Al mirar un mapamundi, Papúa Nueva Guinea aparece como una mancha de verde vibrante incrustada en el Pacífico sur. Es una isla que comparte territorio con Indonesia, situada al norte de Australia, en un arco insular que conecta el sudeste asiático con Oceanía.
No obstante, para quienes se aventuran en sus entrañas, este país es mucho más que un punto geográfico: es una tierra viva, cargada de misterio, historia y un mosaico cultural único.
La geografía de Papúa Nueva Guinea es tan indomable como impresionante. Sus paisajes están dominados por montañas cubiertas de neblina, selvas tropicales impenetrables y ríos caudalosos que serpentean como arterias vitales. Con más de 600 islas y costas esculpidas por arrecifes de coral, este paraíso natural alberga una biodiversidad exuberante que rivaliza con el Amazonas. Sin embargo, su verdadera riqueza no se encuentra solo en su naturaleza salvaje, sino en las comunidades humanas que la habitan.
En las profundidades de Papúa Nueva Guinea, un mosaico de exuberante selva tropical y montañas escarpadas alberga a algunas de las culturas más aisladas y antiguas del planeta. En este rincón remoto del mundo, el tiempo parece haberse detenido. Las tribus que habitan estas tierras, conocidas como “las tribus perdidas”, no solo luchan por preservar su identidad, sino que también nos ofrecen un vistazo a un mundo que ha resistido los embates de la globalización.
Las ricas culturas tribales de Papúa Nueva Guinea, una vez alteradas por la colonización europea, ahora se preservan a través de festivales anuales. Estos eventos celebrados en Geroka y Mount Hagen, muestran los trajes y rituales tradicionales de tribus como el Mudman de Asaro y muchas otras tribus. A pesar de la erosión con el tiempo, estos festivales ofrecen una visión del patrimonio único de las muchas tribus de las islas.
Los forasteros pueden presenciar representaciones tradicionales, actuaciones y atuendos ceremoniales y prácticas culturales raras, lo que ayuda a mantener vivas estas antiguas tradiciones en el mundo moderno. En agosto de 2022, viajé a Papúa Nueva Guinea durante tres semanas, desde el río Sepik, en el norte, hasta el monte Hagen. Para llegar a las tribus más remotas, se deben atravesar ríos caudalosos, caminar días enteros por terrenos inhóspitos y, en algunos casos, viajar en helicóptero. Las fotografías de esta travesía muestran no solo paisajes majestuosos, sino también los desafíos que enfrentan estos pueblos para conectarse con el mundo exterior. Los hombres y mujeres de estas tribus viven en armonía con la naturaleza, dependiendo de la caza, la pesca y el cultivo para sobrevivir. Estuve casi una semana en el pueblo llamado Asaro, cerca de la ciudad de Goroka, fotografiando muchas tribus de esta región.
Los hombres de barro Asaro
Son famosos por su pintura corporal de arcilla, sus grandes máscaras de barro y sus largas extensiones de dedos de bambú. La leyenda cuenta que los Asaro fueron atacados por tribus muy violentas, pero, con sus espectacularmente espeluznantes “bilas” (máscaras decorativas), lograron asustarlos, engañándolos y haciéndoles creer que eran espíritus de los muertos.
Los hombres de barro se visten para la danza Moko Moko de Victore de Asaro, que es una exhibición vibrante y festiva realizada por los guerreros de Asaro en su regreso triunfal de las batallas. Esta danza cautivadora es un símbolo de victoria. La danza irradia energía y pasión mientras los guerreros se mueven en patrones rítmicos, adornados con coloridas “bilas” tradicionales y elaborados tocados. Es un espectáculo que encarna la esencia de su cultura y la expresión alegre de sus logros.
