscuridad para poder encontrar la libertad de uno mismo.
Al final, todas las películas históricas que se hacen hoy en día siempre pasan por un filtro de reflexión actual. En este caso, sí que he querido hablar precisamente de esas conductas que fueron satanizadas, todo el aspecto de la libertad sexual identitaria. Tenemos a dos personajes que están inspirados en dos personas históricas reales, Maritxu Oiartzungoa y Kattalin Belauntzakoa, que fueron juzgadas por ser amantes. Eso fue en el siglo XV. Realmente, estamos hablando de lo que sucedió en esa época, pero a través de un relato de una fábula fantástica.
Algo que me ha parecido muy original, sin desvelar mucho del final, es que en el aquelarre, que es el último acto, aparecen tanto hombres como mujeres. Por lo general, solo veíamos brujas cuando se representaba uno.
Sí, por las propias mentiras de los inquisidores a la hora de hablar de los brujos y brujas. En euskera, sorgin sirve tanto para hombres como para mujeres. Hoy en día, se asume que sorgin es una mujer, pero realmente en esa época eran tanto hombres como mujeres, y fueron juzgados tanto brujos como brujas.
Sí que hubo una gran mayoría, especialmente en Europa, donde se juzgó a mujeres, pero en el País Vasco serían como un 40 % hombres y un 60 % mujeres; porque más allá de un feminicidio, que también lo fue, supuso la represión de un colectivo que, de alguna manera, no cabía ser reprimido por el poder, así que utilizaron la excusa de que había una secta satánica que cometía coprofagia, infanticidio, etc.
Para mí era bonito mostrar de la forma más natural y racional el hecho de que, si se hace un aquelarre, ahí va a haber hombres y mujeres, que es lo normal. Y, si de alguna manera los inquisidores se basaron en algo que hubiera podido existir, seguramente fue similar a las fiestas que hacemos hoy en día: beber, juntarnos y disfrutar de la noche, que al final es algo que está muy arraigado en nuestra tradición.
La película se supone que transcurre en la zona de Zugarramurdi, Xareta, Urdax y demás. Un poco vinculado a lo que fue el proceso de Logroño. Pero, al final, es como un gran Frankenstein que hacemos siempre, juntando diferentes zonas. Por ejemplo, se ha rodado en el baserri de Igartubeiti, que está en Guipúzcoa. Hay otro baserri que está en la zona de Orozko, en el monte. Hemos rodado también en la necrópolis de Arguiñeta, que está al lado de Elorrio. En Álava, hemos rodado en Albertia, un bosque que está cerca de Legutio, y en un lavadero que está al lado de Letona. Luego, hemos rodado también en el bosque de Artikutza, Guipúzcoa. Y, además, hemos creado un bosque artificial para rodar el aquelarre en un plató.
Mis películas siempre son complicadas, pero me han cuidado muy bien para poder hacer la película que yo quería. No me han impuesto nada, la verdad. Así que guay.
Gaua sí que tiene momentos de horror, y es folk porque hablamos de mitología y de folklore, pero yo siempre digo que donde encuentro el horror es en lo urban. Para mí, es el urban horror. Yo me siento muy cómodo en lo que es el mundo folk. Si en las películas de folk horror siempre hay como una especie de secta que al final termina sacrificando a alguien que viene de fuera, yo seguramente sería parte de esa secta [risas]. Al final, me siento más cómodo en el monte y en los pueblos que en ningún sitio. Entiendo que sí se puede considerar folk horror, pero igual es más fantasy dark horror.
Tengo otros proyectos que quiero sacar adelante y voy a seguir un poco por la misma línea. Tengo también proyectos que van por otros lares, pero bueno, mientras me dejen, yo seguiré haciendo. Ahora lo que toca es la promoción de Gaua, que bastante curro voy a tener.
Texto: Jesús Casañas • Fotos: David Herranz
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