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02 cine

Bilbao plató de cine

“Si antes valía para cine negro, ahora probablemente valga para un musical de Jacques Demy…”. Eran palabras de Enrique Urbizu, publicadas en el anterior número de BAO, hablando sobre la capital vizcaína. Nunca sabremos que pensaría Demy (fallecido en 1990) sobre el Bilbao actual. Y jamás podremos ver un musical suyo rodado en Bilbao. Pero lo que sí sabemos es que en la India han debido pensar lo mismo que Urbizu, ya que se vinieron hasta aquí para rodar hasta dos películas de Bollywood.

Tanto Sivaji (2007) como Anna Bond (2012) utilizan el entorno del Guggenheim como marco para sus coloridas secuencias musicales. La imponente presencia del museo ha atraído la atención del cine internacional, siendo la más sonada aquella secuencia de El mundo nunca es suficiente (1999), en la que el James Bond de Pierce Brosnan escapaba por la ventana de un edificio cercano al Guggenheim.

Pero empecemos por el principio. Y los inicios del cine nos remiten a finales del siglo XIX, cuando las primeras cámaras se limitaban a ser instrumentos registradores de la realidad. Ya entonces encontramos algunos trabajos producidos y rodados en Bilbao. José María Obregón filmó El puente del arenal (1897) y el catalán Fructuoso Gelabert años más tarde realizó Bilbao, Portugalete y los Altos Hornos (1906). Fueron los pioneros de una larga lista de documentales que se rodaron durante los primeros años del siglo XX. En 1917 tenemos constancia de un film de ficción con localizaciones en Bilbao y Donostia. Su título fue El golfo, y dirigía José de Togores.

A partir de entonces, la producción propia combinaría trabajos documentales y de ficción. Era una época prolífica en la que la ciudad acoge la creación de varias productoras. En el terreno documental aparece Hispania Films que produce Bilbao (1920) o Puerto de Bilbao (1924). Dedicadas a la ficción tenemos la creación de Meyer Films o Lapeyra Films. Dentro de Hispania también se realizaron algunas ficciones como Un drama en Bilbao (1923) o Edurne, modista bilbaína (1924). Meyer produjo Aves sin rumbo (1934) y dentro de Lapeyra se hizo Amor en maniobras (1935). Durante aquellos años un nombre aparece de forma constante en películas rodadas en la ciudad. Miguel Mezquiriz fue un realizador muy productivo, especialmente en el terreno documental. Justo antes del inicio de la Guerra Civil se pasó a la ficción con Begoñita. Y durante la contienda volvió al documental con Banderas victoriosas sobre Bilbao. Realizadas durante aquel triste período de nuestra Historia también tenemos filmes como Semana Santa en Bilbao (1937) o La toma de Bilbao.

Lamentablemente, la victoria de Franco paró en seco la pro- ducción propia en Euskadi, que tan fructífera había sido hasta el momento. En la siguiente década apenas podemos destacar rodajes en todo el territorio vasco, y debemos saltar hasta los años cincuenta. Ahí nos encontramos con El gran Galeoto (1951), película ambientada en el siglo XIX, en la que podemos ver lugares como la Plaza Nueva o la calle Uribitarte (y comprobar los cambios que ha experimentado la ciudad). En esa misma década Bilbao fue uno de los muchos escenarios escogidos para rodar… Y eligió el infierno (1957). Ya en 1960 se estrenó María, matricula de Bilbao de Ladislao Vajda, film que cuenta la historia de una familia pesquera. Su mayor interés radica en ver la Ría de Bilbao y los planos en los que contemplamos el Puente Colgante y el de Deusto. Este último podemos ver cómo se levanta para dar paso a los barcos, algo que ya no ocurre en la actualidad.

Una película básica para entender el paisaje bilbaíno de los años setenta es La casa sin fronteras (1972). Los muelles con sus grúas, el Puente de Ribera o la Estación de Abando aparecen con el tono sucio y gris tan característico de la ciudad en aquella época. Más allá de sus valores artísticos, la película de Pedro Olea es un documento muy valioso como retrato urbanístico. El director volvió a rodar en la capital vizcaína el drama No es bueno que el hombre esté solo (1973), protagonizado por Carmen Sevilla y José Luis López Vázquez.

