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Bilbao Gotham City.

Las Torres de Isozaki constituyen un icono por su singularidad, rotundidad volumétrica y características constructivas con dos edificios de muro cortina de una simplicidad imponente. Suponen un hito dentro de la reconversión de los espacios portuarios de la Ría de Bilbao.

Bilbao, como Gotham City, es una ciudad fascinante en sus contradicciones que ha logrado levantarse sobre sus cenizas. Como afirma Batman: “¿Por qué nos caemos? Para que podamos aprender a levantarnos”. Este es el espíritu bilbaíno, el plan de regeneración urbanística hizo renacer del abismo oscuro una nueva ciudad que sufría una letal crisis industrial.

Las Torres Isozaki emergen del antiguo Depósito Franco (una institución fundada en 1918 como lugar de tránsito de mercancías en el comercio internacional) y del sueño del Ayuntamiento de crear elementos importantes a lo largo de la Ría. Claros exponentes de este criterio son iconos como el Museo Guggenheim Bilbao, el Paseo de Abandoibarra o el Palacio Euskalduna y las demás obras de la Sociedad Bilbao Ría 2000, con el fin de dirigir la recuperación y transformación de las zonas degradadas de Bilbao y su área metropolitana.

Con las torres gemelas se acometieron definitivamente dos necesidades urbanísticas de la ciudad: la apertura del Ensanche hacia la Ría y la unión de las tramas urbanas de sus márgenes, Abando y Campo de Volantín.

Las Torres de Isozaki , también conocidas como Isozaki Atea, fueron diseñadas por el arquitecto japonés Arata Isozaki con la colaboración del arquitecto bilbaíno Iñaki Aurrekoetxea. Este complejo se compone de dos torres gemelas de 82 metros y 23 plantas, y cinco edificios de entre 6 y 8 pisos sobre una superficie total de 84.000 metros cuadrados. Las obras comenzaron en 2003 y se prolongaron hasta 2008.

Para salvar el desnivel entre la Ría y Abando, el superhéroe Asaka Isozaki, galardonado con el Premio Pritzker 2019 (conocido popularmente como “el Nobel de Arquitectura”), ofreció una solución a este problema creando una escalinata de más de 70 metros de longitud, similar en dimensiones a la de la Piazza d’Espagna en Roma, que junto con las dos torres de vidrio paralelas, de nítida volumetría enmarcan esta nueva puerta (Atea) de la ciudad del siglo XXI.

Esta obra arquitectónica está realizada con diversos materiales, entre los que destacan el vidrio que cubre la fachada de las torres, el aplacado de piedras y ladrillo. El sistema utilizado para este edificio marcó un hito en la fabricación de fachada a nivel mundial. La elección de diferentes acabados forma un conjunto diversificado y diferenciador respecto a las viviendas masificadas habituales.

El complejo cuenta también con una pasarela que une la escalinata y las Torres Isozaki con el Puente Zubi Zuri de Calatrava.

Isozaki Atea es un granito más de arena en el ejemplo a nivel global de transformación urbana eficiente en la que se ha convertido el Botxo.

A veces paseando en la noche bilbaína uno mira la luna llena y fantasea con que pueda ser la Bati-señal que convoque al superhéroe murciélago. Porque Bilbao es como se autodefine Batman: “Tengo un poder. Nunca me rindo”.

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