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Robe Iniesta. Bienvenido al temporal

En estos últimos cuatro años, Robe Iniesta (Plasencia,1962) ha aparcado la banda nodriza Extremoduro, buque insignia del rock duro y poético estatal, para capitanear un proyecto bajo su nombre donde se ha reinventado sin salirse de sus esencias.

El resultado de esta aventura ha sido Lo que aletea en nuestras cabezas (2015) y Destrozares, canciones para el final de los tiempos (2016); dos entregas discográficas que se completan con el reciente directo Bienvenidos al temporal (2018), película que fue estrenada en cines y que ya se puede encontrar en las tiendas en formato DVD y doble CD.

Una gira que arrancó en teatros
Para la presentación de sus dos trabajos en solitario, Robe dividió la gira Bienvenidos al temporal, que llevó a cabo en 2017, en dos partes: la primera, Ponte a cubierto, recorrió teatros y auditorios entre los que se encontraron el Palau de la Música en Barcelona, el Kursaal de Donostia, el Palacio Euskalduna de Bilbao o el Teatro Romano de Mérida. “No creo que regresemos a esos sitios ni a hacer cosas parecidas -explica Robe- algunos conciertos fueron un poco raros porque parece que los teatros son más para estar tranquilo y gozando de la música. En un concierto quieres bailar, pero ha merecido la pena por el resultado y viene bien que nos vayan abriendo puertas y no tengamos que ir con el rock siempre a patatales o plazas de toros con tejados”. Una gira en recintos, digamos, más solemne, que indujo al público a comportarse de una manera diferente a lo que este artista está acostumbrado. “Se supone que en los teatros se está para disfrutar más de la música, a los silencios, al ambiente… emociona más. Sin embargo, al final quieres cantar, quieres bailar. Y claro que lo hemos notado, no solo porque la música es diferente, sino porque las entradas costaban un pastón, y la gente era distinta. Pero también hubo gente a la que le ha gustado mucho más que Extremoduro. Si quizá había gente un poco más mayor…”.

La segunda tanda de la gira de presentación de sus dos discos a nombre de Robe se dio en grandes recintos más acostumbrados al rock de alto voltaje como el Wizink Center de Madrid o el Bilbao Arena. “En esta gira me gustó mucho que todas las canciones iban a ser la primera vez que las tocaba, eso no había pasado nunca. No tenía la necesidad de intentar agradar a todo el mundo con el repertorio de canciones”. Lo cierto es que, como se podía prever, la gira fue un éxito de público tanto en los recintos de butacas como en los de pista, ya que a poca gente se le escapa que el escueto nombre artístico de Robe, es el del líder de Extremoduro. “No tiene nada que ver que yo ponga el nombre. Me parecía una bobada poner Robe el de Extremoduro. Robe es más corto, y me parecía mucho mejor. La manera de trabajar ha ido siempre, desde el comienzo, entre todos, muy entre todos, los arreglos, y todo en general. Quizá en el tema de las letras me haya impuesto un poco más, al ser mías, pero en general, es un trabajo entre todos”. Explica Robe haciendo referencia a los músicos que le han acompañado en los discos y en la gira: David Lerman (bajo, saxo y clarinete), Carlitos Pérez (violín y bajo), Alber Fuentes (batería), Álvaro Rodríguez (teclados y acordeón) y Lorenzo González (coros y bajo).

Una buena grabación, no las de los móviles
“Cuando se planteó la idea de hacer una película, a nosotros nos pareció de puta madre, porque para noso-tros ha sido una experiencia realmente bonita, fue muy emocionante. Mucha responsabilidad, también. Quisimos que el público tuviera un producto de calidad, con buen sonido, buenas imágenes y una buena realización. Hubiese sido más barato registrar un solo concierto, pero queríamos hacerlo bien”, refiere Robe cuando se le inquiere sobre las razones de grabar tres conciertos de la gira para hacer una película en directo, obra de Diego Latorre. “Además, -continúa- los nervios de pensar que se está grabando, no molan. De este modo, sabías que era un concierto muy importante en el que no debías trabucarte, pero tenías tres oportunidades de elegir en cada caso y nos quedamos con las canciones que mejor quedaron en cada sitio”.