Decía Urbizu que antes Bilbao servía para hacer cine negro. Y la década que mejor refleja esto es la de los años ochenta. Una época previa al cierre de los Altos Hornos, en la que se acentúa aún más ese aire gris y decadente que tan bien le sienta el thriller. Un período que se inicia con 7 calles (1980), una comedia sobre los bajos fondos rodada en el casco viejo por Juan Ortuoste y Javier Rebollo. Pero si hay un título mítico en aquellos años es El pico (1983), en el que Eloy de la Iglesia nos cuenta la amistad de dos toxicómanos, convirtiéndose a la vez se en magnífico retrato de la ciudad y la época. En 1986 Pedro Olea volvió a Bilbao con el thriller Bandera negra. Y ese mismo año Imanol Uribe también se introduce en el género con Adiós, pequeña, protagonizada por Ana Belén e Imanol Arias. Una película en la que vuelve a abrirse el Puente de Deusto para una espectacular secuencia de persecución.

El mismo Urbizu dirigió ya en los noventa un thriller tan emblemático como Todo por la pasta (1991), en la que aparecen las zonas de San Francisco y Las Cortes. El director ya había rodado en la capital Tu novia está loca (1988), comedia protagonizada por Antonio Resines. Avanzando en esta década, el paisaje postindustrial de lugares como Erandio o Sestao fueron el marco en el que se desarrollaron dos de las más importantes óperas primas del cine vasco de la época. Álex de la Iglesia, uno de los cineastas fundamentales del cine español de todos los tiempos, debutó con la ciencia-ficción de Acción mutante (1993). Daniel Calparsoro se dio a conocer con Salto al vacío (1995), film más apegado a la realidad que tenía también los bajos fondos como escenario.

Y entonces llegó la transformación. El nuevo siglo nos ha traído un nuevo Bilbao mucho más colorido y alegre. Atrás quedó lo gris y siniestro. Ya hemos hablado de James Bond y Bollywood, que han dado una gran proyección de la ciudad hacia el extranjero. De hecho, en 2006 se crea la Bilbao Film Comission, entidad dedicada a promocionar la imagen de Bilbao como enclave para todo tipo de rodajes. Desde entonces, se han podido vivir multitud de rodajes en la ciudad. Uno de los filmes más exitosos fue Ladrones (2007), en el que se reconoce claramente el metro. También estaba muy presente el transporte público en Noviembre (2003), la película de Achero Mañas. Algunos de los títulos que hemos podido ver estos últimos años son La buena voz (2006), Un poco de chocolate (2008), La máquina de pintar nubes (2009) o Bon apettit (2010). Pero si alguien ha exportado la imagen de Bilbao en los últimos años ese es Borja Cobeaga. Su debut en la dirección fue una exitosa comedia romántica que transcurría por las calles bilbaínas. Pagafantas (2009) utiliza El Arenal, los Jardines de Albia o alguna cafetería mítica como marco de esta divertida historia. También podemos ver el aeropuerto, que sería escenario de No controles (2011), la siguiente comedia de Cobeaga.

Los rodajes en la ciudad no se detienen, y en estos momentos se desarrollan dos producciones con localizaciones en la capital vizcaína. Durante los pasados meses de marzo y abril se rodó Fuego, un thriller escrito y dirigido por Luis Marías. José Coronado interpreta a un policía cuya mujer fue asesinada en un atentado terrorista en el que su hija perdió las piernas. Su objetivo es vengarse del etarra responsable del crimen, y para ello se propone asesinar a la esposa y amputar las piernas del hijo del terrorista. La película ha contado, desde el principio, con el visto bueno de la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco, que la valoró como muy útil para la convivencia futura. El rodaje ha tenido lugar tanto en la capital como en varios pueblos costeros.

Y otra producción internacional se ha fijado en Bilbao para rodar algunas de sus secuencias. Nada menos que los hermanos Wachowski (Matrix) estuvieron en mayo filmando en la ciudad planos para Jupiter Ascending, película de ciencia-ficción protagonizada por Mila Kunis y Channing Tatum. Durante un par de días los directores estuvieron rodando en escenarios como los puentes de Zubizuri, Arrupe y de La Salve. Una vez más el entorno de Guggenheim vuelve a atraer al cine extranjero, convirtiéndose en escenario parcial de una superproducción que tiene previsto su estreno para febrero de 2015. Y es que a pesar de las dificultades por las que pasa actualmente el mundo del cine –con una significativa reducción en el número de rodajes–, Bilbao sigue siendo una ciudad muy atractiva para el audiovisual. Una ciudad que no para de reinventarse a sí misma, con una capacidad de transformación que el cine ha sabido aprovechar para contarnos las más diversas historias.

Texto: Manuel Barrero • Ilustraciones: Álvaro Sánchez, Editorial Elea, Libro Bilbao de Cine

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