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Fuego de Arte. Explosión en el cielo de Bilbao

Aunque nos parezca que los años caen del calendario con asombrosa lentitud, lo cierto es que las noches estivales de los fuegos de Bilbao están a la vuelta de la esquina.Las luces de bengala, los truenos o las candelas nos hipnotizarán de nuevo con su creatividad ilimitada en el XXVI Concurso Internacional de Fuegos Artificiales “Villa de Bilbao”. Acuden a la contienda diferentes ciudades, países y culturas que en este escenario obligado e infinito nos dejan cada año con la boca abierta. Se anuncia para esta edición un programa de lo más tentador con disparos de concurso y de exhibición; otro espectáculo extraordinario que engrandecerá más, si cabe, nuestra entrañable Aste Nagusia. Y de repente, se nos hace indispensable empezar o terminar la noche de fiestas con el estruendo y el brillo en nuestros fuegos. La clave está en mirar al cielo y rendirnos ante la magia de Doña Pólvora y ante el buen hacer de enormes artistas pirotécnicos que nada dejan a la improvisación. Nada es aventurado, quien maneja bien la pólvora, triunfa.

Pólvora significa literalmente “medicina de fuego” y nació en China de forma casual cuando paradójicamente, los alquimistas buscaban el elixir de la inmortalidad.

Doña Pólvora, que viajó por la ruta de la seda de China a Persia y de Samarcanda a Pakistán, llamó a las puertas de Europa en el siglo XIII, trescientos años después de su nacimiento… y desde entonces, el mundo se le quedó pequeño.

El maquillaje de la ancestral dama es ciertamente peculiar; estroncio para unos labios rojos y llamativos, sodio para brillos dorados, cobre para sombras azules, titanio para blancos y plateados, bario para una mirada verde y profunda… los colores intensifican el efecto pictórico de las figuras y ejercen gran influencia sobre los sentidos y el estado de ánimo de las personas.

Quizá nos abracemos en la alegría, quizá absortos en el espectáculo sintamos la emoción que nos provocan las luces y el estruendo, olvidando eso tan importante que es respirar, tomar aire y seguir mirando al cielo, que el siguiente tiro viene pisándonos los talones. Quizá deseemos que no se acabe nunca esa exaltación; pero es un momento tan intenso como efímero. Nos queda el resto de la noche y las ganas de “mañana”.

Por cierto amigos, como curiosidad, debéis saber que si alguno de vosotros tiene el original deseo de brillar en su última despedida, de emocionar por última vez a sus seres queridos, podéis encargar que vuestras cenizas formen parte de un fuego artificial. Hay empresas especializadas en esto. Os lanzarán al espacio que hayáis elegido y volaréis libres. Después, vuestra luz permanecerá para siempre.

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