Los lugares seleccionados fueron Mérida, Barcelona y Madrid. “La del Teatro Romano fue la noche más especial de la gira. El sitio es espectacular. Impone, que eso también te da su puntito, y la gente iba a darlo todo, agotando las entradas a pesar de la reventa. En el Palau fue otro de los conciertos más emocionantes y en cuanto a Madrid la escogimos por el público y por el rollo, el sitio es más cutre en comparación con los otros dos, pero fue una de las paradas más marchosas y nos sentíamos más liberados”.

Durante el proceso de montaje y edición de la película, Robe prefirió dejar hacer al realizador y director del vídeo. “He estado participando hasta que ya estaba un poco hasta las pelotas, y ha sido Diego La Torre el que ha llevado todo el peso de la producción. Es una persona que tiene mucho gusto a la hora de trabajar. Él ha sido el que lo ha llevado todo, yo solo le he dado mi punto de vista. Hemos querido hacerlo lo mejor posible, por eso hemos grabado los tres conciertos, aunque ha sido mucho más caro para la compañía, ha quedado mucho mejor. Al tener imágenes de los tres conciertos puedes elegir la mejor, y así no te tienes que meter en el estudio a trampear”. Finalmente el músico poeta ha de pasar por ser el espectador de su propio espectáculo. “Al principio todo el mundo te dice que estás muy bien y tal, luego te relajas después de verlo tantas veces, y eso pasa a un segundo plano. En el cine se ve de otra manera, más como espectador, pero cuando te metes al trabajo pierdes un poco la perspectiva”.

Además, con la edición de esta película del espectáculo en directo, Robe acalla la proliferación de vídeos grabados con el móvil por el público, con audios e imágenes deficientes. “En un principio, no quería cortarle el rollo a la gente, ni pensar mucho en el tema de los móviles, lo que pasa es que hay gente que molesta con los móviles a los demás. No estoy de acuerdo en que se moleste a la gente con los móviles. Una de las razones de hacer la película, es que ya que se pidió no usar los móviles, que la gente pudiera tener el concierto con buena calidad, ya que lo que se graba con el móvil es una mierda, con mala calidad, no vas a disfrutar del momento y, encima, vas a molestar a los demás. No le veo el sentido. Tú vas a un concierto a vivirlo, no a llevártelo enlatado para casa. Con el tiempo yo creo que eso se pasará y en unos años y se pensará mira que tontos éramos. La televisión te hace creer que cosas que no son normales lo son”.

Un presente inmediato: componer
Tras esta experiencia en “solitario”, entre comillas, Robe, más que al futuro, está mirando al presente: centrado en el laborioso proceso de componer. “Estoy componiendo, pero no quiero pensar. Cuando llegue el momento de elegir, elegiré. Ahora toca cambiar pero no sé hacia dónde ir, no me quiero obligar a hacer algo con lo que no me vea a gusto, lo que se hace, hay que hacerlo con ganas e ilusión. Seguidito del tirón no me veo haciendo otro disco de Robe. Estoy componiendo, haciendo cosas nuevas. Me da pena que cambie el ciclo, pero creo que toca cambiar. No quiero cerrar nada, quiero dejar todas las puertas abiertas”. Queda en el aire si las próximas composiciones irán a un nuevo disco de Extremoduro, cuyo último trabajo, Para todos los públicos, data del 2013. Como viene siendo habitual en los últimos años a Robe le gusta espaciar las reuniones de Extremoduro para cogerlo con más ganas. “Yo no creo que se pueda tocar una canción sin sentir nada. Llega un momento en que la ha tocado tantas veces que te la sabes muy bien. Las canciones tienen que tener sabor, y para ello yo tengo que coger distancia y, con el tiempo, es como aprecio su valor. Si las has tocado muchas veces, son como un caramelo cuando llegas al palo”. Dejamos aquí a Robe, centrado, activo y vital, y con las musas apoyadas sobre unos hombros que no dejan de crear. “Quedan muchas cosas por vivir. Esto ha sido una aventura que he podido hacer, que deja más puertas abiertas aparte de Extremoduro. Son tantas cosas que, en realidad, ¡no sé lo que haré!”.

Texto: Kike Babas & Kike Turrón

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