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Felix Linares

La voz, Félix Linares

Sugerente, con cierto tono de tenor y detalles de barítono.

Félix sonríe cuando le digo que su voz será el punto de partida de esta charla. Asumo mi falta de originalidad en este asunto, pero… ¡quién no lo haría! Su voz inspira, propone, asesora, analiza… Bien, pues esta atractiva y particular voz lleva muchos años transmitiéndonos su pasión por el séptimo arte: el cine.

Y la voz precisamente es muy importante para los doblajes en el cine…

Sí. La voz es el cincuenta por ciento de la interpretación. Con esto de los doblajes no conocemos cómo suenan en realidad los actores. Imagínate a Clint Eastwood, Bruce Willis o Humphrey Bogart sin la gran voz de Constantino Romero. No serían ellos, no nos parecería lo mismo. Entiendo que sin el doblaje, tendríamos que leer subtítulos y no estamos acostumbrados a eso. La gente no es muy aficionada a la lectura, pero gracias al doblaje el cine ha llegado a más gente y gracias al doblaje la gente disfruta del cine. Lo ideal sería tener las dos versiones, pero no hay nada ideal. No obstante, hay muchas películas en las que se aligera o se prescinde de los diálogos. Es una opción del director. Chaplin, por ejemplo, inventó muchas cosas y entonces el cine era mudo. Billy Wilder, que a mi me gusta muchísimo hace que sus películas hablen sin la necesidad de mucho diálogo, ¡claro, que él había sido guionista! y además es que a mi Wilder me parece el colmo de casi todo, lo hace todo bien (aunque tenga películas malísimas). De lo único que no puedes prescindir en el cine es de la imagen, aunque el resto de elementos son importantes, especialmente el lenguaje.

 

El cine ha cambiado mucho desde sus comienzos…

Antes había una forma natural de manifestarse por medio del cine, era un cine en el que cabía la denuncia social, en el que se podía manifestar una injusticia o el malestar colectivo e íbamos a verlo como militantes, no íbamos para evadirnos de nada. Hoy no hay ganas. Por ejemplo, Costa Gavras, cultiva un cine crítico y sociopolítico y en cada película que dirige se hace evidente su compromiso con estos asuntos. En su última película El capital, muy buena en mi opinión, centra el foco en los poderes políticos y financieros, esos que manipulan el dinero a su antojo y acentúan la pobreza del pobre y la riqueza del rico; pues no ha tenido repercusión. Ahora hay que hacer dinero. La gente va al cine a evadirse. Ya no sólo no se leen los periódicos, es que hemos decidido no informarnos. Lo que ocurre en el mundo nos abruma. Vivimos en Hibernilandia. Parafraseando al maestro Wilder: “Si el cine consigue que un individuo olvide por dos segundos que ha aparcado mal o que no ha pagado la factura del gas o una discusión con su jefe, entonces el cine ha alcanzado su objetivo actual”.

 

Con La noche de… nos habéis aficionado al cine, ¿qué ocurre antes de la emisión?

Hemos conseguido que la gente joven vea el programa con el resto de la familia. El programador selecciona una película en función de lo que se tiene y en función de lo que haya ese día en la programación de otras cadenas. Si alguien pone una de tiros nosotros pondremos una romántica y si ponen una de acción, pondremos una de humor. No siempre estamos de acuerdo con el programador. El guionista hace un trabajo duro buscando material, anécdotas, diálogos, comentarios, etc. Yo grabo la imagen unos días antes de la emisión y es cuando el guionista se lleva los disgustos porque le cambio muchas cosas ¡jaja! El realizador ordena el material que ha grabado y en ese punto se quita, se pone, se corrige… A veces hay un follón tremendo porque no nos ponemos de acuerdo en una frase o en una imagen. El técnico de sonido vuelca todo el sonido y se queda todo preparado. El protocolo es enviarlo cuatro horas antes de la emisión. Es todo muy intenso y hay un gran equipo, aunque el guionista y el realizador son los que se emplean a fondo, incluso los fines de semana. Naturalmente el director tiene la última palabra.

 

¿Cuándo llegó el cine a tu vida?

El cine siempre ha estado en mi vida. Yo era un niño petardo que siempre quería ir al cine, pero se empeñaban en que jugara al fútbol ¡y encima de portero porque era alto! Odiaba rozarme las rodillas y tirarme por el suelo, así que me metían todos los goles. El cine Abando y el Olimpia estaban cerca de mi casa, así que desde bien pequeño he ido al cine.

 

En el Festival de cine de San Sebastián estarás “en tu salsa”, ¿verdad?

Sí, aunque estoy obligado a ver las películas de la Sección Oficial. A veces me apetece más ver otras secciones, pero no puedo elegir, el deber manda. Este año creo que había unas 16 a concurso y otras tantas extra, unas 25 películas.

 

¿Cómo te las arreglas con una agenda tan intensa?

