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Luminosa Marijaia

Es el icono de las fiestas de Bilbao que alumbra con su magia. Dices Marijaia y a todo el mundo se le enciende el rostro porque sabe que estás hablando de la Aste Nagusia, de la Semana Grande. Sus coloridas ropas, su eterna sonrisa y sus brazos en alto invitan al baile, al festejo, a la alegría… a la luz sin fin.

Y entonces, la Diosa Marijaia dijo: “Hágase la luz”. Y la luz se hizo en forma de Aste Nagusia.

La génesis de esta Diosa de la Fiesta es creación de la pintora y grabadora Mari Puri Herrero. Nació el 19 de agosto de 1978 tras cinco días de trabajo, por encargo de la Comisión de Fiestas. Aunque muchos creen que está viva es, en realidad, una muñeca a gran escala, al modo de los gigantes y cabezudos, de cartón sobre una estructura de madera. Un personaje concebido como una mujer de aspecto tradicional vasco con vestimenta rural, cuyos brazos levantados invitan al baile y al optimismo. La oronda reina de la fiesta parece exclamar sin complejos al mundo: “¡Soy libre, gorda y feliz!”.

Su rostro, con pestañas de atrevido rímel negro, labios rojo pasión, sonrosados pómulos y desordenado cabello rubio, recuerda a una artista del cabaret. Pero su sonrisa de carmín, que pudiera aparentar ser picarona, es bonachona al mismo tiempo que maternal. Y sus hechiceros ojos azules están llenos de ternura. ¡Marijaia se manifiesta como una madre que da a luz a la fiesta! Es madre pero también maga, porque convierte las lágrimas en sonrisas con un abrazo.

Los soñadores ojos azules de esta muñeca mofletuda parecen invitarte a soñar que la vida es la fiesta más grande: a elegir si te levantas y bailas o te quedas sentado viendo disfrutar a los demás. Y su sonrisa socarrona parece decirnos que lo mejor que puedes hacer por ti mismo es no dejar de sonreír. Para Marijaia la vida debe ser una fiesta continua.

Como canta Serrat “vamos subiendo la cuesta que arriba mi calle se vistió de fiesta”, es el sábado siguiente al 15 de agosto cuando Bilbao se viste de fiesta. El inicio de la Semana Grande lo marca la lectura del pregón y el lanzamiento del txupin desde la balconada del Teatro Arriaga. Instantes después, y puntual como siempre a la cita, aparece deslumbrante en el balcón la gran Marijaia, el tótem que reinará la Aste Nagusia. Y en ese momento, como una venerada gran Gurú, enciende el ánimo de todos los asistentes a la fiesta que elevan también sus brazos al aire buscando el nirvana… Nada viaja a mayor velocidad que la luz de la alegría… ¡Ha comenzado la fiesta!

El Botxo se convierte en una explosión de vida y alegría. Marijaia es el gran astro de luz que hace brillar con el más grande esplendor a toda la Villa. “Marifiesta” es un volcán que entra en erupción y llena de lava de alegría toda la ciudad. Se la puede ver por las txosnas o por cualquier lugar de la ciudad esbozando su eterna sonrisa que parece advertirnos “disfruta a tope de la fiesta, nunca sabes cuándo será la última”.

Desde 1997, la luminosa Marijaia tiene una canción propia, llamada Badator Marijaia, compuesta por Kepa Junkera. Es el himno de las fiestas que añade más leña a la hoguera del jolgorio. Una música tan divertida que la Ría se trasmuta en Agua de Bilbao y hasta la mismísima estatua de Don Diego López de Haro y Puppy se ponen a bailar locos de contentos.

Tras nueve días de fiesta, la luz de Marijaia se apaga quemándola en un paseo por la Ría, a modo de despedida. Las últimas chispas de luz se reflejan en las lágrimas de los asistentes… pero su luz permanece todo el año en nuestros corazones. Después de tanta locura, toca reflexionar… ¡La felicidad solo depende de nuestra luz interior!

Marijaia, luz sin fin.

 

 

Texto e ilustraciones: Asier Sanz

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