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Alex Txikon. “En las montañas me siento feliz, libre”

Alex Txikon (Lemoa, 1981) es un torbellino de vitalidad. “Un hiperactivo sin tratar”, bromean sus amigos. Las montañas son las únicas que consiguen domarlo. Allí arriba, en aquellas inhóspitas paredes de hielo, donde el aire se vuelve fino como un velo; cuando la falta de oxígeno te nubla la mente y la diferencia entre una buena y una mala decisión es un precipicio de tres mil metros, te puede salvar la vida; allí, Alex se vuelve un hombre tranquilo y reflexivo. 

Quizás sea simplemente el instinto de supervivencia que te da ser el menor de trece hermanos. Pero sea lo que fuere, los datos hablan por sí solos. Con 21 años había ascendido ya su primer ochomil (el alpinista vasco más joven en lograrlo) y con 32 sumaba once en su palmarés. Pero Alex no es un coleccionista de cumbres. A él le motivan retos imposibles como escalar una de las cimas más altas del planeta en invierno. En este empeño lleva ya cuatro años. Y no va a parar hasta conseguirlo. Es Alex Txikon.

 

¿Qué buscas en las montañas más altas del planeta?

En realidad, no sé si busco algo. Lo que sí sé es que allí me siento feliz, libre, me siento a mí mismo. Porque las expediciones forman parte de mi vida, dan cuerpo a mi manera de vivir.

 

Has perdido a varios amigos y compañeros en las montañas, ¿compensa? ¿No te planteas dejarlo en esos momentos?

Son momentos complicados y confusos, claro; pero es algo que necesariamente tienes que asumir para poder seguir en esto.

 

Eres el vizcaíno más joven en escalar un ochomil y el que más tiene ascendidos. Sin embargo, no pareces tener prisa en terminarlos. ¿No te atrae acabarlos?

Creo que demasiada gente engrosa ya la lista de los 14 ochomiles, y yo no quiero ser uno más. Ni me atrae ni me motiva… es más, creo que en un futuro lejano pasaré a plantearme otro tipo de expediciones, probablemente alejadas de las montañas de más de 8000 metros.

 

Se habla mucho de la masificación de los ochomiles, ¿han perdido interés para los alpinistas de élite como tú?

Hablaría de masificación en el caso del Everest primaveral por ejemplo… Pero existen muchas maneras de escalar estos ochomiles; muchas vertientes, infinidad de posibles vías, diferentes estaciones del año…

 

De los cuatro ochomiles que te faltan (Everest, K2, Kangchenjunga y Nanga Parbat) el Everest es el único que no has intentado. ¿No te gusta lo que se está viviendo allí? o ¿lo reservas para algo especial?

Es el más alto y quizás por eso el más codiciado para la mayoría. Pero yo no le miro diferente por eso. Seguramente me tira más un Annapurna, un Makalu, un K2… por su estética o por el reto que suponen.

 

¿El Everest es ya un coto privado del turismo de alta montaña? ¿Ha muerto para el alpinismo?

No, en absoluto. ¡En el Everest hay exploración para rato! Cuántas vías por repetir, cuántas por abrir… Por supuesto, poco tiene de alpinismo ascender por la ruta normal en primavera junto a otras dos mil personas con oxígeno y jumareando… pero las montañas no son coto de nadie. Todos y todas tenemos derecho a disfrutar en ellas y de ellas, cada uno a su manera.

 

En los últimos años has centrado tu objetivo en los ochomiles en invierno ¿Qué te atrae de esas expediciones?

Me gusta más la soledad en un campo base invernal frente al gentío estival o primaveral. Además, un ochomil en invierno te obliga a trabajar más, a explorar tus límites, a sacar lo mejor de ti mismo, a trabajar en equipo sí o sí…

 

¿Es verdad que la montaña más bonita es siempre la que falta por escalar?

No. Lo que pasa es que la pasión por escalar nos lleva a buscar ese tipo de excusas para poder seguir haciendo lo que nos gusta.

 

¿Cuál es la montaña en la que más has disfrutado?

Yo diría que he disfrutado en todas. Quizás una de las que recuerdo con más cariño sea la expedición del 2005 al Pilar Oeste del Makalu. Fue larga, dura, comprometida y, aunque sin cumbre, muy satisfactoria.

 

¿Y en la que menos?

En el Shisha Pangma del 2009, con Al filo de lo imposible. Apenas pudimos escalar 200 metros, no pudimos subir más allá del vivac Scott, a 6200, cuando la base de la pared está a 6000. Fue frustrante.

 

¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos?

El Nanga Parbat invernal para enero-febrero de 2016. En el momento que regresé a casa desde aquel campo base el año pasado, supe que volvería al encuentro de esta montaña. Nos quedamos a menos de 200 metros de la cumbre y nos la debe.

 

Texto: Fernando J. Pérez • Fotos: Colección Alex Txikon

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