BAO LOGO OK 2 e1391622790962
Volcanes

Volcanes activos en Guatemala

Existen muchas razones que invitan a preparar un sugerente viaje a Guatemala. Son muchos los atractivos que tiene este bello país. Es cuna de la civilización maya, con importantes zonas arqueológicas; tiene una gran biodiversidad en su clima tropical; y posee una cadena montañosa volcánica que cruza el país de oeste a sudeste en paralelo a la costa del Océano Pacífico.

Forma parte así del Cinturón de Fuego del Pacífico, lo que ocasiona una gran actividad sísmica y volcánica. Es esta última la razón por la que decidí volar hasta allí. De los 37 volcanes registrados, tres de ellos están activos y no quería dejar pasar la ocasión de presenciar este grandioso espectáculo. Para ello, además de un completo equipo fotográfico, se debe acarrear el material de acampada necesario y ropa de abrigo. Y es que uno de los grandes alicientes es observar los volcanes por la noche.

Volcán de Fuego.

Este coloso ofrece un espectáculo de explosiones y columnas de gases que sobrecogen. Posiblemente, la mejor manera de observarlo, con la obligada seguridad, sea subir al vecino volcán de Acatenango (3976 msnm). Esta ruta requiere un mínimo de fuerza física y preparación ya que su ascenso, desde el primer momento, tiene una pendiente considerable y para llegar a la cumbre se tardan aproximadamente seis horas.

El camino discurre, en su primer tramo, entre campos de cultivo donde se ven campesinos trabajando sus tierras. Luego, nos internamos en una zona de bosque nuboso, de una singular belleza, con multitud de especies vegetales que, además, proporcionan sombra en esta parte del recorrido siempre ascendente.

Mas adelante, a causa de la altura, comienza una transición. El bosque pasa a ser exclusivamente de pinos hasta llegar al último tramo, al páramo, donde la vegetación prácticamente desa-parece y aparecen ante nosotros un paisaje volcánico y unas preciosas vistas de los alrededores. Aunque todavía no se ve el Volcán de Fuego. Aún es necesario llegar a la cumbre para tenerlo en frente. Será en ese momento cuando su imponente silueta se muestra en todo su esplendor, con repentinas erupciones expulsando ceniza, material incandescente y flujos de lava. Es todo un espectáculo el que la naturaleza nos muestra y que, al caer la noche, adquiere una dimensión tan increíble que a cualquiera le pone los pelos de punta.

Volcán Santiaguito.

Este es el volcán más joven de Guatemala y está en continuo cambio. En los inicios del siglo XX, el volcán Santa María (3772 msnm) vivió una fuerte erupción que desencadenó en su ladera sur la formación del volcán Santiaguito. Una de las opciones para observar este joven volcán es subir al citado volcán Santa María y, así, disfrutar de una vista espectacular desde la cumbre de todo el domo de lava. También requiere un duro ascenso que lleva unas cinco horas, caminando por un bosque de pinos casi hasta el final del recorrido. Al llegar el atardecer, lo primero que hay que hacer es montar la tienda de campaña en un lugar resguardado. Y abrigarse. A pesar de que Guatemala es un país de clima cálido, las noches a tanta altura siempre van acompañadas de fuertes heladas y, en muchas ocasiones, de un fuerte viento o nubes que complican la actividad fotográfica. Aún así, el espectáculo está más que asegurado.

Es sorprendente ver desde la cumbre del volcán Santa María el cráter en actividad del Santiaguito, con intervalos de aproximadamente una hora expulsando fumarolas de ceniza y gases que ascienden en grandes columnas hacia la atmósfera, así como flujos de lava muy viscosa que cae por sus empinadas laderas. Todo ello, modifica constantemente este bello paisaje hostil.

Volcán Pacaya.

De los tres volcanes activos de Guatemala, éste es el más accesible y turístico. Llegar a sus faldas, o al vecino Cerro Chino, no precisa de un gran esfuerzo. En cerca de una hora, por un sendero bien marcado, es posible llegar al lugar de observación. Hay un páramo de rocas volcánicas de anteriores erupciones, y multitud de ríos de lava petrificada por donde caminar, que lo convierten en algo incómodo. No está permitido ascender al cráter, ya que está constantemente expulsando gases y vapor de agua, por lo que siempre subyace la posibilidad de una erupción. Y en un volcán estromboliano, ésta suele ser bastante violenta.

Desde 1962 se producen una o dos erupciones de este tipo por año, con explosiones que lanzan gran cantidad de ceniza y piroclastos que caen a gran velocidad y temperatura por las laderas. Esto convierte al Pacaya en uno de los volcanes más peligrosos de Centroamérica.

Texto y fotos: Álvaro López

[gmedia id=444]

Scroll al inicio