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La gabarra durmiente

Es el símbolo de los triunfos del Athletic Club. La gran ilusión rojiblanca lleva 31 años varada. A la espera de contecimientos, descansa en el Museo Marítimo de Bilbao, pintada para la ocasión, soñando con volver a pasear por la Ría junto a su fiel amante.

Érase una vez una hermosa gabarra que cayó en un profundo sueño. Llevaba treinta y un años varada, amarrada a un encantamiento y solo podía ser despertada por el beso, en forma de título, del príncipe Athletic.

Hagamos historia. La Gabarra nº1, rebautizada posteriormente como Gabarra Athletic, nació en 1960 en los Astilleros Celaya. Con 18,5 metros de eslora y 8,5 metros de manga, era utilizada para acarrear hierro de la entonces pujante industria vizcaína. Este tipo de embarcación era un elemento indispensable para la riqueza de Bizkaia a finales del siglo XIX. Henchidas sus montañas de hierro, tan necesarias para las fábricas y Altos Hornos, la Ría fue la vía elegida para trasladar este mineral desde las minas hasta los 23 cargaderos existentes, situados todos ellos entre Olabeaga y Portugalete.

La Gabarra surcó por primera vez el Nervión en 1983 para celebrar el título de Liga logrado en el Estadio Insular de Las Palmas. Fue el directivo Cecilio Gerrikabeitia el que ideó, ese mismo año, un plan para celebrar el hipotético título liguero de aquella temporada. El Athletic no sólo debía ganar en Las Palmas, sino que el poderoso Real Madrid de Santillana, Stielike, Juanito, Gallego, Camacho, y con Di Stefano en el banquillo, tenía que perder en Valencia… Era tan difícil la bilbainada, que se le hubiese quedado pequeña una simple celebración con la afición en el Ayuntamiento. Entonces, una canción le dio la idea acorde con el triunfo. “Por el río Nervión, bajaba una gabarra…”, dice el tradicional estribillo que convirtió a esta barcaza en símbolo de los triunfos de los leones. Mágicamente, la gabarra pasó de acarrear hierro a transportar a un equipo de oro.

El 3 de mayo de aquel memorable año, una descomunal marea humana de cerca de un millón de personas salió al encuentro de los heroicos jugadores de Javier Clemente a ambos márgenes de la Ría. ¡Fue mundial, lo nunca visto, el acabose! Salieron del Club Marítimo a las cuatro de la tarde, arrastrados por el remolcador “Amaya” y emprendieron la marcha hacia el puente de San Antón, acompañados por la Sotera, la Bizkaitarra, Isuntza y el resto de traineras vizcaínas, además de por un sinfín de gasolinos, remolcadores y botes. Toda Bizkaia lo celebró. Fueron tres horas donde la ciudad se paralizó: los niños no acudieron a clase, los trabajadores abandonaron las fábricas por unos instantes y los estudiantes universitarios se declararon en “huelga”. Tres horas de trayecto que ya son eternos en el corazón athleticzale.

Lo que ningún seguidor rojibanco podía esperar entonces era que dicha hazaña se iba a repetir al año siguiente; y no sólo se igualó, sino que los resultados de los legendarios Zubizarreta, Goiko, Argote, Sarabia, Dani… fueron aún mejores. El Athletic volvió por sus fueros y ganó in extremis la Liga, dirimida a tres bandas en una última jornada de infarto. Venció también en la Copa con un gol de Endika ante el Barcelona de Maradona y Shuster, entrenado por Menotti, (la final de la tangana). A estas dos conquistas se sumó automáticamente la Supercopa. Este histórico triplete fue celebrado por todo lo alto. Bilbao pudo olvidar por unas horas las terribles inundaciones que nueve meses antes habían ahogado la alegría de despertar a la Gabarra.

Desde aquel desmelene fluvial, han transcurrido más de tres décadas. Pero… ¡Tachán, tachán!… ¡Suenan las trompetas del Cielo!… Y el pasado agosto los leones salieron de su sequía y, por fin, ganaron un título… ¡LA SUPERCOPA! Lograron la gesta de hacerle morder el polvo nada más y nada menos que al “todopoderoso” FC Barcelona, actual campeón no sólo de Liga y Copa, también de Europa.

Sin embargo, dadas la apreturas del calendario, desde el Palacio de Ibaigane decidieron que la Gabarra, esta embarcación que con solo pronunciar su nombre levanta pasiones, se quedaría en el dique seco. “No es que no queramos sacarla, pero tenemos que seguir compitiendo. Estamos al comienzo de temporada, hay una previa en la que debemos garantizar la Fase de Grupos y hay que amoldarse a disfrutar y seguir compitiendo”, señaló el presidente, Josu Urrutia.

El maleficio continuaba.

Mientras tanto, la gabarra durmiente sigue a la espera. En sus sueños acaricia el momento en el que se rompe el encantamiento. Han pasado muchos años desde que el último beso se congeló en sus labios, desde que su cuerpo olvidó el calor, pero sigue ahí… guardando incólume todo el amor para su fiel amante, el príncipe Athletic.

Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado.

Texto e ilustraciones: Asier Sanz

 

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