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Jordania Principal

Jordania. País de piedra

Cuando pensamos en este pequeño país de Oriente Medio, una imagen toma forma en nuestra mente: el símbolo que lo coloca en el mapa de lugares imprescindibles, Petra. Pero Jordania es mucho más que eso.

 

Un oasis de hospitalidad y sonrisas.

Jordania es un oasis de paz, donde los lugareños no escatiman en muestras de bienvenida a viajeros y refugiados, donde hay sensación de seguridad y honestidad, las sonrisas son sinceras y la hospitalidad es una constante. La auténtica sorpresa del viaje.

Estamos en un punto caliente del mundo, frontera con Siria, Irak, Arabia Saudí, Israel y Palestina. ¿Cómo es posible que en medio de este caos, conflictos y falta de libertades se encuentre este lugar?

Petra, una de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo Moderno.

Esta antigua ciudad data del siglo VIII a.C., pero es en el siglo VI a.C. cuando es ocupada por los nabateos, que la hicieron prosperar como enclave estratégico en la ruta comercial entre la India y el Mediterráneo.

Se sitúa en un valle rodeado de montañas rocosas, con un angosto desfiladero de entrada que le proporcionaba seguridad y la convertía en un lugar oculto, lo que le dio el nombre de “la ciudad perdida”. Hoy, recorrer el Siq es una experiencia para los sentidos; esculturas, pequeños altares y unas paredes veteadas de color rojizo enmarcan el camino de entrada y nos dirige a su centro neurálgico, el Tesoro de Petra.

Algunas fachadas son impresionantes como las Tumbas Reales, el Monasterio o el Tesoro, y otras más humildes, pero lo que sí es común a todas es que el espacio interior es una simple cueva, sin pretensiones. Y es que las viviendas nabateas eran simples casas-tumba, donde los vivos convivían con sus muertos en un mismo espacio excavado en la roca.

La ciudad empezó su declive cuando las rutas comerciales se desviaron y fue cayendo en el olvido. Durante siglos, los beduinos han ocupado sus ruinas y han hecho de ellas su hogar. En los años 80, para favorecer el turismo, fueron trasladados a un pueblo cercano, aunque algunos se resistieron y siguen allí.

Con su aspecto exótico y sus ojos perfilados en negro con kohl, te abren las puertas de su hogar y te ofrecen asiento para disfrutar de las vistas con un té con tomillo. Su hospitalidad y gran sentido del humor harán de estos momentos mucho más que una visita turística, una auténtica experiencia de vida al adentrarte en esta cultura tan diferente a la nuestra.

 

Wadi Rum, el desierto de Lawrence de Arabia.

Este desierto es conocido también como el Valle de la Luna por su espectacular paisaje. No en vano, películas como Marte o El Planeta Rojo, han sido rodadas aquí.

En el mundo occidental, este valle desértico se hizo conocido gracias a Lawrence de Arabia y sus películas y libros.

Hoy en día, se trata de un lugar bastante turístico pero, aún así, espectacular, con campamentos beduinos en los que disfrutar de una experiencia de lo que es su vida en el desierto.

Dormir al raso alrededor del fuego y contemplar el cielo en el más absoluto silencio, es un experiencia sobrecogedora que te hace intentar no cerrar los ojos para no perder detalle.

Mar Rojo, un mar lleno de colores.

El mejor contrapunto al desierto es visitar el Mar Rojo, llamado así por el color de las montañas desérticas que lo rodean.

Darse un baño en estas aguas te hace olvidar el sofocante calor del desierto. Es, además, una estupenda ocasión para hacer snorkel o buceo, ya que sus aguas están repletas de vida marina, corales y pecios, que las convierten en unas de las mejores del mundo para este fin.

 

Mar Muerto, el lugar más bajo del planeta.

A 400 metros bajo el nivel del mar, es el punto más bajo del planeta. Recibe agua del río Jordán pero la única salida es por evaporación, lo que hace que la concentración de sal sea del 40%, ¡una locura!

La experiencia de meterse en sus aguas es, cuanto menos, curiosa. La flotabilidad es extrema, con lo que puedes incluso recostarte relajadamente a leer mientras te mantienes sin esfuerzo en la superficie. Eso sí, olvídate de que sea un baño refrescante porque la temperatura del agua es altísima.

Texto y fotos: Macarena Riestra y Iagoba Domingo

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