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San Antón. Puente de ojos hechizados

El Puente de San Antón es uno de los emblemas más importantes de la villa de Bilbao, dada la historia que aparece representada en su escudo. Hasta prácticamente finales del siglo XIX fue el principal acceso a la ciudad. Desde entonces, ha sido testigo de la mágica transformación del Botxo.

Antonio Machado aseguraba que «los ojos porque suspiras, sábelo bien, los ojos en que te miras son ojos porque te ven». Cuando se observa este emblemático y entrañable puente, uno no sabe si es él el que mira o es el puente el que te mira.

 

Vamos a recuperar su memoria a través de sus ojos…

Se cree que el Puente primitivo de San Antón existió con anterioridad al año de fundación de Bilbao, en 1300. Es de origen medieval y fue durante muchos siglos el único punto de unión entre ambas márgenes de la ría en muchísimos kilómetros, el único puente, ¡la vida de la ciudad! Al ser paso obligado para el comercio de Vizcaya con Castilla, tras el privilegio otorgado en tiempos de doña María Díaz de Haro, tuvo gran importancia histórica. Por aquí entraban tanto el hierro vizcaíno como las acémilas que volvían a Castilla con las mercancías de otras tierras. Existe constancia de que se reconstruyó en madera en 1334, tras ser maltratado por una riada. En 1463 se rehízo en piedra con traza gótica y en 1593 se destruyó por una riada. En el siglo XV, hacia el final de la Edad Media, fue una etapa muy convulsa y violenta en Vizcaya, consecuentemente también en Bilbao, y se empozaba a los delincuentes bajo este puente.

El empozamiento era un método de ejecución muy arraigado que consistía en atar de pies y manos al reo y atarle una piedra a su cuello, siendo arrojado al agua hasta provocar su muerte por ahogamiento. Se aplicaba generalmente a los nobles, banderizos y personas ilustres, dejando los demás métodos, principalmente la horca, para las clases bajas, peones… Este tipo de ajusticiamientos eran un acontecimiento social de primer orden, y mucha gente acudía a presenciarlos, cosa normal si tenemos en cuenta que las ejecuciones se realizaban en espacios públicos, con ánimo de dar ejemplo.

A este antiguo Puente de San Antón lo maltrataron «aguaduchus» y riadas, de tal forma que tuvo que ser demolido en 1882, una vez terminado el que le sustituiría. El Puente Nuevo, también conocido como Puente de Atxuri, construido por Ernesto Hoffmeyer, fue el que lo reemplazó y se ubicó en la parte trasera del templo, tal y como lo hace el actual. Sus obras se prolongaron de 1871 a 1877 a causa de la Tercera Guerra Carlista. En 1937, durante la Guerra Civil, fue volado como el resto de los puentes de la ría, y reconstruido por el que actualmente se levanta.

Desde entonces, ha asistido, cual testigo asombrado, a la mágica metamorfosis de Bilbao.

Lo mismo que las palabras construyen puentes hacia las regiones inexploradas, el Puente de San Antón nos conduce al corazón de Bilbao. Nos remite a los primeros latidos de la villa; a la sístole y diástole de hombres y mujeres que iban y venían cargados con sus sueños.

Es eterno. Siempre está ahí, esperándonos con los brazos abiertos: nos invita a atravesarlo en busca de nuevas aventuras, placeres, misterios, triunfos, desafíos…

Guarda en sus ojos, tu última mirada.

 

Texto e ilustraciones: Asier Sanz

 

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