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Óscar De Marcos

A Óscar de Marcos le cambió la vida un día del verano de 2009 en Laguardia. Se iba a la piscina y tenía un plan para marcharse de fiesta a sanfermines. De repente, sonó el teléfono. Le quería fichar el Athletic, el club al que su padre le enseñó a amar en la distancia. Al día siguiente, ya estaba de pretemporada en Isla Canela. Lo primero que hizo en el hotel fue sacarse una foto con la ropa.

Ya ha lucido el brazalete de capitán y se encamina hacia los 300 partidos como león, sudando la gota gorda. Representa fielmente los valores del club, dentro y fuera de la hierba. Cuando le entrevistas te sientes su amigo. Es un tipo noble, nada engreído. “Los futbolistas somos gente normal”, sostiene. No todos.

Llegarás en unos meses a los 300 partidos con el Athletic, ¡quién te lo iba a decir cuando viniste del Alavés! Cuando fiché por el Athletic no me lo podía creer. Tuve un poco de fortuna de llegar, aunque trabajé para ello. En los primeros años, no me veía capacitado para alcanzar esa cifra, no tenía continuidad ni me la había ganado. Al final, la aparición de Marcelo (Bielsa) me dio mucha vida. Confió en mí, me puso muchos partidos y me fui consolidando como jugador.

Encima, has ganado un título con el Athletic 31 años después, el de la Supercopa. ¿Cómo sabe eso? Es inexplicable, lo que vivimos en el vestuario y por las calles de Bilbao fue algo increíble. No se me olvidará jamás. Se nos quedó la espinita de la gabarra, pero no había tiempo. Pelearemos por volver a vivirlo, más a lo grande todavía.

Tu amor al Athletic viene desde crío. Explícanos esa fidelidad desde Laguardia. Tuve la suerte de que mi padre es del Athletic y me educó bien desde pequeño. Siendo de Laguardia puedes ser de cualquier equipo, aunque ahora haya más de los nuestros. Mi padre era presidente de la peña del Athletic de allí. Pertenecer ahora al equipo es lo máximo.

¿De qué te acuerdas cuando venías a San Mamés a ver al Athletic? Mis recuerdos más recientes son cuando estaba en el Alavés, el año que llegaron a la final de Copa con Caparrós, venía con un compañero del filial porque él era socio. Yo era muy de Joseba Etxeberria y Julen Guerrero, pero no llegué tanto a verles en directo.

¿Qué te pasó por la cabeza cuando te enteraste de que te querían fichar? De más joven, en juveniles, había oído algún rumor. Cuando me llamaron, no sabía que el Athletic estaba interesado en mí. Acabé el año con el Alavés, bajamos a Segunda B y estaba en Laguardia pasando el verano. Iba a ir a la piscina y, de repente, me llama el representante y me dice que íbamos a fichar por el Athletic esa tarde y que al día siguiente me iba con el equipo de pretemporada a Isla Canela. Fue un shock increíble, un sorpresón. Llegué al hotel, me puse la ropa del Athletic y me saqué una foto. Yo decía, ¿qué hago aquí? La familia y los amigos también estaban alucinados. Aquella llamada me cambió todos los planes, me iba a ir a sanfermines, lo tenía todo cogido.

El primer año, con Caparrós, ibas y venías en las alineaciones, aunque partió tu continuidad ir al Mundial Sub-20 de Egipto. Daba la sensación de que eras otro futbolista, parecías hasta frío. No estaba preparado para jugar de continuo en el Athletic. Eso requiere mucha concentración y compromiso, estar por encima de críticas y halagos. Hay que dejarlos de lado. Todo me afectaba bastante. Para estar muchos años en esto, hay que creerse que puedes hacer bien muchas cosas.

O sea, que hay que ponerse una coraza. El fútbol es un examen diario. Sí, tienes que confiar en ti. Uno es consciente de que habrá momentos difíciles, pero lo que no puede pasar es que te creas mejor de lo que eres. En mis primeros partidos, recuerdo que mi padre se metía a los foros y los comentarios le afectaban. Lo que piensen los aficionados no puede cambiar tu manera de sentir el fútbol.

Bielsa te sacó chispas desde el principio y te hizo conocer el límite de lo que da de sí tu cuerpo. Me exprimió al máximo. Yo no era consciente de que podía rendir a ese nivel. Me dio mucha confianza, me mostró que tenía muchas virtudes, también mis carencias. Su estilo de juego permitió que no se me notaran tanto. Me ayudó a olvidarme del exterior y centrarme sólo en lo que debía hacer.

