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Principal Carmen Machi

Carmen Machi

La solemos ver en todos los formatos: cine, televisión, teatro… El 12 de julio estará en la gran pantalla protagonizando Lo nunca visto, cinta rural rodada en Navarra escrita y dirigida por Marina Seresesky. Y además, no tardaremos en asistir a su participación en la serie Criminal. De todo ello nos habla Carmen Machi al otro lado del teléfono.

Has protagonizado Lo nunca visto, ¿cómo resumirías su argumento?
Es una comedia rural. Las comedias rurales son muy luminosas, porque el entorno ya lo da. Tiene un fondo muy importante, que tiene que ver con la integración de la inmigración, de gente que viene de otras culturas y a la que no siempre se lo ponen fácil. Y cómo la lucha por la supervivencia tanto de ellos como del pueblo en el que aparecen se convierte en un conflicto, porque no todo el mundo es capaz de aceptar lo que es diferente, o lo que consideran que es diferente. Está hecho con tintes de humor, pero también con un fondo que encierra un drama que nos es muy familiar: la acogida del refugiado, la acogida de una persona de otro color, de otra raza, que además traspasa sus fronteras para tener una vida mejor. Está todo hecho de una manera amable, luminosa.

Das vida a Teresa, ¿cómo es?
Teresa es de un pueblo muy pequeñito, que tiene una rivalidad con el pueblo de al lado por cosas que suelen ocurrir en los pueblos muy chiquititos. Y luchan por tener la supervivencia de su propio pueblo también, porque se le está comiendo el pueblo de al lado, que es el grande. Ella, de pronto, después de una separación, es una mujer que necesita dar un cambio a su vida muy grande, y se mete en política, entre comillas. Consigue ser la alcaldesa de su pueblo y representarlo para que crezca, para que evolucione, para que se les haga ver, hacerse notar. Es la persona que promueve la integración de estas personas que, de manera accidental, aparecen en su pueblo. Es muy bonito el personaje, muy entrañable. Una mujer con carácter, generosa, bondadosa… Tiene muchas cualidades.

La acción transcurre en el pueblo ficticio de Fuentejuela de Arriba, ¿dónde se rodó en realidad?
Lo hicimos todo en varios pueblos de Navarra.

¿Cómo fue el rodaje por allí?
Maravilloso. El lugar es inmejorable. No es la primera vez que ruedo en Navarra, y es una zona… Es en el Valle de Roncal prácticamente donde hemos hecho todo, y es una pasada. Te acompaña el aire puro, la belleza absoluta de la zona, el buen comer y gente maravillosa. El rodaje muy bueno. Siempre que te desplazas con todo un equipo fuera de casa la convivencia es fundamental. Normalmente se genera muy buen ambiente, lo que facilita mucho el rodaje.

Con un reparto de lo más coral: Pepón Nieto, Montse Pla, Pablo Carbonell… Jon Kortajarena, Kiti Manver, Pepa Charro…
Éramos bastantes. Las comedias corales son muy complicadas de rodar, porque además hay que tener en cuenta que la estábamos rodando en pleno junio-julio, con un calor infernal, y en la película se supone que es Navidad, invierno puro. Te puedes imaginar, rozando los cuarenta grados y vestidos con lanas, gorros, bufandas, guantes… Esa cosa tan absurda que tenemos en el cine, que cuando es verano nos vestimos de invierno y viceversa. Pero bueno, forma parte de nuestro trabajo. Las comedias rurales, como comentaba, suelen ser muy corales, porque suelen ser la representación de un pueblo. Arquetipos que todos entendemos y conocemos, son perfiles que nos son familiares.

Escribe y dirige Marina Seresesky, con quien ya habías trabajado en su anterior película, La puerta abierta. ¿Se puede decir que hicisteis buenas migas?
La otra vez que trabajé con ella no fue de forma casual. Escribió ese guion pensando en las actrices que lo íbamos a interpretar. Es actriz también, estábamos juntas en una función de teatro, y escribió su primer guion de largo para cine, La puerta abierta, mientras hacíamos la función homónima, de vernos trabajar a Amparo Baró y a mí, que éramos las dos protagonistas. Pero Amparo falleció, y antes de morir dijo que quería que lo hiciese Terele Pávez, que fue la que al final hizo de mi madre. Marina es amiga mía, es compañera de oficio, por eso hicimos aquella película. Y después suele ocurrir que cuando tienes sintonía con alguien escribes pensando en esa persona. Pero las buenas migas venían de atrás, ya venía rodada esa amistad.

Cada vez vemos más películas escritas, dirigidas y protagonizadas por mujeres, ¿estamos avanzando hacia la equidad de género dentro del cine?
Los datos así lo dicen. Evidentemente hay que avanzar más, pero si echamos la vista atrás sería bastante llamativo el porcentaje que ya hay de mujeres que asoman la cabeza, y que están presentes absolutamente al mando del cine. Está como dices escrita, dirigida y producida por mujeres. El género en sí lleva a que sea muy coral, pero hay un canto también a la mujer que se libera y que dice lo que piensa, que es el personaje de Teresa. Yo tengo la fortuna de que a lo largo de mi trayectoria he estado dirigida varias veces por mujeres. Bastantes veces de hecho, el porcentaje es alto. Incluso el mismo año que rodamos lo de Thi Mai (Patricia Ferreira) había estado con Marina y grabando también Rumbos (Manuela Burló Moreno). O sea que hay muchos proyectos, y normalmente suelen ser muy atractivos. No es concretamente porque los dirija una mujer, pero tiempo atrás era más excepcional que una mujer dirigiera. Ahora está dejando de ser excepcional para convertirse en un buen hábito. Y hay muchas más que tendrían que salir y que se tendrían que visibilizar. Pero claro que sí, que algo ha cambiado y algo está cambiando.

Participaste en la serie Criminal, ¿qué nos puedes contar de ella?
Se va a estrenar en septiembre. Es una serie de doce capítulos, son cuatro países los que intervienen: España, Francia, Alemania e Italia. Tres capítulos por país, los capítulos españoles están dirigidas por Mariano Barroso. Yo simplemente estoy en uno, no es una serie que tenga una continuidad. Son historias independientes, aunque hay personajes comunes. Son interrogatorios a criminales, y en mi caso yo soy la interrogada.

Y sobre las tablas te vimos en El jardín de los cerezos.
Terminó en Barcelona hace muy poquito, y funcionó muy bien. Es un obrón, uno de los títulos fundamentales de la dramaturgia universal, y una función muy complicada por cómo les pone el propio Antón Chéjov. Siempre es un placer, regalazo de personaje y regalazo de compañía, todo perfecto. Era una producción del Centro Dramático Nacional, y el Centro Dramático Catalán también nos acogió en su casa. Estuvimos quince días en el TNC y ya se acabó. Ahora a descansar un poco.

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