Los cazadores de insectos de Mindima
Recurren a un ingenioso método que implica humo para capturar una diversa variedad de insectos. Creyendo que el humo desorienta a sus diminutas presas, los cazadores emplean meticulosamente diversas técnicas para crear y controlar el humo. Esta antigua práctica refleja no solo su destreza en la caza, sino también su profundo conocimiento de los comportamientos de la población local de insectos.
Quema de cabezas de Gimisave
La quema de cabezas de Gimisave es una práctica tradicional de la tribu Asaro. Consiste en encender un fuego en la cabeza y caminar por el lugar con la intención de ahuyentar a los pájaros y murciélagos. Esta práctica ya no es común y la realizan principalmente para los turistas.
Ceremonia de la viuda
Es un ritual funerario tradicional de la tribu Asaro. Durante la ceremonia, la viuda del difunto debe afeitarse la cabeza y entrar en un período de duelo, durante el cual está aislada del resto de la comunidad.
Los hombres de peluca Huli de Tari
Los Huli, un pueblo indígena que vive en la región de las Tierras Altas del Sur de Papúa Nueva Guinea, son guerreros orgullosos que tienen un gran respeto por las aves y las imitan en danzas ceremoniales. Sus rostros están pintados con ocre amarillo anaranjado y se cultivan margaritas eternas especialmente para usarlas en las pelucas. Los clanes se caracterizan por un sistema social complejo.
La tribu de cara negra
También conocida como pueblo Suli Muli, es un pequeño grupo étnico que vive en las escarpadas montañas de la provincia de Enga en Papúa Nueva Guinea. Son conocidos por su distintiva pintura facial negra, que se aplican como símbolo de su identidad y herencia cultural. El pueblo Suli Muli es uno de los grupos más aislados y tradicionales de Papúa Nueva Guinea.
La Tribu Esqueleto
Reside en el pueblo de Mindima, en la provincia de Simbu de Papúa Nueva Guinea. Los orígenes de la Tribu Esqueleto se remontan a una intrigante leyenda. Hace aproximadamente 200 años, los cazadores fueron a las montañas, pero no pudieron regresar. Un grupo de guerreros se embarcó en una expedición para explorar las montañas y luego entraron en una cueva. Dentro, descubrieron una visión escalofriante: una abundancia de esqueletos humanos y un monstruo gigante. Para engañar a la criatura, decidieron pintar sus cuerpos con huesos de esqueleto hechos de arcilla blanca y negra. La artimaña tuvo éxito y, mientras el monstruo dormía, los guerreros victoriosos regresaron sigilosamente a la seguridad de su aldea.
La tribu Graiku
Vive en la aldea Bogo, en la cabecera del río Koro de Papúa Nueva Guinea. Los Graiku reciben con calidez a los visitantes y les ofrecen una muestra de sus vibrantes tradiciones. Sus cantos, bailes y la encantadora música de flauta de bambú muestran sus talentos artísticos. Compartir la preparación de sus comidas tradicionales, como el banquete Mumu o la preparación de abetos tradicionales, es una experiencia encantadora. El profundo aprecio de la tribu Graiku por sus artefactos y su estrecha conexión con el río Koro se suman al atractivo de esta extraordinaria comunidad.
A pesar de su aislamiento, las tribus de Papúa Nueva Guinea no son inmunes a las amenazas modernas. La deforestación, la minería y el contacto con el mundo exterior han comenzado a erosionar sus formas de vida. Los rostros capturados en las imágenes reflejan tanto la resistencia como la fragilidad de estas culturas. Este artículo fotográfico no solo documenta su existencia, sino que también llama la atención sobre la importancia de proteger su legado.
A través de estas fotografías, no solo se cuenta una historia, sino que se celebra la diversidad y la riqueza del espíritu humano. Las tribus perdidas de Papúa Nueva Guinea no están realmente perdidas: están vivas, vibrantes y tienen mucho que enseñarnos. Este reportaje es un homenaje a su sabiduría ancestral y una invitación a mirar más allá de lo conocido.
Texto: Pedro Ajuriaguerra • Fotos: Sarah Wouters
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