Queda como recuerdo un gol tuyo en el memorable 2-3 de Old Tradford. Casi nada. Y dos finales. El año fue inolvidable, los que componíamos ese equipo cambiamos de mentalidad y creímos desde ahí que podíamos ganar a cualquiera. Íbamos fuera a por los partidos. También cayó el Schalke 2-4. Es verdad que a las finales no llegamos bien, no estuvimos a la altura. Sobre todo, mentalmente a los jugadores nos dio mucho.

Valverde te ha ubicado ya como lateral derecho. Es un cambio total de perspectiva. Ernesto es un entrenador que conoce muy bien los aspectos tácticos, la colocación, fijar bien la posición. Creo que estoy mejorando mucho. Mis cualidades, para el estilo de juego que utiliza, son ideales para la banda porque tengo recorrido. Trata de corregirme temas tácticos, se da cuenta de pequeños detalles que te hacen mejorar.

¿Con Bielsa estaba todo más mecanizado y Valverde da más variedad? Con Bielsa hay libertad, pero siempre sabiendo lo que tenías que hacer. Cada posición exigía un tipo de cosas. Con Ernesto, tácticamente sabemos todos lo que tenemos que hacer, pero luego hay cierta libertad, bastantes variantes.

Esa posición te ha llevado a la Selección. ¿Qué cara se te quedó cuando no pudiste jugar el amistoso de Bélgica por los atentados de París? Estaban mis padres allí y tenía más miedo por ellos que por mí. No quería que pasase algo y no saber dónde estaban. Por delante del fútbol está lo personal. El hecho de que viajasen a Bruselas aquel día ya me dejó satisfecho. Seguiré trabajando para jugar algún día, pero no le he dado la importancia de otra gente.

¿Te ilusiona ir a la Eurocopa? Hay muchísima competencia. Yo lo que quiero es llegar lo más lejos con el Athletic y luego ya eso es decisión de otra persona. Primero, hay que hacer muchos méritos. Siempre has dicho que seguirás en Bilbao el tiempo que quiera el club. No se suele escuchar mucho de la boca de los jugadores. ¿El Athletic es lo más grande? Sí, la gente estará harta de oírlo pero es lo que yo pienso. El Athletic es donde mejor puedo estar, mi felicidad es máxima. Tengo a mi familia y amigos cerca, un vestuario inigualable… Yo valoro este tipo de cosas. Quiero ganar títulos con mi equipo.

Gurpegui dijo en BAO que jamás había visto a nadie con tanto sentimiento Athletic como De Marcos. Un halago tremendo, porque ya has tenido compañeros… Es un halago increíble. Es un referente en este club. Por personas como Gurpegui e Iraola yo he entendido lo que es el Athletic. Son los que representan los valores del club. Tenerles cerca tanto tiempo ha hecho que mi sentimiento aumente.

¿Te imaginas a este equipo sin Aduriz? Espero que nos dure muchos años. Es una referencia para noso-tros dentro y fuera del campo.

Es bueno que jugadores como Raúl García, con su trayectoria contrastada, den el paso de sumarse al proyecto. El Athletic atrae. Llevamos muchos años compitiendo en Europa y haciendo las cosas bien. Es muy importante que haya jugadores de ese nivel reforzando al equipo. Es campeón de Liga, subcampeón de Champions… Es mentalidad ganadora y viene a apoyar.

Has decidido vivir siempre en Bilbao, primero en Huertas y ahora en la Plaza de Euskadi. ¿Qué os reporta la ciudad? Hay un grupo de la plantilla muy cerca tuyo. Valoro que puedo ir con mis amigos a tomar algo por el centro de Bilbao y la gente nos respeta. Somos gente normal, no por ser futbolistas tenemos que estar apartados del mundo. Me gusta la ciudad, vengo de un pueblo como Laguardia.

Lo que es una pasada es jugar en ese estadio cada dos semanas. San Mamés es un lujo, el club merece tener un estadio al que todo el mundo quiere venir a jugar. Los que vienen nuevos alucinan con él. Cuando se nos acabe el fútbol y vayamos a ver los partidos desde la grada valoraremos lo que hemos vivido con las botas puestas.

Texto: Nika Cuenca • Imágenes: Hibai Agorria

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