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Pascual Molongua

Pascual Molongua. Un Rey Mago en el Casco Viejo de Bilbao

Pascual Molongua, nacido hace 66 años en Guinea Ecuatorial, avanza a paso tranquilo por la calle Jardines, en el Casco Viejo de Bilbao, con un carrito como única compañía. En él transporta uno de sus instrumentos de trabajo, “un teclado Ketron, para buscar los tonos adecuados a mi voz”, y unos bafles. 

El otro instrumento con el que se gana la vida es su voz de barítono, “estudié canto con un amigo de Alfredo Kraus, que me enseñó a utilizar mi voz”. Parece el mismísimo Louis Armstrong desde que interpretó este personaje en un musical sobre el Padre Arrupe, presentado en el 2007 en el Euskalduna, dirigido por Gontzal Mendibil, en el que intervinieron la BOS, el Orfeón Donostiarra y el bailarín Igor Yebra.

A las once de la mañana de un día cualquiera se acerca a Charamel Zozotegia, donde le invitan a un café con leche, que él agradece con una sonrisa que deja ver sus blancos dientes. Dos horas antes ha calentado su voz. De esta manera, a las 11:30 de la mañana, cuando se instala en la esquina de las calles Bidebarrieta y Jardines, su voz ya está a punto para interpretar canciones de Julio Iglesias, Raphael, Rocío Jurado y Nino Bravo, “conocí a su padres, a su mujer y a sus hijos. Su madre afirma me dijo que le gustaba mucho como interpretaba sus canciones”. A las 15:00 h hace una parada para comer y vuelve a reanudar su trabajo a las cinco de la tarde, que concluye a las ocho. “En Bilbao estoy muy bien. Soy feliz con lo que tengo, me conocen desde las personas que están en la cúspide de la ciudad, que me tratan como a un amigo (se congratula de haber sido amigo de Iñaki Azkuna, que fuera alcalde de la villa), hasta los más humildes”.

 

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Pascual llegó por vez primera a Bilbao en 1965. Su hermano mayor, Gabino, estudiaba Turismo y jugaba al fútbol en el Erandio. Los padres de Miguel Jones, que fuera jugador del Atlético de Madrid, también originarios de Guinea, le acogieron en su casa como si fuera un hijo más de la familia. Volvió a la villa, tras un paréntesis, en 1971. Estudiaba en el instituto. Se mantenía gracias al dinero que le mandaba su familia desde Malabo. Una crisis económica en su país hizo que tuviera que ponerse a trabajar en montajes o descargando barcos en Deusto. Pascual, sin embargo, quería ser cantante. Estudió música en el conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga, “convendría que la gente fuera al menos una vez al año a oír un concierto de la Orquesta Sinfónica, les cambiaría la vida”.

En Madrid sacó el carné profesional tras el preceptivo examen en el sindicato de artistas y toreros. La actriz Beatriz Carvajal se convirtió en su hada madrina tras oírle cantar en las calles de Málaga. Le consiguió una actuación en el programa Fantástico de TVE, dirigido por José María Íñigo. También ha actuado en programas como Gente, al frente de cuya orquesta se encontraba el maestro Ibarmia, Vivir cada día o Got Talent. En esos años recorrió muchas ciudades de España, Francia, Bélgica y Alemania. A primeros de los años setenta se casó con una chica de Deusto, con la que tiene cuatro hijos, que le han dado cinco nietos. Pascual es tan bilbaíno que en el 2003 fue nombrado Zarambolas de los Carnavales de Bilbao.

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En esa edición compartió escenario con las chicas del Athletic Femenino, elegidas como Farolines. Como cada año, desde hace tres lustros, espera con impaciencia que llegue el 5 de enero. Es una noche muy especial para él. Se convierte en el rey Baltasar y sale en su carroza a recorrer las calles de Bilbao para repartir ilusión entre los niños bilbaínos, “esa noche es muy especial, es como estar en un mundo inimaginable. Estar con los niños hace que también te vuelvas niño”.

Se confiesa devoto de la virgen de Umbe, “tengo fe”. Conoció la devoción a la virgen de Umbe a través de un amigo de la familia de Isidoro Delclaux y Mercedes Oraa, en cuya casa de Neguri vivió durante un tiempo, ya que su suegra era ama de cría de los niños de la familia. La Virgen de Umbe, afirma, le ha concedido dos dones, “ver lo que otros no ven y oír lo que otros no oyen”.

Se despide con un ¡Aupa Athletic! Y se va, perdiéndose por las calles del Casco Viejo, que forman parte de su vida, recordando aquel día que cantó en San Mamés y miles de personas le aplaudieron como si fuera una estrella.

Texto: Txema Soria • Fotos: Hibai Agorria Ilustración: Tomás Ondarra

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