BAO LOGO OK 2 e1391622790962
Principal Williams

Williams. El refugiado del Athletic

Iñaki es, hoy, un león con mayúsculas, pero hay que estudiar detenidamente su biografía para valorar su camino hasta el éxito. Sus padres escaparon de la guerra de Liberia. ¿Os suena? 

Iñaki Williams vive momentos de gran felicidad. La apuesta por el fútbol le ha salido a pedir de boca, pero aún se imagina cómo podría haber sido su vida de no haber encajado en el impaciente deporte de élite, que cada vez selecciona más por talento atlético. Se pone en la piel de los sirios, que peregrinan hoy por Europa buscando una vida mejor. Sus padres se conocieron en un campamento de refugiados cerca de Accra y le engendraron en Bilbao. Sin trabajo en Barakaldo, se marcharon a la Ribera Navarra para cuidar del campo. La pantera del Athletic no olvida sus orígenes; a aquellos cerdos y vacas que pastaban, mientras él jugueteaba con lo puesto.

Su vida fue a mejor cuando se trasladaron a la capital de Navarra. Allí, en el Club Natación, un niño espigado y fibroso corría que se las pelaba huyendo de la miseria. Los ojeadores del Athletic echaron las redes antes que Osasuna, que curiosamente tenía a aquella joya destacando al lado de Tajonar. Hoy es todo un león, un ídolo en San Mamés. Todavía se le eriza el vello cuando recuerda cómo la grada le despidió orgullosa, puesta en pie, contra el Real Madrid. Su madre lloraba desconsolada y su hermano Nicholas, otro rayo infantil en Lezama, soñaba con jugar junto a él algún día.

Exiliados de Liberia a Ghana por la guerra, Félix Williams y María Arthuer han recogido el premio al esfuerzo, su fórmula para sobrevivir. Trabajo, trabajo y trabajo. Es lo que siempre le han reclamado a su hijo. Cuando fichó por el Athletic, en edad juvenil, su padre estaba en Londres para sumar ingresos. El resto llegaba de las labores que hacía María en otros hogares. El contrato profesional de Iñaki les ha vuelto a reunir. No crean que fue fácil su camino hasta recibir su primera oportunidad en rojiblanco. Pocos creían en aquel tirillas, con la cresta a lo Balotelli, que marcaba goles a pares en el Pamplona. Probó varias veces en Lezama y regresó con las manos vacías. No le veían suficiente talento y su raza negra llevaba a la reticencia sobre su evolución física. Aterrizó en el verano de 2012, a prueba. No se decidió que siguiese hasta los últimos días, eternos para un chaval que se había hecho fotos de pequeño con la camiseta que hoy comparte con Iker Muniain, su pareja de baile dentro y fuera del césped.

Fue subcampeón de Copa Juvenil en una temporada en la que marcó 35 goles. Pasó al Basconia, en Tercera, y pese a ser operado de menisco, a mitad de año ascendió al Bilbao Athletic (8 tantos en 14 partidos). Valverde le reclutó, y le costó hacer su primera diana, en Turín. “¡La he metido, la he metido!”, gritó con algarabía. Llegó alguna más, como la de Elche, que dejó al equipo a tiro de la Europa League. O la de la final de Copa en el Camp Nou, la de la honrilla para sus 55.000 seguidores. ¡Quién le iba a decir que dos meses y medio después levantaría allí un trofeo! Lástima que no pudiese jugar por lesión.

Pisa tierra firme y se le puede ver de paseo por las cercanías del Guggenheim con su novia, estudiante de Enfermería. “Willy, eres más mediático que nosotros”, bromean en la caseta con él. “Alguna ventaja debe tener ser negro”, les contesta siempre sonriendo el chaval, que ha caído de pie por su humildad y ganas de aprender. Tanto sus compañeros, como la afición del Athletic, club que le ha dado la vida, le quieren con locura. Se lo pasó en grande en el balcón del Ayuntamiento celebrando la Supercopa, pero ahora quiere volver en gabarra. “El Athletic es inmenso, increíble, se merece estos éxitos y más. Quiero estar todos los años posibles aquí”, dice Iñaki Williams, el refugiado más famoso de Bilbao.

 

Texto: Nika Cuenca • Imágenes: Hibai Agorria

Scroll al inicio