Empiezo el día con un desayuno fuerte: fruta, dulces, frutos secos y todo lo que puedo porque sé que luego no habrá tiempo. Después me voy a la radio, en el Kursal tenemos un set donde organizo lo que tengo que hacer ese día y de allí, al cine. Mi vida en esos días es ver una película e ir inmediatamente a contarlo a la radio; así hasta las diez de la noche. Hay gente que me dice que si tengo que estar pendiente del guión, actores, fotografía… no disfrutaré de las películas. Nada más lejos. Ya son cincuenta años en esto. Haber visto tanto cine y haber leído tanto te da un bagaje y una experiencia que te permiten moverte con soltura y comparar. Por fortuna, tengo la capacidad de disfrutar de las películas sin necesitar de un período de reflexión ni nada por el estilo. Soy principalmente crítico de cine y un crítico compara, analiza el formato cinematográfico, guión, interpretaciones… El cine me ha interesado tanto siempre que incluso de pequeño era capaz de ver la película en su conjunto. Lo que a mí me pierde es un buen encuadre cinematográfico. Godard decía que un movimiento de cámara es una opción moral. Al elegir un encuadre estás optando por una determinada sección del mundo; estás dejando fuera un montón de cosas, pero estás eligiendo un plano de detalle que quieres destacar, estas seleccionando tu opción moral. Hitchcock era un maestro en eso; en un plano de detalle aparentemente insignificante conseguía que te quedaras con una idea o con una imagen, que era exactamente lo que él pretendía. Este tipo de cosas conforman el cine como arte particular. Lo que es específicamente cinematográfico son el encuadre y el montaje; con el montaje puedes hacer una película completamente diferente de la que has rodado. No es magia, es cine.

 

También haces radio, el maravilloso Pompas de Jabón donde los libros son protagonistas. ¿Una imagen o mil palabras?

La radio es más fácil, pero trabajas más. Te ocupa mucho tiempo y estás siempre obsesionado con qué harás en el próximo programa. Como entrenamiento está muy bien porque te exige rapidez de reflejos y agilidad mental. La imagen te multiplica, pero la palabra te concentra en un número de seguidores muy especializado aunque es una audiencia más escasa. Reconozco que me hace mucha más ilusión que me conozcan por la radio, en la que además el oyente tiene que hacer un ejercicio de imaginación y crearse su propia imagen.

 

¿Se lee poco?

No se lee nada y se lee en malas condiciones. Hace no mucho un político dijo que su partido será como el “Gran Hermano” que vigilará a los gobiernos. Quizá ese político debería haber leído a Orwell antes de hacer sus declaraciones. Así como en cine se ven las películas más taquilleras, en libros se leen principalmente Best seller. Tenemos los radares estropeados, creemos que hay temas que nos van a poner en un brete, que nos van a aburrir o que no los vamos a entender. Si menciono a Shakespeare a Beethoven o a Homero por ejemplo, la gente se va, es como veneno para la taquilla y para la audiencia; luego resulta que “aquello” era Las aventuras de Ulises o la Novena Sinfonía ¡y lo conocíamos!, pero no lo habíamos identificado. La ignorancia conlleva desdén y el desdén conlleva ignorancia. Yo trabajo en esto, pero no puedo decirle a la gente que se preocupe de estas cuestiones o qué leer porque la gente tiene otros asuntos, otros problemas.

Con respecto a la televisión, el funcionamiento del espectador es totalmente acrítico y está estudiado para que así sea, no me invento nada. Hay programas con un componente de salvación, con un tono humorístico como First Dates, en el que Sobera indica al espectador con sus comentarios que es un programa de humor, pero aún así, la gente se lo toma en serio, no analiza. Hablamos del Ecce homo y no sabemos nada de ello. Pero eso no es lo malo, lo malo es no tener curiosidad por investigarlo, por saber el origen de las cosas. Los colaboradores del neocon están consiguiendo que nos durmamos proporcionándonos un coma suave. No nos quejamos. Nos hemos hecho acomodaticios.

 

Volvamos al cine, si digo 2001 Odisea en el espacio…

Es una de mis favoritas. El comienzo es un shock con esos timbales del Amanecer de Zarathustra, el sol de fondo, el monolito, el nacimiento del hombre y veinte minutos de monos. Luego de repente, la mayor elipsis de la historia del cine y el final. No entendí nada, pero soy muy persistente y volví a verla al día siguiente. La habré visto veinte veces. Otra de mis favoritas es El hombre que mató a Liberty Valance, una fascinante reflexión sobre casi todo. Este tipo de películas sólo las saben hacer maestros como Ford.

 

¿Algún proyecto nuevo a la vista?

En octubre, por ejemplo, el día 2 estaremos en la Sala BBK con ¡Ja! La risa de Bilbao. Haremos un acto que vamos a llamar “Lo mejor de lo peor”. Pondremos unas cuantas imágenes y las comentaremos. Se trata de pasar un buen rato. Además, una de las secciones estará dedicada al machismo en el cine y lo veremos con escenas de El hombre tranquilo, El gran McLintock o Sor Citroen, que nos aportarán mucha información sobre esta realidad.

 

Antes de finalizar, querido Félix… ¿alguna recomendación?

En algún sitio leí que recordar significa volver a pasar por el corazón. Recordemos lo que nos ha gustado. Una buena película o un buen libro que nos han hecho disfrutar deben quedarse en nuestro recuerdo.

Un buen consejo de un hombre excepcional. Gracias Félix.

Texto: Gloria Esteban • Fotos: Hibai Agorria

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