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BADA. Hablando con las paredes.

En el desierto urbano construido, nacen los oasis de pintura. El muralismo. Algo bello que nos obliga a elevar la mirada, (cosa buena para el cuello), de camino hacia algún lugar. Las paredes siempre fueron un lugar de expresión y reivindicación, enriqueciendo, dignificando y transformando muchas veces la degradación de espacios olvidados por la escasez de oportunidades.

BADA (José Ramón Bañales, 1962) es una referencia histórica del muralismo en Bilbao, creador, realizador, artista social, y apasionado comunicador… Hablamos con él sobre la evolución de Bilbao en este campo.

Murales de la Plaza Kirikiño.

[sic] En los años 70, las calles estaban llenas de pintura. Vida y actividad reivindicativa de estética obrerista en relación a lo que sucedía social y políticamente. Los 80 desarrollan un movimiento más decorativo e institucional, influido por lo que ya ocurría en otros países. Es a finales de estos años cuando se inician, en nuestro entorno, los primeros murales subvencionados por ayuntamientos. Con antecedentes en Portugalete o Llodio, el de Bilbao pone en marcha la campaña –Arte a la calle–, que premia una serie de bocetos y los lleva a cabo con un taller municipal. En ese momento hay bastantes intervenciones en la ciudad, poniendo en valor a artistas locales. Todavía quedan vestigios de esta campaña y muchos dan pena.

Es como si compras una planta hermosa y no la mantienes, la visión de la planta seca es más triste que la de un tiesto vacío. Los cadáveres de mural, no me gustan.

Colaboración de BADA con Ruth Juan en el Museo de Arte Sacro de Bilbao.

Luego hay un parón hasta finales de los 90, que es donde empezamos a hacer cosas en Bilbao la Vieja. A partir de un concurso, promovido desde la asociación de vecinos, se propuso intervenir en algunas medianeras. Entonces, fui elegido junto a Fermín Moreno, para muralizar cuatro fachadas en el barrio.

Llevaba pintando murales toda la vida, al principio eran reivindicativos, pero viviendo en Berlín en los 80 vi otro panorama, el arte urbano, arte espontáneo y arte callejero, el graffiti. Y las modas llegan tardías, pero llegan.

El graffiti se va implantando en España con claridad, al estilo americano, el de las líneas estilísticas del metro de New York, repetir tu nombre con una caligrafía especial pintada con aerosoles, en condiciones de transgresión e ilegalidad.

BADA, José Ramón Bañales.

Primero llega a Barcelona y Madrid, y aquí, a finales de los 80, a través de gente del skater que abre el campo. En esos años tuve la oportunidad de relacionarme con Kapi de Barcelona, una figura esencial para entender el desarrollo del graffiti
en España.

Pero a mí me seguía pareciendo más interesante trabajar al lado de las reivindicaciones de vecinos ofreciéndoles cobertura estética en sus acciones que repetir mi nombre.

Ahora estamos en un momento en el que esta historia del arte callejero ha eclosionado alrededor del mundo, se ha transformando en sus técnicas y formatos y obtiene un reconocimiento como “arte urbano”. Surgen otro tipo de artistas con otras estrategias en paralelo al arte oficial, que lo mira de reojo y empieza a pensar que puede ser interesante, hoy es una inversión para él.

Fachada en Trauko.

Hoy hay artistas urbanos a nivel mundial que sus obras se cotizan por millones, como es el caso de los Banski. Es una élite que va cambiando, suben unos y bajan otros.

El arte urbano tiene per se una función comunitaria, no solo es visto por un público especializado, es compartido por todas las edades, visitantes, etc. Ya no existe un monocromo cultural…

En nuestra ciudad, como en todas, coexisten todos los niveles de expresión, las espontáneas no autorizadas, las sufragadas por las instituciones, las realizadas de manera colectiva, las de autores consagrados, noveles, internacionales, locales etc. La ciudad se convierte en un continuo collage de intervenciones.

La imagen del espacio público es como la calidad del aire, un bien común, es calidad de vida. A la vez que hay que dar espacio a la expresión artística de todos, también hay que poder valorar con criterio, la pertinencia de las intervenciones en cada contexto. Hacerlo de cualquier manera perjudica la imagen de todo el mundo durante generaciones. En algunas ciudades existen figuras como la del Instituto del Paisaje que tienen una función de ordenamiento y mediación de esa coexistencia de expresiones (incluyendo la comercial-publicitaria). Pero no es fácil encontrar interlocutores que capten el mensaje.
La guía para visitar los murales de Bilbao, editada por el Ayuntamiento, ha puesto en valor esta producción, que necesita apoyo y cuidado para su continuidad.

En determinados barrios existe un déficit de esa calidad visual, es una necesidad urgente promover iniciativas para mejorar su imagen, incentivando la participación de artistas y vecinos.

Actualmente, mi actividad se centra en proyectos comunitarios y no tanto en una depuración estilística personal. Me sitúo en la base social, conectando con la gente, intentando a través de la educación destapar el tapón de las esencias.

Texto: Pedro Rojo • Fotos: BADA

Mural “El niño” en la calle Iturburu, 2.
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